martes, 30 de noviembre de 2021

 


LA SEMILLA Y LA HOJARASCA

En el ombligo de una enorme arboleda, entre el acolchado suelo en proceso de humificación, estaba Clarita, una diminuta semilla, buscando la manera de enterrarse para cumplir su proceso natural. Después de muchos intentos por penetrar en la fría y húmeda tierra, la alegre semillita se encontró con una brabucona hoja de olivo que de forma brusca se negaba a dejarla pasar. La agotada pepita después de muchos ensayos para enterrarse exclamo: ¡Uff!, ¡Qué difícil es cumplir el propósito! Yo quiero soterrarme en la tierra y no he podido, sin embargo, seguiré intentándolo, no me daré por vencida.

Luego de varias tentativas se escuchó una aterradora voz. Hoja: ¿Quién eres tú? ¿Para donde crees que vas? Clarita: yo soy una hermosa semillita que está buscando su porvenir, Hoja: ¿buscando su porvenir? ¡Je; Je: Je!  debes estar loca, quien tendrá un mañana feliz enterrándose en la tierra, Semilla: imagínate que mi porvenir está en lo profundo de la tierra, donde moriré para darle vida a una fantástica plántula que crecerá y dará frutos abundantes, Hoja: aunque no estoy de acuerdo con lo que me dices, te dejaré pasar; sigue tu camino y si nos volvemos a ver algún día, me cuentas como te fue en la búsqueda, Clarita: Por supuesto que sí, gracias y nos veremos en unos pocos días.

Pasaron algunos oscuros y mojados días, en los que la pequeña Clarita rompió su coraza y se transformó en una primorosa plántula; que con muchos bríos se abría paso entre las espesas raíces de la maleza buscando la luz del astro rey. En ese difícil trayecto la nueva Clarita se encontró de frente con la enojona hoja de olivo que se había interpuesto en su recorrido como pepita, y con un gesto de alegría le dijo: con permiso aquí voy en busca de mi destino.

MORALEJA: Quien quiere cumplir su propósito lucha hasta conseguirlo.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

 


LA FLOR Y LA ABEJA

En un esplendoroso jardín colorido y perfumado, un día de primavera volaba alegremente la traviesa Lola: una regordeta abejita en busca de su sabrosa ración diaria. Al ver tantas flores suspiró diciendo: ¡este es un hermoso vergel donde pasaré maravillosos días de flor en flor. Mientras volaba, deleitando sus ojos, no sabía por dónde iniciar su suculenta recolección, preguntándose: ¿será que inicio por las flores rojas? ¿o por las blancas? ¿o será mejor por las amarillas? ¡Ya sé!, ¡Iniciaré por las amarillas; parecen más apetitosas!

Después de volar unos instantes por el aire azulino del cielo, direccionó su cuerpecito hacia una estridente trompetita amarilla. Entró de cabeza abriéndose paso con sus ágiles patas: allí al fondo encontró su deseado manjar. Succionaba con su habilidosa boca, todo el néctar que podía. De pronto escuchó una vocecilla que la asustó.

Flor: ¡Hey, ¡qué haces! ¡Ji; ji; ji! ¡Me haces cosquillas! ¡Ji; ji; ji! ¿Quién eres? ¡Estás robándome! ¿Quién te dio permiso de tomar mi néctar? ¡Ji; ji; ji!  ¡Vete de aquí ya! Abeja: Tranquila, yo soy la abeja Lola y sólo vengo a tomar un poco de tu polen para alimentarme y lo que queda en mis patitas servirán de intercambio cuando visite otras amigas tuyas, Flor: ¿Intercambiar con amigas mías? ¿para qué haces eso? Lola: ese es mi propósito, mi destino, mi obligación: ayudarles a ustedes a convertirse en frutas. Si no lo hago, no habría duraznos, ni peras, ni manzanos, ni naranjas, ni uvas, ni melones, ni café…

Trompetita: ¡Ya! Por favor ¡Termina tu historia! Lola: el oficio de nosotras las abejas es cargar y descargar polen de flor en flor para que días después salgan deliciosos frutos. Flor: Creo que entiendo. ¡Rápido, termina tu trabajo que me haces cosquillas; no puedo aguantar más risa! Lola: ya terminé, fue un placer tomar de tu delicioso polen. Trompetita: ¿Nos volveremos a ver? Lola: creo que no. En mi próxima visita tú ya estarás transformada en un delicioso fruto y yo entraré a otras flores. Flor: Me encantó ayudarte a hacer tu trabajo, ¿será que yo también cumpliré mi propósito? Abeja: ¡Por supuesto que sí! Tu misión es producir polen, y después de nuestra visita convertirte en fruto. En pocos días ambas veremos el resultado de nuestro cometido.

MORALEJA: Para cumplir nuestra misión en el mundo necesitamos la ayuda de los demás; solos, jamás podríamos cumplirla. Ayuda y déjate ayudar

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

 

MERETRIZ

Ella, luego de un extenuante episodio de francachela, deambulaba motu proprio con sus pies desnudos y sus tacones en sus ambiciosas manos por la orilla del adormecido y frio piélago de la bahía cartagenera, dejando marcados uno a uno sus vestigios sobre el monocromático casquijo de la playa, mientras sus caramelizados ocelos veían como la estrella luminosa se desperezaba y comenzaba a invadir el oscuro Eliseo caribeño, sus huellas se desvanecían con el juguetear del salubre líquido, su intrépida cabellera rubia danzaba con Eolo en la silenciosa melodía del amanecer, en su apesadumbrada testa confluían millones de sinapsis queriendo entender su insípida vida, y de sus entrañas heridas de muerte por el desprecio, afloraban multitudinarios resentimientos que carcomían sus más grandes anhelos, la largura de su atavío carmesí incomodaba su ondulante y exótico andar, luego de unos cuantos kilómetros de solitario peregrinar, y ya con el empíreo descampado dándole paso al rey, ella, decidió parar y reintegrarse a su esclavizada vida de afamada meretriz,  que la traería de nuevo en pocas horas a este paradisiaco lugar, a descargar su desdicha frente al mar después de entregar sus bien formados y deseados ciento ochenta centímetros al mejor postor, por unos cuantos billetes verdes con los que podrá cumplir sus lujuriosos deseos, pero que seguirán desgarrando sus entrañas.  

