domingo, 31 de mayo de 2020







HISTORIA # 29


MI MAESTRO DEL BOSQUE


Cada familia tiene una actividad que ha pasado de generación en generación convirtiéndose en una tradición; de una de esas tradiciones es que les quiero contar en esta historia.

Mi familia tiene por tradición muchas actividades para congregarnos a través del año, sin embargo, la fecha que todos teníamos sin falta que separar por encima de todo era la del ultimo día del año; ese día para nuestra familia tenia un significado muy especial, comenzaba muy temprano en la mañana con un desayuno con calentao de frijoles con arroz, arepa y chocolate con quesito que nos tenia la abuela a todos, seguía con un sancocho hecho en leña que sabía delicioso, a la mitad de la tarde llegaban los buñuelos y la natilla que no podían faltar, y cuando el sol  estaba  a punto de ocultarse llagaba la hora de los cuentos del abuelo que tenía un repertorio enorme de historias que según él las había vivido con sus amigos, después que el abuelo terminaba de narrar su historia a eso de las nueve de la noche servían la cena de fin de año y comenzaba el baile para los rumberos, que a propósito eran la mayoría de mis familiares.

En la última reunión donde el abuelo nos acompañó nos dejó la mas bonita de las enseñanzas que le alcanzamos a escuchar sus nietos mayores. La historia comenzó con una pregunta que nos sorprendió a todos los que estábamos atentos a disfrutar su historia.

- ¿Cuál ha sido su mejor maestro? – preguntó entusiasmado el viejo –

Todos los asistentes nos miramos las caras sin saber que contestarle, al ver que nadie se atrevía a contestar le preguntó a mi primo mayor quien entre dientes le contestó que su mejor maestro había sido el de matemáticas en la escuela, luego le preguntó a mi hermana mayor que con un gesto de terror dio a entender que no sabía, así continúo preguntando hasta que decidió terminar con las preguntas y comenzar la historia.

Esa historia fue tan impactante para todos que aún recuerdo como si hubiese sido ayer cuales fueron las primeras palabras que dijo:

- mi mayor maestro no fue un ser humano, mi mayor maestro fue un ser que descubrimos mis amigos y yo en lo más profundo del bosque que rodeaba mi pueblo, ese ser tenía forma humana aunque un poco extraña y fea para nuestro gusto, tenía largos brazos que cuando estaba de pie le alcanzaban a tocar el piso, su cabeza un poco mas grande de lo normal dejaba ver unos ojos celestes que brillaban de una forma especial, su cuerpo era tan delgado que parecía que fuera un chamizo, y una voz que penetraba a lo más profundo del corazón de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo.

Mi sobrina menor interrumpió al abuelo preguntándole:

- Tito, ¿ese hombre era de madera? 

El abuelo sonrió y le pidió a la niña que le regalara un abrazo que le daría fuerzas para continuar narrando. Antes de continuar el abuelo le contestó diciendo:

- claro que si mi niña, era de madera, -- contestó el viejo - eso era lo que lo hacía especial y fue lo que nos impactó en el momento que lo conocimos durante una caminata para recolectar frutas silvestres cuando yo tenía 15 años.

- y ¿Qué fue lo que les enseñó? pregunté yo con mucha curiosidad. –

El abuelo me miró con una expresión que me asustó por que pensé que le había molestado la pregunta; después de una corta pausa sonrió y continuó su relato sin responder mi pregunta.

Pasados unos tres minutos nuestro narrador estrella hizo silencio y mirándome con picardía dijo:

- ¿pensaste que no te iba a contestar? dijo mirándome –

- A ese ser lo llamábamos “mi maestro del bosque” y sus enseñanzas fueron miles – dijo el abuelo con una bonita sonrisa en sus labios. – les contaré las que más impactaron nuestras vidas.

Todos los que estábamos reunidos frente al abuelo y viendo como ardían los maderos en la fogata teníamos un gran interrogante y queríamos que el abuelo terminara de contar su aprendizaje.

