domingo, 27 de junio de 2021

 



SONORA CAMARADERIA

Cada rítmica cadencia que se evadía del añoso saxofón, marcada por las huesudas falanges del instrumentista azotacalles, galopaba por el grisáceo céfiro de la corrompida atmosfera citadina, hasta aterrizar en las susceptibles aurículas del entusiasta compinche perruno, quien se extasiaba con cada tono, internándose en un sin igual embeleso. 

Los despreocupados viandantes, al observar la antiquísima zambomba, detenían su atareado garbeo, para amalgamarse con el cardumen de salvajes matices sonoros, generando un apoteósico delirio colectivo.

El estilizado artífice rítmico, con su vestidura azabache de cabo a rabo, imantaba la voluntad de la concurrencia, quienes dadivosamente aportaban sonoras pecunias, que lograban conquistar el iracundo importe para sufragar la hospedería donde pernocta cada día, al desaparecer el caluroso galán de las alturas. 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 


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ARISTA MEDELLINENSE

Una calurosa madrugada con el índigo empíreo alegre y espacioso, consintiendo el navegar de la dorada radiación solar, sobre la tacita de plata colombiana; mi tiempo se detuvo delante del frontispicio del añoso edificio Constain, inmueble que exhibe con elegante señorío una quincena de ajimeces, en la esquina nororiental de la plaza de Berrio, lugar de encuentro del abolengo antioqueño. 

La mayestática edificación con sus adarves teñidos de ocre, evidencia la cronología del ágora; orgulloso estandarte del linaje montañero. Los estilizados muros enmarcan a la vez, con los confines de la ermita de la Virgen de la Candelaria, patrona de la metrópoli, una concurrida callejuela mercantil, que se perpetúa atiborrada de audaces quincalleros informales.

Patidifuso y en pie, sobre el salvacoches de la calle Bolivia, enarbolé mi ojeada, atisbando en la lejanía, como la celeste inmensidad atmosférica del Valle de Aburrá, era asaltada por los puntiagudos tabiques del edificio Coltejer, rascacielos insignia de la estirpe paisa.

Cada concurrido ángulo de esta acogedora y avezada urbe, engendra una marejada sinfín, de deslumbrantes y apasionadas crónicas por descubrir. Por consiguiente, proseguiré compilando primorosas imágenes para así dejar un legado con sonoras imágenes de la bella villa.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez. 


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FAUSTO REINTEGRO

Mientras mis escuálidas huellas, se dibujaban en el acuoso adoquinado del huraño callejón céntrico, de la paradisiaca villa que me parió; mis bulliciosos ocelos, atisbaban las intrigantes ramificaciones enrojecidas entrelazadas, que crean una hechicera umbría bermellón. A cada paso, mis entrañas incrementaban sus ladridos, exaltados por tornar al memorable terruño familiar.

Los antiquísimos dinteles de los rústicos pórticos, entreabrían sus retocadas alas, acogiendo afablemente al forastero. Los grisáceos frontispicios contrastaban con la colorada vegetación aérea. El anticuado velocípedo de la estafeta, hincado en el seto germen del ruborizado ramaje, me reafirmaba que Cronos había detenido su recorrido, extasiado por la exuberancia colorimetría de la apolínea población.

Ensimismado estoy, exhumando reminiscencias de mis anualidades juveniles, entre estos esplendidos parajes, con índigos empíreos. Aquí es, sin duda, donde apetezco clausurar mi existencia en el eón estipulado por el hacedor.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez. 

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viernes, 4 de junio de 2021

 


TRANSFIGURACÍÓN

Por las arborizadas e impecables calles de la comuna dieciséis de la bella villa, cerca de la base del imponente cerro de las tres cruces, se desliza plácidamente Tania, con la vista alta, mostrando la encantadora esbeltez de su figura, decorada por encantadores atuendos que contrastan con su fascinante piel bronceada. A cada paso, sin necesidad de emitir palabra alguna, la bella jovencita, deja una frondosa estela de serenidad e inteligencia. Edison y Alejandra sus inexpertos progenitores, trabajan incansablemente para guiar a sus dos retoños por el buen camino, tarea que no ha sido fácil, por diversas circunstancias de la época en la que viven.

Aquel inolvidable domingo de pandemia, mientras el gordiflón de las alturas despertaba y salía perezosamente por el oriente a alumbrar el valle de aburra, Tania, eterna soñadora con los ocelos aperturados, se desplazaba con agilidad felina por un arborizado sendero, atractivamente decorado por millones de flores moradas, que al caer formaban una impresionante alfombrilla lila, dejando totalmente cubierto el rectilíneo sendero. Ella, dejándose seducir por la frondosa belleza del paisaje, cada vez que sus delicados pies hollaban el lecho de la crujiente hojarasca, veía en el fondo del túnel verde por donde transitaba, una provocativa claridad que la llamaba con un sordo alboroto.