                                                                                          Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

 



UN LUGAR PARA SOÑAR APRENDIENDO

Cierro mis ojos y dejo que mis neuronas hagan su trabajo, conduciendo los impulsos nerviosos, creando bellos pensamientos sobre de lugares donde he pasado significativos momentos. Llegan a mi mente imágenes de varios lugares de Medellín, mi cuidad. Sin embargo, hay uno que se roba toda mi atención y es por eso que quiero hoy escribir sobre él. su   encantador diseño, imaginado por el arquitecto japonés Hiroshi Naito, ubicado en la comuna diez y seis, fue inaugurado el quince de marzo del año dos mil ocho. Se trata del parque biblioteca de Belén, proyecto de la alcaldía de Medellín, en cooperación con la caja de compensación familiar Comfenalco Antioquia. Cuenta con un área de nueve mil setecientos sesenta y ocho metros cuadrados. Su espléndida arquitectura japonesa, con un atrayente espejo de agua como eje central, lo convierte en un sitio inspirador para los miles de visitantes nacionales e internaciones en medio de la selva de cemento en que se ha convertido mi ciudad.

En este majestuoso espacio de encuentro, sus visitantes pueden disfrutar de cómodos espacios como: tres plazas (personas, agua y verde) una terna de acogedores salones de reuniones, un moderno y auditorio con capacidad para trecientas cincuenta personas. Una bien dotada biblioteca que hace parte de la red de bibliotecas públicas de la ciudad y es dirigida por el departamento de biblioteca de Comfenalco Antioquia. una novedosa sala de exhibición de obras de arte, una ludoteca que atiende con excelencia a la población infantil, dirigida por el instituto de deportes y recreación de Medellín (inder). Una oficina de fomento de la cultura japonesa. También en sus instalaciones funcionan una reconocida escuela que hace parte de la red de escuelas de música de la ciudad, donde se instruyen jóvenes en el arte de la música. La población que busca empleo cuenta con la asesoría del centro público para el empleo y con el centro de desarrollo empresarial zonal (cedezo) donde se han creado un centenar de microempresas que han mejorado la calidad de vida de sus moradores.

En lo particular, yo me he beneficiado de este parque de muchas maneras. Corrían los meses del año dos mil ocho (muy recién inaugurado el parque biblioteca) cuando me encontraba en la remodelación de mi vivienda y no contaba con servicio de internet en casa; fue la biblioteca la que me tendió la mano con el servicio gratuito de internet. Unos años más tarde, al comenzar mi proyecto de conferencias llamado Ser Feliz Siendo Diferente, tuve la oportunidad de acceder a los salones de reuniones y al gran auditorio sin costo alguno, aporte que contribuyó significativamente en el desarrollo de mis actividades.

Este emblemático lugar, por su estratégica ubicación es punto de encuentro y reunión de miles de personas del extensamente habitado sector de Belén. Se encuentra en las goteras del cerro de las tres cruces, rodeado de centros educativos, clínicas, centros comerciales, aeropuerto.

Si alguien de los que está leyendo estas líneas, alguna vez tiene la oportunidad de viajar a la ciudad de Medellín, exíjale a su guía que lo lleve al parque biblioteca de Belén, para que tenga una mágica experiencia en este oasis de conocimiento. 

Jaime  Eduardo Aristizábal Álvarez


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DIÁSPORA

Colombia, enero de 2150.

Después de transitar por varias anualidades, sin rumbo fijo por la inmensidad del espacio, en una diminuta y ya obsoleta nave espacial, las ondas electromagnéticas del radar detectaron unas extrañas señales, emitidas desde un microscópico punto a lo lejos, nosotros ya con los ánimos por el suelo y esperando lo peor para nuestras vidas, dirigimos la nave hacia ese punto. Luego de varios años de recorrido, por la ventanilla de la nave logramos divisar un pequeño planeta que nos llenó de esperanzas, poco a poco nos fuimos acercando a este cuerpo celeste, y para nuestra alegría, reconocimos que era la tierra, aquel lugar de donde habíamos salido en busca de nuevas formas de vida.

Cuando la nave atravesó la atmosfera terrestre, el deteriorado radar estalló; y para nuestro beneficio el sistema de aterrizaje se activó en ese mismo instante, facilitando el aterrizaje con la tripulación a salvo. Al abrir la escotilla de la nave, sentimos una ráfaga de aire puro que pudimos respirar tranquilamente sin utilizar las caretas de oxigeno; nuestras miradas se conectaron dejando brotar algunas cristalinas gotas que fueron absorbidas por nuestros trajes. Antes de bajar y tocar nuevamente tierra, decidimos unánimemente, hacer una oración de agradecimiento por estar con vida. Luego, dejamos al azar el privilegio de ser el primero de pisar tierra, la suerte me permitió ser el ganador. Luego de una profunda exhalación, mis pies tocaron tierra y mis piernas comenzaron a sentir un delicioso cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo; mis ojos aguados y sin saber a dónde enfocar, vieron a lo lejos, un cristalino y caudaloso riachuelo, que impulso a mis agotadas piernas a correr hacia ella. Nuestros trajes volaron por los aires mientras corríamos hacia encantador cause. No lo podíamos creer, agua pura.