- bueno, ya voy a terminar de contarles lo que nos enseñó. – dijo el abuelo con un brillo en sus ojos. –

- “mi maestro del bosque” nos enseñó – continuó el abuelo – en la vida debemos tener en especial tres cuidados que si los hacemos bien podremos vivir felices.

- ¿tres cuidados? Interrumpió con algo de prisa la prima Adriana.

- Sí, tres cuidados. –  ya sé que están cansados de escuchar a este viejo, tengan paciencia que de pronto este sea el ultimo cuento que me escuchen – contestó el abuelo. –

 Con un silencio que se podía cortar por la respuesta del viejo, todos abrimos nuestros corazones y cerramos nuestras bocas para escucharlo.

El primer cuidado que debemos tener es: - prosiguió el abuelo -

- Cada uno de nosotros debe cuidar su cuerpo como si fuera la más fina de las piedras preciosas, nuestro cuerpo es un santuario donde vive nuestra alma y el espíritu, cada vez que por alguna causa le hacemos daño a nuestro cuerpo estamos desobedeciendo el plan que nuestro creador tiene con cada uno de nosotros, muchas veces buscando la felicidad caemos en el error de maltratar nuestro cuerpo llevándolo a contraer enfermedades causadas por nuestro mal proceder que en muchas ocasiones nos lleva a la muerte.

- ¿alguna pregunta? – dijo el abuelo. - 

- ninguna.  - dije yo en voz alta. -

- perfecto, dijo el viejo. - entonces continuaré contando.- 

- el segundo cuidado que tenemos la obligación de tener es cuidar a nuestros semejantes así no los conozcamos, ya que nosotros los seres humanos no somos auto suficientes y es por eso que dependemos de los demás para lograr lo que nos proponemos.

- ¿dependientes? No lo creo, explícame eso por favor. dijo Andrés con algo de inquietud. –

El abuelo suspiró y se tomó unos segundos para contestarle al primo.

- Mira Andrés, ¿Andrés es tu nombre cierto? Pregunto el abuelo. -  

Andrés, con un movimiento de cabeza contestó que sí.

- nosotros los seres humanos, dependemos tanto de los demás que somos la única especie animal que necesita para su crecimiento y desarrollo estar junto a sus padres o familiares por una gran cantidad de años para sobrevivir. Mira los animales como a los pocos días de nacidos ya están buscando alimento y valiéndose por si solos.  

- ¿entiendes ahora? - dijo el abuelo mirando a Andrés. -  

Los colores se subieron al rostro de Andrés quien no volvió a pronunciar palabra.

El abuelo continuó diciendo: ni para que decir que somos dependientes cuando llegamos al tema sentimental, donde en muchas ocasiones necesitamos de los demás para sobrellevar nuestras malas decisiones, nuestra poca autoestima y el poco valor que le damos a nuestra vida.

- esta historia se está haciendo muy larga y ustedes quieren comenzar la rumba. – dijo el abuelo. –

- Para terminar, el tercer cuidado que tenemos que practicar es el cuidado a la naturaleza, darle un buen manejo es el mejor negocio que podemos hacer los seres humanos porque ella es nuestra casa y nuestra despensa de donde podemos tomar todo lo que nos hace falta para vivir felices; lastimosamente por nuestra avaricia la estamos destruyendo sin darnos cuenta que ya estamos sufriendo las consecuencias de ese mal uso.

- Estos tres cuidados son los que aprendimos de “mi maestro del bosque”, hoy quería compartir con ustedes porque deseo que en pocas horas cuando inicie el nuevo año hagamos un pacto para hacer de estos tres cuidados un estilo de vida familiar.

El abuelo terminó su intervención dejándonos a todos en un silencio tan profundo que podíamos escuchar las palpitaciones de los corazones.

Antes de que las campanas sonaran para dar la bienvenida al nuevo año, todos en común acuerdo, paramos la celebración e invitamos al abuelo para que dirigiera las palabras del pacto que hicimos con tanto amor que desde ese día y  hasta la fecha cada año lo renovamos en memoria del abuelo quien falleció pocos meses después.



