TRANSFIGURACÍÓN
Por
las arborizadas e impecables calles de la comuna dieciséis de la bella villa,
cerca de la base del imponente cerro de las tres cruces, se desliza plácidamente
Tania, con la vista alta, mostrando la encantadora esbeltez de su figura,
decorada por encantadores atuendos que contrastan con su fascinante piel bronceada.
A cada paso, sin necesidad de emitir palabra alguna, la bella jovencita, deja
una frondosa estela de serenidad e inteligencia. Edison y Alejandra sus
inexpertos progenitores, trabajan incansablemente para guiar a sus dos retoños
por el buen camino, tarea que no ha sido fácil, por diversas circunstancias de
la época en la que viven.
Aquel inolvidable
domingo de pandemia, mientras el gordiflón de las alturas despertaba y salía
perezosamente por el oriente a alumbrar el valle de aburra, Tania, eterna
soñadora con los ocelos aperturados, se desplazaba con agilidad felina por un
arborizado sendero, atractivamente decorado por millones de flores moradas, que
al caer formaban una impresionante alfombrilla lila, dejando totalmente
cubierto el rectilíneo sendero. Ella, dejándose seducir por la frondosa belleza
del paisaje, cada vez que sus delicados pies hollaban el lecho de la crujiente
hojarasca, veía en el fondo del túnel verde por donde transitaba, una
provocativa claridad que la llamaba con un sordo alboroto.
Después
de ciento veinte pasos, la bella jovencita se encontraba al final del túnel, entrando
a una descampada zona donde los rayos solares le hicieron dilatar sus
caramelizadas pupilas. Después de unos incontables segundos, Tania, se frotó
con delicadeza sus brillantes ojos cafés, tratando de recuperar la visión.
Instantes antes de que sus expresivas retinas pudieran ver el espectacular
paisaje, sus inquietos pabellones auditivos percibieron sutilmente una
encantadora voz que le daba la bienvenida. Voz: Tania, bienvenida a la
dimensión 325, Tania: ¿Dónde estoy? ¿quién me habló? ¿dimensión 325? ¿dónde es
eso? Yo estaba caminando por un túnel lila, ¿Qué hago aquí?, Voz: tranquila, mi
pequeña amiga, estas en un lugar hermoso, donde descubrirás hermosas cosas,
Tania: ¡No puede ser! ¿Cómo salgo de aquí? Mi mamá me está esperando, Voz:
Calma, calma, mi Tania, el tiempo aquí es muy diferente a donde tú vives, aquí
las manecillas de reloj caminan mucho más lento, Tania: ¿Por qué estoy aquí?
¿quién me trajo aquí? Voz: tus inquietudes fueron las que te trajeron aquí,
aquí encontrarás respuestas, Tania: ¿mis inquietudes? ¿quién le dijo que yo
tengo inquietudes? Voz: pasa y disfruta del momento.
La inquieta Tania, con el ceño fruncido, y sus largos brazos
estirados comenzó a desplazarse a tientas, con una creciente inquietud por que el
blanquísimo espacio que no le permitía ver nada después de su perfilada nariz. A
contar el décimo segundo paso, se abrió el firmamento y la incrédula Tania,
comenzó a observar con una claridad pasmosa los más bellos momentos de su corta
vida. La pequeña mujercita con algo de rabia, dejo germinar de sus cuerdas
vocales con enorme ironía ¿Por qué estoy viendo esas imágenes de mi vida? La
voz que le había dado la bienvenida le contesto: estás viendo estas imágenes
para que le des gracias a Dios por todo lo que te ha dado, Tania: ¡yo siempre
lo hago! Eso es una costumbre que mi mamá me enseñó, Voz: ¿Estas seguras?
Tania: ¡Claro! si quieres le podemos preguntar, Voz: continua el viaje y
encontrarás lo que estás buscando, Tania: ¿Por qué está tan seguro que estoy
buscando algo? Voz: continua y veras.
El coloso de las
alturas continuaba su recorrido triunfante, dejando que sus ardientes rayos se
mezclaran con el impactante azul de cielo, generando un encantador panorama.
Tania, decidida a descubrir el propósito de su visita a la dimensión 325,
dejaba que sus largas y delgadas piernas avanzaran en medio de ese embrujador
vergel, hasta llegar a un inmenso acantilado que la hizo detener a punto de
caer. Con sus delicados pies al borde del abismo, la inquieta chiquilla, dejó
que sus bellos ojos cafés navegaran por el fascinante éter quedando impactada
por la belleza. Después de un inmenso suspiro, Tania, se percató que entre las
nubes se podía divisar algunas imágenes de su vida en el futuro; mirando esas
escenas, de los ojos de la jovencilla brotó un arsenal de cristalinas podagras
que surcaron sus mejillas morenas y fueron a emparamar su vestido.
Pasados algunos desesperados instantes, Tania, limpió con
sus temblorosas manos sus encharcadas mejillas; al dar vuelta a su cuerpo, se
topó de frente con un montón de pelos brillantes que se movía con agilidad entre
las arvenses llamando su atención. Tania, temerosa hizo una genuflexión para
tomar la incandescente mota peluda, cuando la tuvo en su mano derecha, sintió
un fuerte mordisco que le hizo soltar la encantadora amalgama de cerdas. Esa
inesperada mordedura, incrementó aún más la inquietud de Tania. La traviesa chiquilla volvió a tomar la
inquietante masa de pelos, descubriendo que se trataba de un tierno y orejón
lagomorfo, que entre su afilada dentadura tenía un apetitoso rollito de papel,
que soltó al sentirse entre las manos de Tania dejándolo rodar por el suelo.
Tania, al ver rodar el misterioso papelito por el arenoso
suelo, se puso de rodillas para asirlo. Cuando la niña tuvo el rollo en sus
delicados dedos, vio como el travieso animal saltando se alejaba sin dejar
rastro. La curiosidad de la doncella era más grande que los deseos de acariciar
el motoso ser. Cuando concluyó de descifrar los garabatos plasmados en la
esquela, de pronto, se sintió un estruendo que emergía de las entrañas de la
tierra, dándole paso a un enorme pórtico de fina madera, minuciosamente tallada,
que, al ser tocado por Tania, comenzó a separar sus esculturales alas, dando
paso al túnel por donde la jovencilla entró minutos antes. Con mucha inquietud por
lo que había vivido, la inquieta niña, miró el reloj y quedó impresionada al
percatarse que apenas habían pasado un par de minutos.
El sempiterno recorrido de regreso
a casa, fue para Tania el trayecto más extenso que hubiese caminado en solitario.
Unos pasos antes de arribar a su hogar, Tania, sintió a lo lejos la cariñosa voz
de Alejandra, su madre, que la quería apapachar y motivarla a terminar sus
tareas escolares, y así tener todo listo para su regreso a clases presenciales,
después de una larga estancia de incomodas clases virtuales.
A partir de ese viaje a la dimensión 325, Tania, comenzó a
soñar en cómo reclamar esas futuras bendiciones que vio en el firmamento al
borde del abismo. Cada noche, en la intimidad de su habitación, la jovencita repasa
con extremo detalle el contenido del papelillo, poniendo minuciosamente en práctica
su valioso contenido. La multitudinaria familia de Tania está gratamente sorprendida
por la impresionante evolución de la pequeña y se preguntan cuál sería el
motivo de su maravillosa transformación. Hasta la fecha, nadie de la familia conoce
el verdadero motivo de la conversión de Tania, solo están disfrutando de
maravillosos momentos a su lado.
Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez
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