Después de varios minutos sumergidos en el reconfortante fluido, por iniciativa propia salí y comencé a caminar tratando de recordar cómo era el planeta antes de nuestra salida; después de varias horas de recorrido, comencé a ver ruinas de famosas edificaciones que aun recordaba como iconos de nuestra civilización. Estando aun tratando de recordar, sentí una extraña voz que estaba seguro que no era de alguno de mis compañeros de viaje, giré lentamente mi cabeza para ver quien había emitido esas palabras, cuando mis ojos se cruzaron con la estilizada figura del emisor, de mis cuerdas vocales brotó un ¿Quién eres tú? Ese amistoso ser abrió sus largos y delgados brazos acercándose tratando de abrazarme. Mi cuerpo paralizado sintió como esos delicados brazos sin emitir sonido alguno me daban cariñosamente la bienvenida. Pasados unos instantes, Yo: ¿Quién eres tú?  El: soy uno de los descendientes de los sobrevivientes a la catástrofe que hace algunas décadas ocasionaron los hombres. Yo: ¿Cómo hicieron sobrevivir? El: nuestra comunidad trabajaba por el cuidado del medio ambiente, con anticipación lograron crear un ecosistema subterráneo donde pudieron sobrevivir y yo soy de la tercera generación. Yo: nosotros somos los descendientes de las personas que salieron del planeta antes de la hecatombe. El: ¿cómo sobrevivieron? ¿Si lograron encontrar vida en otros planetas? Yo: logramos sobrevivir gracias a la tecnología, sin embargo, los ecosistemas no aguantaron tanta presión. El: nuestro planeta logró resurgir de las cenizas gracias a mis abuelos que volvieron a repoblar la tierra. Yo: que bendición, para nosotros es una bendición poder conocer nuestros orígenes. El: bienvenido, llama a tus amigos y te presentare en comunidad.  

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez

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MISTERIOSA MISIVA

Durante aquella inolvidable caminata mañanera, por los serpenteantes y calurosos senderos de la abandonada hacienda de mis abuelos; el último fin de semana, antes de migrar a la gran ciudad, encontré entre la exuberante arboleda, una minúscula y fantasmagórica cabaña de madera redonda, atiborrada de telas de araña, techumbre de teja de barro, ventanales rotos y una deteriorada silla sosteniendo la maltrecha puerta. Mi cuerpo quedó gélido ante el novedoso encuentro. Pasados unos minutos, volví en mí, y di el primer paso hacia la conquista de ese ruinoso inmueble. 

Después de quince pasos, las suelas de mis botas hollaron las coloradas y enmohecidas baldosas, que dejaron salir un aterrador crujido. Yo, sin saber por dónde iniciar la inspección, me acerque a una de las destrozadas ventanas para ver si había alguien adentro, para mi sorpresa, en el interior sólo se alcanzaba a ver un corpulento baúl militar que llamó mucho mi atención. Al instante, separé la silla de la puerta, que al no tener el apoyo cayó hacia el interior, levantando una colosal polvareda que cubrió la totalidad de mi cuerpo. Quité el polvo de mis lentes y proseguí el recorrido para saber que contenía ese misterioso arcón.  

Cuando estuve frente al cofre, su tapa se fue abriendo lentamente dejando salir una misteriosa voz que dijo: Te estaba esperando. Yo, sin saber qué hacer; (si salir corriendo o contestar el saludo) deje que pasaran los segundos a la espera que cualquier cosa pasara. Con todo mi cuerpo temblando, mis cuerdas vocales vibraron dejando salir un tímido ¿Quién anda ahí? Que obtuvo inmediatamente una tosca respuesta; entra, sigue el camino, y así veras porque te estaba esperando. Cuando mi cuerpo paso los límites del cofre, inmediatamente se abrió ante mis ojos un indescriptible y estético paisaje desértico, que mostraba un sendero fascinantemente demarcado rumbo al norte. Sin pensarlo dos veces, mis pies iniciaron el recorrido dejando plasmadas las huellas en la arena. Pasaron algunos minutos de un deshidratante recorrido, y a lo lejos logré divisar un objeto que brillaba en la cúspide de una monumental duna. En ese momento, a mis pabellones auditivos regresó la voz que había escuchado al abrirse el baúl, que ahora decía: ve tras ese objeto y en él encontraras la respuesta a tus eternas dudas.

Bajo un cielo despejado por completo y un sol resplandeciente, con mis energías agotadas por completo, por mi mente cabalgaban un cardumen de pensamientos, que generaron en mí una enorme duda ¿Qué será lo que contiene ese objeto? Teniendo las provisiones de agua agotadas, tenía dos opciones: la primera volver al inicio y quedarme con la intriga de que era ese objeto brillante; y la segunda, continuar el viaje y descubrir su contenido. Si alguien me pregunta que paso después, les cuento que aquel objeto era una opaca botella de náufrago, que por su estado se podía concluir que era muy antigua, su añejo tapón mostraba el vertiginoso paso del tiempo. En su interior albergaba una amarillenta epístola y un deteriorado mapa, escrita por mi tatarabuelo durante su último viaje por el atlántico donde murió en un fatídico y recordado naufragio.

Los misterios de esta historia son: ¿Cómo llegó ese mensaje a esa duna, si fue escrita a miles de kilómetros de distancia? y ¿Por qué fui yo el elegido para poseerla? Yo hoy, continúo disfrutando las enseñanzas de mi predecesor y buscando con esmero la ruta que muestra el mapa.

Jaime Eduardo Aristizábal Alvarez - Colombia. 