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martes, 26 de mayo de 2020





HISTORIA # 28


APARIENCIAS


Un miércoles del mes de mayo por allá en la década de los 90, nació en la ciudad de Medellín, Angela, la primogénita de la unión de Ernesto y Catalina, dos profesionales respetados en la sociedad por su alto nivel académico y su exuberante poder económico. La pequeña llegó a la vida de la pareja y en especial a la de Catalina en un momento no esperado y causó varios inconvenientes en su exitosa carrera profesional.

El periodo de gestación para Catalina pasó con las dificultades normales haciendo que la exitosa ejecutiva se olvidara de cuidar su apariencia física hasta llegar a aumentar más de treinta y cinco kilos de peso, los cuales dificultaron un poco el momento del parto.

Ese miércoles del mes de mayo, fue para la pareja el momento más infeliz de sus vidas porque Catalina comenzó una depresión pos parto que la llevó a despreciar a la bebé hasta el punto de no quererla ver y mucho menos alimentar. Esta situación descontroló por completo a Ernesto que aisló metiéndose de lleno en su trabajo olvidándose por completo de su familia. La pequeña Angela pasó de mano en mano por todos los miembros de su familia hasta terminar en la casa de la abuela Sara que la recibió con todo el amor que sentía por ella.

La pequeña Angela comenzó a crecer viviendo en un mundo donde lo mas importante era verse y sentirse bien a cualquier costo, donde Catalina su madre era su mayor influencia. Cuando le llegó la adolescencia a Angela ya hacía parte de ese mundo de apariencia en el que estaban todas las mujeres que la rodeaban haciéndola una mujer aparentemente feliz, aunque con un gran vacío por dentro que le generaba crisis de identidad con mucha frecuencia.

Años más tarde, una mañana de domingo después de una noche de excesos, Angela despertó con la mayor crisis existencial que hubiese vivido hasta ese momento, al levantarse de su cama y mirarse al espejo vio que este dejaba ver a la mujer hermosa que miles de mujeres envidiaban y muchos hombres deseaban poseer, sin embargo, ella en lo más profundo de su alma se sentía como la peor de las mujeres, que necesitaba transformar su vida para evitar cometer una locura.

En medio del desaliento que le ocasionó esa noche de excesos, Angela comenzó a buscar quien la pudiera ayudar a salir de esa angustia que sentía, llamó a su madre que no tuvo tiempo para atenderla porque estaba en un muy importante viaje de negocios, le marcó a Yesica su mejor amiga quien todavía estaba durmiendo su borrachera, tomó su computador portátil para navegar en Internet y así olvidarse de los pensamientos suicidas que se habían despertado en ella en medio de la resaca.

Unas horas después, Angela abrió la ventana de su habitación que dejaba ver la zona verde de su lujosa mansión y por la que entró un delicioso olor a torta de naranja con zanahoria que inundó su habitación y le trajo a su mente los más bellos recuerdos de la casa de la abuela Sara, donde paso sus mejores años de infancia. Angela de inmediato tomó el teléfono para comunicarse con su abuela quien le contestó con la dulzura de siempre que tenía un efecto tranquilizador en su nieta. La vieja Sara el recibir la llamada ya se imaginaba que su amada Angela estaba en dificultades, al escuchar su voz le preguntó:

- ¿Qué te pasa mi niña? –

La nieta sollozando y en voz baja respondió:   

- abuela, me siento la mujer más desgraciada del mundo. –

- ¿ahora que te pasó? - preguntó la vieja Sara. –

- me siento sucia, me siento que no valgo nada, soy la mujer mas fea del mundo, y ni para qué te digo más. – respondió Angela. - 

La abuela con el corazón arrugado dijo:

- hagamos una cosa mi niña, ven y quédate unos días aquí en mi casa y hablamos personalmente de mujer a mujer. –

- listo ahora mismo salgo para allá. – respondió la nieta ya sin llorar. –

Angela, salió sin dudarlo un instante para la casa de la abuela que estaba a unos pocos kilómetros de la suya, unos pocos metros antes de llegar a su destino tuvo que frenar bruscamente para evitar atropellar a Jairo, uno de los vigilantes de la parcelación quien imprudentemente se atravesó a su paso haciéndola enfurecer; Jairo acercándose a la ventana del lujoso automóvil de Angela le pidió disculpas por haberse atravesado y le dijo:

- ese dolor que tienes en tu alma sólo se transforma en gozo y alegría conociendo a Jesús de Nazareth.