Después de ciento veinte pasos, la bella jovencita se encontraba al final del túnel, entrando a una descampada zona donde los rayos solares le hicieron dilatar sus caramelizadas pupilas. Después de unos incontables segundos, Tania, se frotó con delicadeza sus brillantes ojos cafés, tratando de recuperar la visión. Instantes antes de que sus expresivas retinas pudieran ver el espectacular paisaje, sus inquietos pabellones auditivos percibieron sutilmente una encantadora voz que le daba la bienvenida. Voz: Tania, bienvenida a la dimensión 325, Tania: ¿Dónde estoy? ¿quién me habló? ¿dimensión 325? ¿dónde es eso? Yo estaba caminando por un túnel lila, ¿Qué hago aquí?, Voz: tranquila, mi pequeña amiga, estas en un lugar hermoso, donde descubrirás hermosas cosas, Tania: ¡No puede ser! ¿Cómo salgo de aquí? Mi mamá me está esperando, Voz: Calma, calma, mi Tania, el tiempo aquí es muy diferente a donde tú vives, aquí las manecillas de reloj caminan mucho más lento, Tania: ¿Por qué estoy aquí? ¿quién me trajo aquí? Voz: tus inquietudes fueron las que te trajeron aquí, aquí encontrarás respuestas, Tania: ¿mis inquietudes? ¿quién le dijo que yo tengo inquietudes? Voz: pasa y disfruta del momento.

         La inquieta Tania, con el ceño fruncido, y sus largos brazos estirados comenzó a desplazarse a tientas, con una creciente inquietud por que el blanquísimo espacio que no le permitía ver nada después de su perfilada nariz. A contar el décimo segundo paso, se abrió el firmamento y la incrédula Tania, comenzó a observar con una claridad pasmosa los más bellos momentos de su corta vida. La pequeña mujercita con algo de rabia, dejo germinar de sus cuerdas vocales con enorme ironía ¿Por qué estoy viendo esas imágenes de mi vida? La voz que le había dado la bienvenida le contesto: estás viendo estas imágenes para que le des gracias a Dios por todo lo que te ha dado, Tania: ¡yo siempre lo hago! Eso es una costumbre que mi mamá me enseñó, Voz: ¿Estas seguras? Tania: ¡Claro! si quieres le podemos preguntar, Voz: continua el viaje y encontrarás lo que estás buscando, Tania: ¿Por qué está tan seguro que estoy buscando algo? Voz: continua y veras.

          El coloso de las alturas continuaba su recorrido triunfante, dejando que sus ardientes rayos se mezclaran con el impactante azul de cielo, generando un encantador panorama. Tania, decidida a descubrir el propósito de su visita a la dimensión 325, dejaba que sus largas y delgadas piernas avanzaran en medio de ese embrujador vergel, hasta llegar a un inmenso acantilado que la hizo detener a punto de caer. Con sus delicados pies al borde del abismo, la inquieta chiquilla, dejó que sus bellos ojos cafés navegaran por el fascinante éter quedando impactada por la belleza. Después de un inmenso suspiro, Tania, se percató que entre las nubes se podía divisar algunas imágenes de su vida en el futuro; mirando esas escenas, de los ojos de la jovencilla brotó un arsenal de cristalinas podagras que surcaron sus mejillas morenas y fueron a emparamar su vestido.

         Pasados algunos desesperados instantes, Tania, limpió con sus temblorosas manos sus encharcadas mejillas; al dar vuelta a su cuerpo, se topó de frente con un montón de pelos brillantes que se movía con agilidad entre las arvenses llamando su atención. Tania, temerosa hizo una genuflexión para tomar la incandescente mota peluda, cuando la tuvo en su mano derecha, sintió un fuerte mordisco que le hizo soltar la encantadora amalgama de cerdas. Esa inesperada mordedura, incrementó aún más la inquietud de Tania.  La traviesa chiquilla volvió a tomar la inquietante masa de pelos, descubriendo que se trataba de un tierno y orejón lagomorfo, que entre su afilada dentadura tenía un apetitoso rollito de papel, que soltó al sentirse entre las manos de Tania dejándolo rodar por el suelo.

         Tania, al ver rodar el misterioso papelito por el arenoso suelo, se puso de rodillas para asirlo. Cuando la niña tuvo el rollo en sus delicados dedos, vio como el travieso animal saltando se alejaba sin dejar rastro. La curiosidad de la doncella era más grande que los deseos de acariciar el motoso ser. Cuando concluyó de descifrar los garabatos plasmados en la esquela, de pronto, se sintió un estruendo que emergía de las entrañas de la tierra, dándole paso a un enorme pórtico de fina madera, minuciosamente tallada, que, al ser tocado por Tania, comenzó a separar sus esculturales alas, dando paso al túnel por donde la jovencilla entró minutos antes. Con mucha inquietud por lo que había vivido, la inquieta niña, miró el reloj y quedó impresionada al percatarse que apenas habían pasado un par de minutos.

El sempiterno recorrido de regreso a casa, fue para Tania el trayecto más extenso que hubiese caminado en solitario. Unos pasos antes de arribar a su hogar, Tania, sintió a lo lejos la cariñosa voz de Alejandra, su madre, que la quería apapachar y motivarla a terminar sus tareas escolares, y así tener todo listo para su regreso a clases presenciales, después de una larga estancia de incomodas clases virtuales.

         A partir de ese viaje a la dimensión 325, Tania, comenzó a soñar en cómo reclamar esas futuras bendiciones que vio en el firmamento al borde del abismo. Cada noche, en la intimidad de su habitación, la jovencita repasa con extremo detalle el contenido del papelillo, poniendo minuciosamente en práctica su valioso contenido. La multitudinaria familia de Tania está gratamente sorprendida por la impresionante evolución de la pequeña y se preguntan cuál sería el motivo de su maravillosa transformación. Hasta la fecha, nadie de la familia conoce el verdadero motivo de la conversión de Tania, solo están disfrutando de maravillosos momentos a su lado.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 


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