 



INCOMODO DESPERTAR

Eduardo, un joven y exitoso emprendedor, despertó una lluviosa mañana magullado y asustado en la silla trasera de un deteriorado autobús intermunicipal. "Inventores anónimos" así llama su empresa, la cual está en plan de expansión promoviendo el lanzamiento de su ultimo y revolucionario invento. A las siete treinta de la mañana sonó el detestable sonsonete de su teléfono celular, avisándole la proximidad a la reunión con los inversionistas internacionales. Mientras se incorporaba con un enorme dolor de cabeza, estirando su maltrecha humanidad con lentos movimientos felinos, se dio cuenta que estaba vestido con la misma ropa del día anterior; revisó sus bolsillos donde encontró todas sus pertenencias en su sitio (documentos, teléfono celular, llaves) descartando un atraco. Miró por la empañada y ruidosa ventanilla, quedando atónito con el resultado de su observación. ¿Dónde estoy? ¡No puede ser! Estoy en Mompox, a setecientos sesenta y cinco kilómetros de mi reunión. Yo debo estar en ese salón de reuniones en menos de 30 minutos ¿Dónde está mi automóvil? ¿Dónde está mi motocicleta?

En las oficinas de "inventores anónimos" el corazón de los inexpertos socios de Eduardo, palpitaban con taquicardia esperando la entrada triunfal al salón de su socio fundador. Cuando faltaban cinco minutos para las ocho de la mañana, hora de inicio del encuentro; entró una llamada que dejó congelados a todos los asistentes; era El, para contarles a sus amigos la situación en la que se encontraba. Sin encontrar palabras para explicar su actual ubicación; Eduardo, pidió perdón a los asistentes mientras secaba con un pañuelo las cataratas que brotaban por sus ojos, al saber que su oportunidad de trascender en la industria internacional se desvanecía por la imprudencia de alguien.

Muchos días después, la investigación de un posible complot arrojó sus primeros resultados. Tras unas minuciosas pesquisas, las autoridades concluyeron que los empresarios habían sido víctimas de sabotaje, tras revisar un centenar de pruebas, algunas en video, otras en papel, donde se veía la mano criminal de Alicia, la ambiciosa secretaria y amante furtiva de Eduardo, quien no soportó la idea de que su mancebo la apartara de las decisiones importantes de la empresa. Aquella noche, Alicia, utilizó todos sus encantos femeninos, para luego de una extenuante jornada de trabajo, llevarlo a su afrodisiaco tálamo, donde dejaron navegar en un océano de licor sus deseos más concupiscentes. Luego de unas horas de excesos, lo condujo a la terminal de transportes donde le compró un pasaje a Mompox.

En la actualidad, "inventores anónimos" continua su expansión mundial creando tecnología para el bienestar de las personas. Alicia, paga una condena por concierto para delinquir en una penitenciaria. Los inversionistas internacionales al enterarse de los resultados de las investigaciones, agendaron una nueva reunión para conocer el invento de Eduardo.  La empresa sueño de esos atrevidos jóvenes, se convirtió en la plataforma virtual donde los creativos de cualquier lugar del mundo puede dar a conocer sus inventos. Eduardo, trabaja en su próxima creación, dirigiendo su creciente emporio viviendo en Mompox, donde encontró el lugar ideal para que su creatividad fluya sin contratiempos.

Jaime Eduardo Aristizábal Alvarez - Colombia 

 


 

INEXPLICABLE DESPERTAR

Helena, estando todavía somnolienta, sobre la majestuosa cama cubierta coquetamente con reluciente lencería de encaje y un conjunto de abullonadas almohadas albinas, incrustado con maestría en el interior de un habitáculo con techumbre de cristal, enclavado en el ombligo de una exuberante arboleda donde se podía divisar la totalidad del firmamento. Sintió sobre su virginal rostro la inoportuna radiación solar, abrió sus ojos acaramelados y vio como la inoportuna luz se entretejía caprichosamente entre el fantasmagórico ramaje del espeso soto, creando un ambiente idílico para que los amantes dejen fluir su concupiscencia, con sublimes teoremas en comitiva con cupido. Al girar lentamente su cabeza, ella, se dio cuenta que estaba como Dios la trajo al mundo, y a su lado dormía plácidamente Julián, su amor platónico, con la misma indumentaria que ella. (¿Qué paso aquí? Yo estaba en la fiesta de despedida de soltera de Bibiana) Ipso facto, se incorporó buscando alguna explicación a tan bochornosa escena.

Al rayar el alba, los faroles colgantes del habitáculo fueron disminuyendo su fulgor, y la penumbra que sirvió de cómplice a los presuntos amantes, fue dando paso paso a los intrépidos rayos solares. Helena, curioseaba el lugar con una colosal resaca pretendiendo encontrar respuestas. Después de unos pocos minutos, se dejó sorprender por el encantador paraje donde se encontraba; dejándose hipnotizar por el colorido de los árboles en florescencia, y las melodiosas tonadas interpretadas por un cardumen de aves al cuidado de sus nidos. Llamó la atención de Helena, que la unigénita entrada al paradisiaco sector, consistía en un tembloroso puente pendiente de rústicos y aullantes cordeles de fique, que dejaba fluir bajo su sombra un naciente manantial hídrico complementando con exquisitez lo idílico del lugar.

Entre tanto Julián, estiraba su corpulenta humanidad con movimientos felinos mientras despertaba, (¿Qué paso aquí? Yo estaba en la fiesta de despedida de soltera de Bibiana) emitiendo susurrantes gimoteos que alertaron a Helena; quien todavía no se explicaba lo que pudo haber pasado esa noche. Cuando Julián, volvió en sí, miró con ojos de sorpresa a su compañera. El: ¿tú qué haces aquí Helena? Ella: eso mismo me pregunto yo, EL: ¿recuerdas que pasó? Ella: No, y no quisiera saberlo, El; ¿tan malo fue? Ella: eso es lo que me preocupa, que no sé si fue malo o bueno, El: ja, ja, ja si no lo recordamos es que fue bueno ja, ja, ja, Ella: ¿cuantas botellas nos tomamos? El: ni idea, lo que importa es saber por qué terminamos aquí, Ella: lo que alcanzo a recordar es que ese morapio estaba delicioso, El: ¿Dónde estamos? Ella: estamos en el bosque de la casa de Bibiana, y parece que la fiesta ya termino, El: todavía no lo puedo creer, que tú y yo… Ella: tú y yo nada, salgamos de aquí, El: aprovechemos ahora que estamos solos en esta deliciosa cama para hacer lo que siempre hemos querido.