- que cuentas de Jesús de Nazareth, lo que yo tengo sólo un milagro lo cambia. – dijo agresivamente Angela. –

Jairo, con un Dios la bendiga y una sonrisa de esas contagiosas se despidió.
Angela, aun temblando de la rabia por el altercado con el vigilante llegó a la puerta de la casa de la vieja Sara tocando con desespero. 

La sabia mujer de cabellos rizados adornados con hilos de plata abrió la puerta extendiendo sus largos y delgados brazos para recibir a su desconsolada nieta que necesitaba un apapache con la abuela.  

Cuando Angela estuvo más calmada, Sara el preguntó:

- ¿Qué te pasa mi niña? –

Angela todavía haciendo algunos pucheros contestó:

- me siento como un rompecabezas al que le falta una pieza para ser completamente feliz. –

La vieja Sara con una sonrisa picarona dijo:

- eso está muy interesante mi amor. – ahora sólo falte que la encuentres - te pregunto, ¿Dónde estás buscando esa ficha que te falta?

- no te entiendo abuela, dijo algo desconcertada Angela. –

- ¿Qué es lo que no entiendes mi niña? – me acabas de decir que te falta una pieza para armar el rompecabezas de tu vida. por eso la pregunta ¿Dónde estás buscando esa ficha que te falta?

- me estas tomando del pelo abuela – dijo con un poco de rabia Angela.- 

- para nada. – contestó la Sara. –

Ese vacío que tu comparas con una ficha de un rompecabezas lo hemos tenido todos los seres humanos desde la antigüedad, unos lo reemplazan por el dinero, otros por la fama, otros como tus padres por el prestigio y el trabajo. Cada persona que descubre ese faltante lo llena y trata de llenarlo con lo que lo hace feliz en ese momento, lastimosamente solo los que buscan a ese ser superior que tiene los planos originales de la vida llegan a encontrar la ficha exacta que les hace falta.

- no abuela, por favor. - dijo Angela- no empieces otra vez con ese tema, que bastante tengo con lo que me pasa para escucharte otra vez ese cuento de Jesús.

- está bien mi niña. - dijo Sara. – en ti está la posible solución a todos y cada uno de los problemas que te están afectando, yo solo quiero ayudarte.

En la actualidad, ya habiendo pasado varios años Angela ha probado muchas cosas en el proceso de encontrar esa ficha que le encaje exactamente en su vacío; el fin de semana pasado en su última crisis llegó buscando desconsolada los brazos cariñosos de su comprensiva abuela.


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domingo, 24 de mayo de 2020



HISTORIA # 27

EL AMOR ALIMENTA

En estos días de cuidado voluntario de la salud recordé con nostalgia a una familia, “si a eso se le podía llamar familia”, de campesinos que marcaron mi vida universitaria cuando hacíamos aquellas excursiones por las veredas de nuestro país llevando la buena noticia con un grupo de laicos misioneros. Esa familia que impactó mi vida, estaba conformada por una anciana y enferma abuela, dos pequeños niños que su apariencia dejaba ver un alto grado de desnutrición, ellos habitaban una casucha sucia, con el techo a punto de caerse y los pocos muebles ya estaban a punto de desbaratarse y ni para que decir como estaba la alacena. Esta familia llamó mi atención porque en las actividades que hacíamos con los misioneros eran los primeros en llegar y los últimos en irse a su casa sin importar la hora en que termináramos.