Esa mañana, Helena y Julián dieron rienda suelta a sus más placenteros y libidinosos deseos, dejando a un lado su prolongada amistad, para darle paso a una prospera relación amorosa, que sigue gestando las mejores faenas en ese tálamo donde sus cuerpos se fundieron de pasión en la despedida de soltera de Bibiana.

domingo, 14 de noviembre de 2021

 

REMINISENCIAS CONSANGUÍNEAS

En uno de esos días, en que nuestro ser despierta con deseos de limpiar, hasta los más recónditos de los rincones del alma, subí a la abandonada buhardilla de la mansión de la yaya Lala, y allí encontré ese grandulón baúl, donde la vieja Lala (como le decíamos de cariño a la abuela) tenía guardado la mayor cantidad de nuestros recuerdos de infancia. Mi corazón incrementó sus pulsaciones desaforadamente en menos de cinco segundos, por tener frente a mi tan significativa arca. Luego de limpiar la espesa capa de polvo y el maremágnum de telas de araña que cubría ese antiquísimo arcón, a mi mente arribaron un centenar de reminiscencias, que hicieron brotar de mis caramelizados ocelos, una constelación de cristalinas podagras, que después de rodar por mis pecosos pómulos, fueron a estallar en la fina madera del gran baúl. Ya habiendo adecentado la corpulenta caja. Cuando traté de separar la tapa para reconocer su contenido, sus oxidadas charnelas, emitieron un desentonado y penetrante canto que atiborró mis conductos auditivos, generándome de inmediato un gran dolor de cabeza.

Entre la infinidad de cachivaches que estaban guardadas con inteligente delicadeza, el objeto que llamó más mi atención fue un deteriorado almanaque de 1969 que tenía un par de recordatorios en el mes de julio, específicamente el día 20; que al parecer eran importantes por estar escritos en tinta roja. Cuando mis ojos enfocaron para poder descifrar lo que decía, logré entender unas pocas palabras, las primeras, hombre luna, y las otras nace Mario Alberto. Luego de algunos minutos tratando de interpretar esas palabras, a mi mente aterrizaron un cardumen de interrogantes acerca de su significado. Cuando concluí la inspección del trascendental cajón, descendí del ático y me dirigí a la habitación de la yaya Lala, para que me contara que había pasado en la familia el 20 de julio de 1969.

La abuela Lala, al escuchar mi pregunta, guardó silencio unos minutos; luego de los cuales, limpió con su pequeño y bordado pañuelo las cataratas que brotaban de sus tristes ojos. Yo, con algo de imprudencia pregunté: ¿abuela que pasa? ¿Hay algo que yo no sepa? La abuela con la calma que dejan los años, con su melodiosa voz me respondió: no es nada de eso mi niño, puedes estar tranquilo, estas lagrimas son de alegría; esa fecha es muy importante para mí, porque ese día nació tu tío Beto, mientras escuchábamos en la radio la noticia de la llegada del hombre a la luna. Ahora entiendo porque están los dos acontecimientos remarcados.

Pasaron algunos días, y regresé a casa de la yaya Lala, para continuar con la exhumación de recuerdos familiares; volví a subir al ático para desempolvar otras cajas allí abandonadas; sin saber por dónde comenzar la exploración, tropecé con una cajita metálica que, al chocar con mi bota, generó un estruendo que se escuchó varias cuadras a la redonda. Me arrodillé para asir con mi mano derecha esa bulliciosa caja, y gran sorpresa me llevé, cuando en su tapa estaba el nombre completo de mi tío Beto (Mario Alberto de Jesús Hincapié Durango) mi espíritu investigador se abalanzó sobre esa misteriosa cajuela para conocer su interior. Ni para que les cuento, la sorpresa que me lleve cuando leí con estos desgastados ojos que se van a comer los gusanos, una larguísima lista encabezada por mi tío Beto, que al final decía: “estos son algunos de los nombres de las personas fallecidas el 11 de septiembre de 2001, durante el ataque a las torres gemelas en la ciudad de Nueva york.”

Cuando mis ojos terminaron de recorrer ese amarillento pedazo de papel, sentí como un delicado cosquilleo tránsito desde el dedo gordo del pie derecho, hasta la última de las hebras de mi frondosa y canosa cabellera. ¡No puede ser! ¡No puede ser! Ahora entiendo por qué a la yaya Lala, le costó tanto trabajo responder a mi pregunta ese día. ¿Ahora qué hago con esta información? Imposible preguntarle a Lala, si para mí ha sido impactante, no quisiera imaginar lo que sería para ella. Si mis matemáticas no me fallan, (2001 menos 1969) el tío Beto solo alcanzó a vivir 32 años, yo estaba muy pequeño cuando esto sucedió, es por eso que no lo alcanzo a recordar. ¿habrá dejado descendencia? Con esta incertidumbre no me pienso quedar, es por eso que seguiré mi búsqueda de la historia de mi familia en ese olvidado lugar en la casa de yaya Lala.

 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez

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ADORMILADA POBLACIÓN

En la cúspide de la colosal cordillera de los andes, por allá en los paradisiacos ecosistemas sureños de Colombia, se levanta un liliputiense caserío, donde las saetas del cronógrafo giran en cámara lenta, a tal punto que, cuando el tímido astro diurno sale por detrás de los peñascos, es ocultado rápidamente por los imprudentes cirrostratos que cabalgan desaforados por el azulado empíreo. Sus precarios moradores subsisten en una modorra tan contagiosa, que cualquier ser humano que pise sus empolvadas calles queda, ipso facto, contagiado. 

En una de sus atrevidas excursiones, Lucho López, un experimentado caminante de sesenta y cinco años de edad, con su piel adornada por los surcos que deja la experiencia y su abundante cabellera inundada por la nieve de los años, se atrevió a visitar la tan inhóspita aldea; no sin antes, inocularse con una original pócima de entusiasmo preparada por un anciano amigo hechicero. Cuando las desgastadas suelas de las malolientes botas de Lucho, pisaron las polvorientas calles de la aldea, por su agotada humanidad (desde el dedo gordo del pie derecho, hasta la última hebra de su grisácea cabellera) cabalgó desbocado un cosquilleo que activó de inmediato los antígenos de la extraña pócima, generando en el acto una inmunidad.

Después de sentir ese inusual cosquilleo, Lucho, comenzó su más insólita travesía, atisbando con sus verdolagas ocelos, cada uno de los particulares frontispicios de la villa, quedando sorprendido por la palpable somnolencia que su aguerrida humanidad sentía a cada paso. De la tercera construcción, luego de que su crujiente portezuela desplegara sus añosas alas, salió una perezosa voz que le daba la bienvenida; Buenos días, ¿le puedo servir en algo?

Cuando ese destemplado saludo entró en los pabellones auditivos de Lucho, este quiso saber de dónde provenía ese saludo tan holgazán; entonces se acercó con cautela a la puerta del caserón, y al fondo del gran solar, logró ver una espléndida hamaca que pendía de un par de arqueadas palmeras, donde alguien dormitaba. Lucho, caminó a paso de galápago, hasta el lugar donde se mecía con displicencia el joven propietario del inmueble. El: buenos días ¿Cómo está? Joven: Ummmm ¡¡qué pereza!! Muy bien gracias, ¿quién es usted? El: Soy Lucho López, y vengo a conocer este pueblo, Joven: ¿Qué viene a conocer en este pueblo? Esta muy temprano para salir a la calle. Aquí no hay nada que hacer ni conocer, está perdiendo el tiempo. Lucho impresionado por la parsimonia de este sujeto, miro su reloj, dándose cuenta que las manecillas marcaban las diez treinta de la madrugada; rápidamente giró su cuerpo, y comenzó el retorno a la calle para continuar su excursión. Unos pocos pasos antes de llegar al entreabierto portón, se escuchó nuevamente Joven: ¡¡Que pereza con usted!! ¿A dónde se dirige? Ya le dije que aquí no hay nada que hacer, El: iré a conocer su pueblo, nadie me lo puede impedir, Joven: buena suerte, que tenga un buen día.

El minucioso itinerario de Lucho, demoró el resto de día en concluir, dejándole una agradable sensación paz y una constelación de ideas turísticas para generar ingresos, realizando tures para visitar esta exótica población. Lucho al regresar a casa, con un archipiélago de ideas revoloteando por su cabeza, en primera instancia, visitó al hechicero con el propósito de adquirir una gran cantidad de dosis de esa magistral pócima, para inmunizar a los habitantes del caserío, y así poder iniciar su proyecto turístico, para dar a conocer al mundo los paradisiacos paisajes de aquel entorno montañoso, donde soñaba terminar sus días. Para su desgracia, aquel anciano hechicero, atacado por la demencia senil, no recordaba cómo había elaborado la pócima.

Lucho en la actualidad habita en aquel poblado, tratando de contagiar a sus moradores de entusiasmo para hacer realidad algún día su gran sueño.

Jaime  Eduardo Aristizábal Álvarez 

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jueves, 11 de noviembre de 2021

 



RECUERDOS QUE TOCAN EL ALMA

Por allá a inicios de la década de los años cuarenta, un treinta y uno de enero, en el cafetero municipio de Neira, llegó a este mundo una pequeña niña, a hacer parte de una numerosa familia descendiente de migrantes alemanes, que llegaron huyendo de la persecución, y se asentaron en el paradisiaco y montañoso departamento de Caldas, en el ombligo de mi bello país, Colombia. Ella con su sobrenatural ternura, fue creciendo haciendo parte importante de su tradicional familia. Su espíritu sereno y conciliador, la llevó a robarse el corazón de todos los integrantes de la familia. Su juventud la paso en la sociedad de la ciudad de las puertas abiertas, como es llamada por sus habitantes la paradisiaca ciudad de Manizales.

Aquí escribiendo estas líneas, llegan a mi mente un cardumen de recuerdos de TATA, así era como la llamábamos de cariño. Ella, dueña de una agradable figura de contextura mediana, inteligencia natural, piel caucásica, elegantes peinados, vestía con elegancia, por sus poros brotaba amor puro, sus ojos claros reflejaban la pureza de su alma y de sus suaves manos surgían infinidad de postres para deleite de toda la familia. 

Para iniciar, recuerdo esas jornadas en las que cariñosamente nos daba la comida cuando éramos unos niños, inventándose historias para que nosotros aceptáramos con agrado los alimentos. A medida que voy escribiendo continúan aterrizando en mi cabeza, gratos recuerdos de los momentos vividos con ella. Vienen a mi mente algunas trascendentales preguntas como ¿Por qué una persona tan especial no pudo formar una familia? La respuesta a este interrogante me hace viajar en el tiempo a mi casa en Bogotá, donde compartimos algunos momentos con el único novio que le conocí, que esta es la hora que no sé por qué se fue para nunca volver. 

Con muy especial afecto recuerdo como si hubiese sido ayer, ese mueble de fina madera, donde permanecía guardado aquel maletín de rayas rojas y negras, donde empacábamos los vestidos de baño, para ir a la piscina del club Manizales, ese era uno de los planes más divertidos que hacíamos durante esos días.

Con el pasar de los minutos, siguen llegando a mi mente un centenar de recuerdos de esa encantadora mujer, que con su elegancia y delicadeza dejó una profunda huella amorosa y un colosal legado a la totalidad de su parentela. Ese legado para mí, ha sido motivo de inspiración y es el tema principal, de uno de mis cuentos favoritos. Algunas de LAS PALABRAS MÁGICAS como ella las llamaba, aún retumban en mi cabeza (Gracias, Por favor, Buenos (días, tardes o noches) Hasta luego, Con mucho gusto, Si claro, Por supuesto.)  ahora recuerdo también que, de su melodiosa voz salía siempre una palabra que todavía resuena en mi corazón cuando la recuerdo, esa palabra es: TESORO porque así era como nos decía a todos sus sobrinos.

¡¡Uff!! sus postres no podrían quedar en el olvido, en especial el de las tres leches, el que preparaba sin pereza y con el calor de sus manos impregnándole su toque de amor, para que nosotros nos deleitáramos y hasta nos chupáramos los dedos con al delicioso manjar.

Aquel día del mes de septiembre de 2004, en que se celebró en Colombia el día del amor y la amistad, rodeada de sus familiares y amigos se nos adelantó hacia la casa del padre, ya han pasado un poco más de tres quinquenios y todavía esa mujer maravillosa es motivo de gratos recuerdos para mí y toda mi familia. Gracias TATA por haber dejado en nuestras vidas tantas cosas lindas.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez


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miércoles, 10 de noviembre de 2021

 


COMPLEMENTARIAS DIFERENCIAS

Ella, siempre rozagante al  rayar el  alba, mientras tanto yo, despierto ojeroso, mal oliente y empapado en sudor; al abrir el ojo, ella estira su estilizado cuerpo  con elegancia felina, en  cambio yo, esparramo mis corporales excesos entre las albinas sabanas; ella se levanta y danza como Dios la trajo al mundo, con sabrosura, rumbo a  la bañera, y yo enfoco mis azulados ojos en su epidermis acanelada; ella disfruta cada gota de tibia agua que recorre su encantadora humanidad, yo sólo dejo que circulen y que se revienten en el frio baldosín; ella hace recorrer su olorosa y suave toalla por cada rincón de su cuerpo, yo me sacudo el agua como perro en invierno. ella al encontrarse frente al espejo, se deleita analizando cada centímetro de su suave y bien conservada piel; yo paso de largo por ese mentiroso cristal. ella hace todo un ritual con cada prenda que ajusta a sus delineadas formas, ja ja ja, yo sólo encajo mis agotadas carnes en una arrugada camisa y un desteñido pantalón. yo estoy listo en pocos minutos, ella frente a su armario pierde la noción del tiempo. En la cocina, uff, hay sí que hay diferencias. ella elije sin afán las frutas que ingerirá para conservar su salud, yo abro desaforadamente mi boca engullendo cual hiena hambrienta, todo lo que pasa frente a mis ojos; ella agota los minutos degustando sus sanos alimentos. ella cada domingo de descanso visita a su extensa familia, mientras que yo veo los espectaculares encuentros de la liga de baloncesto. a ella además le alcanza el tiempo para visitar a sus amigas de infancia, la verdad no sé cómo le rinde tanto el tiempo, yo veo dos partidos y se me acaba la tarde. ella sueña con una familia enorme, yo sólo pienso en conocer a mi primogénito varón. yo leo con dedicación el periódico, mientras ella escucha los chismes de farándula en la televisión. Al caer el día, ella se extasía mirando los colorados atardeceres, mientras yo me explayo en mi hamaca para degustar una deliciosa y fría cerveza. ella está aprendiendo a escribir poesía, yo por el contario leo las aventuras de mis superhéroes favoritos por largas horas. Antes de juntar sus parpados cada noche, ella hace una extensa plegaria dando gracias a Dios por el día, y yo me santiguo rápido y toco la almohada y me fundo en un insondable sueño y nunca me entero a qué hora se duerme ella.

Los momentos de intimidad, la mayoría de las veces inician algunas horas antes, cuando ella me envía un sugestivo mensaje de texto que yo no respondo con la intensión de estimularla. en otras ocasiones, ella despierta convertida en una leona en celo que quiere devorar a su presa y yo entre dormido me dejo devorar. han pasado infinidad de noches que el agotamiento de ella le gana la partida y después de unas pocas caricias se funde en una impenetrable anestesia, dejándome con los crespos hechos, como diría mi abuela.

Qué bueno es saber que nuestras diferencias son las que hacen que nuestra vida sea diferente. que tan aburrida seria nuestra vida si fuésemos iguales.

Hoy te invito a ti, que estás leyendo estas líneas, a fortalecer esas diferencias que hacen que tu vida y tus relaciones interpersonales no caigan en la monotonía que está destruyendo tantas relaciones alrededor del mundo.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

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TENEBROSO HALLAZGO

¡Cómo olvidar! aquel lóbrego crepúsculo dominical de junio, cuando transitando por la escandalosa y fría selva de cemento, justo allí, en la postrera arista austral de la urbe; mis acaramelados ocelos, atisbaron una vetusta edificación, que se robó ipso facto, la totalidad de mis desprevenidas ojeadas. Cuando las suelas de mis desgastados botines, hollaron la enmohecida acera del fúnebre inmueble, la totalidad de las células de mi escuálido cuerpo, fueron atravesadas por un fantasmagórico cosquilleo, que paralizó por algunos instantes toda mi humanidad. En realidad, no sé, cuento tiempo transcurrió, lo que, si sé, es que ese momento transformó mi existencia para siempre. Después de volver en sí, mis temblorosas manos tocaron tímidamente el descolorido y deteriorado portón de fina madera que, al sentir el roce de mis manos, separó sin prisa sus corpulentas alas, generando con sus chillonas charnelas un ensordecedor concierto. Luego de algunos segundos, ya en silencio y con sus alas abiertas totalmente, el añejo portón dejó al descubierto la inmensidad de un aristocrático paraninfo, atiborrado de blanquecinos hilos de araña que dejaban en evidencia la cantidad de años que llevaba abandonada. La espantosa panorámica, atizó mis dormidos instintos de conquistador, haciendo que mis temblorosas extremidades dieran el primer paso, hacia el inhóspito interior. Estando en el ombligo del gran salón, mis conductos auditivos fueron atiborrados por una tenebrosa voz, que me dio una descortés bienvenida; yo al escuchar esa extraña dicción, reaccioné observando con impaciencia cada rincón de la embrujada construcción; en el postrero recodo, se observaba un empolvado diván, del cual emergía una exuberante humareda con un innegable olor a tabaco, generada por las aspiraciones de un decrepito anciano, que al verme temblar volvió a darme una desatenta bienvenida. El: ¿Qué haces aquí muchacho? ¿Quién te dejo entrar? Yo: la verdad no sé, estaba caminando y sin querer su propiedad me atrajo, y aquí estoy. El: ¿Cuál es tu nombre? Yo: me llamo Juan Botero, El: ¿Juan Botero? ¡no puede ser! ¿eres el hijo de Jorge Botero? Yo: sí señor, así se llama mi padre ¿usted lo conoce? El: ¿Qué si lo conozco?, pues claro, no ve que yo lo engendre, Yo: ¿qué? ¿entonces usted es mi abuelo? El: para tu desgracia así es, ahora debes conocer la verdad, Yo: ¿la verdad? ¿de qué verdad me habla? El: tranquilo, que todo se sabrá a su debido tiempo. Después de decir estas palabras, la humareda envolvió la humanidad de mi abuelo haciéndolo desaparecer, y dejándome a mí con la intriga acerca de cuál verdad debo enterarme. A partir de ese ángelus, mi instinto investigativo se incrementó, motivado en conocer la historia de mi vida; cada atardecer, después de mi extenuante jornada laboral, me introduzco en solitario en aquella casona y con una abrumadora paciencia voy limpiando cada centímetro, queriendo volver a ver a mi abuelo o encontrar la verdad oculta. Hasta el día de hoy, no he vuelto a ver a mi abuelo y tampoco he encontrado la verdad oculta.  


Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

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HISTORIAS DE MI VECINDARIO

Con el ronroneo ensordecedor de Max, mi gato, despierto cada mañana de mi plácido sueño; con deseos de tomarme una exquisita taza de café colombiano frente a la ventana del noveno piso donde vivo. De pie, frente de la empañada cristalera, enfoco mis retinas azuladas en el esplendor del índigo empíreo, que se amalgama con el verdor de las montañas y los calurosos rayos solares, creando un maravilloso espectáculo mientras el sol conquista las alturas.

Con el primer sorbo del delicioso elixir azabache, comienza mi detallado recorrido por los ventanales de las torres vecinas, donde cada aurora puedo disfrutar de las más inesperadas funciones. En la vidriera del apartamento 1501, cada amanecer, veo como Estela, una hermosa mujer de apenas doscientos diez y seis meses de edad, llega con un altísimo porcentaje de alcohol navegando por su torrente sanguíneo, y lagrimeando cual caudalosa catarata, queriendo estar en el nido de amor que abandono hace pocos meses, dejándose guiar por aquel sujeto que está patrocinando su gran ambición.

En el apartamento 1502 Marcos, inicia su silenciosa faena de violencia intrafamiliar, golpeando sin razón alguna por varios minutos a su subyugada cónyuge. Unos pisos más abajo, cómodamente sentado en su silla mecedora, puedo ver a don Javier, un gracioso anciano, que antes de rayar el alba, ya está fumando plácidamente un enorme habano acariciando a su fiel compañero canino, mientras su esposa lo llama a desayunar.

En el balcón del segundo nivel, cada amanecer se sienta Nicolás, acompañado de unas arrugadas hojas en blanco y un gastado lápiz # 2, con los que intenta traer a su memoria y escribir los recuerdos de su amado barrio, de donde tuvo que salir huyendo hace ya varios meses a causa de la absurda violencia. Abajo en la primera planta de la torre del frente, atisbo el creciente romance entre el galán de Fabio, el portero, y Claudia, la empleada del apartamento 701. Justo en frente de mi ventanal, se alcanza a divisar un curioso gato blanco, como un helado de vainilla, que se acuesta todas las mañanas a tomar un espléndido baño de sol en el ventanal.

        Al regresar a mi terruño después de algunos años de ausencia, me entero si querer que muchas cosas han cambiado en mi barrio. Supe por las habladurías en el ascensor que la bella estela, iniciando la tercera semana del mes de agosto de la pasada anualidad, sintiéndose triunfadora saltó al vacío intentando ganar nuevamente su libertad. Por aquellas cosas de la casualidad, estando en la tienda, llego a mis oídos la noticia de que Marcos, el vecino del 1502 se convirtió en el primer uxoricida de su familia y ahora paga una larga condena. El fiel amigo canino, la esposa y la silla mecedora de don Javier, buscan quien los haga sentir vivos otra vez.

        Nicolás, con la ayuda de un hermano ya publicó su primer libro, donde plasmó con inmensa tristeza un sin número de historias de su amado vecindario. Y ustedes no me lo van a creer, el amorío entre Fabio y Claudia ha dado frutos, contrajeron matrimonio y ahora están en el aprendizaje de ser padres de un par de gemelos. Y para mi sorpresa, en el ventanal del frente ya se puede observar los elegantes movimientos de una encantadora familia de mininos.

Definitivamente con las historias de este vecindario podría escribir una novela de todos los géneros.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez


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