Un día, antes de la reunión con la comunidad, quise hablar con la abuela y sus bisnietos para compartir mi refrigerio con ellos. La abuela un poco reacia a hablar conmigo guardó silencio dejando que los niños comieran de lo que yo les estaba compartiendo. A unos de los pequeños se le aguaron los ojitos al morder ese sanduche frío que yo le regalé, el otro disimuladamente guardó en su bolsillo roto un pedazo que me imagino que era para dárselo a la anciana. Al ver esta escena mi corazón de estremeció al punto de hacer brotar un llanto que no pude controlar.

Cuando los niños terminaron de comer, con una sonrisa que dejaba ver sus tiernos dientes, en coro dijeron: - mil gracias por esta deliciosa comida, hace varios días no comíamos tanto y tan rico. - Dios le pague. –

Esas palabras taladraron mi corazón y mi mente dejándome completamente mudo. Unos minutos después reaccioné preguntándoles cómo eran sus nombres, el mas pequeño dijo que se llamaba Paco y que su hermano era Pepe. Ya sabiendo sus nombres quise saber mas de ellos y pregunté:

- ¿ustedes viven solo con su abuela? –

El mas pequeño respondió:

- sí, nosotros vivimos con ella que es nuestra bisabuela. –

- y ¿el resto de la familia? – pregunté –

Pepe, en voz baja y triste dijo:

- nosotros no conocemos a nadie más de nuestra familia, sólo a nuestra tita que nos cuida con todo su amor. ella, dice que todos se fueron a buscar fortuna a la ciudad y nunca han vuelto por aquí. Mi curiosidad crecía con cada respuesta de los niños y hacía que mi mente volara pensando en la manera de poder ayudarlos; la ternura y la sabiduría que reflejaban los ojos de los integrantes de esa familia, llenaron mi vida de motivos para agradecer por todo lo que tenía, porque muchas veces mi ego equivocadamente hacía que mis respuestas fueran las de un hombre que piensa que todo lo merece.

En una actividad en grupos pequeños me correspondió estar donde estaban Paco y Pepe, quienes me dieron a mi y creo que a todos los que los escuchamos la mas bonita enseñanza que hubiéramos escuchado en nuestras vidas.

La actividad consistía en compartir los motivos por los cuales nosotros damos gracias. Cada uno de los participantes hablamos con palabras que salían del fondo de nuestros corazones. Paco y Pepe, dejaron que todos habláramos con tranquilidad y cuando llegó su turno Paco comenzó diciendo:

- nosotros cada noche antes de dormir en compañía de nuestra bisabuela, hacemos una oración dándole gracias a Dios por los pocos o muchos alimentos que pudimos comer ese día, preparados con tanto amor por nuestra tita; por nuestra ropa que aunque ya un poco desgastada la mantenemos limpia para cubrirnos del frío, por el ranchito donde vivimos los tres que nos protege de la lluvia y del frío. Agradecemos por nuestra única cama que nos calienta a los tres y nos deja descansar calienticos.  

Después de un silencio estremecedor Pepe continúo diciendo:

- En nuestras oraciones agradecemos también por las personas que nos donan el kit de útiles escolares que compartimos mi hermano y yo durante todo el año, gracias a ellos podemos ir a la escuela.

Mientras Pepe hablaba, los demás grupos se fueron acercando a escuchar lo que el niño contaba dejándonos a todos maravillados por la sabiduría de sus palabras, antes de terminar nos invitó a soñar en grande diciendo:

- sueñen en grande porque Dios nunca abandona a los que le dan gracias. -  

A cada uno de los que escuchamos a ese par de niños hablar nos quedó una pregunta: ¿Cómo les podemos ayudar?

Ignacio, el mayor en edad y sabiduría de los misioneros dijo:

- propongo que hagamos una colecta de dinero para arreglarles un poco la casita evitando que se siga deteriorando; Esa propuesta movilizó los corazones de todos y al día siguiente ya estábamos arreglando el techo de la casa, pintando sus paredes, clavando la tubería para el poso séptico, arreglando el fogón de leña, en conclusión haciendo habitable el lugar. fue tanta la acogida que tuvo la propuesta que una familia adinerada que tenia finca cerca a la vereda donó todos los muebles que tenían en la casa del mayordomo para que Pepe, Paco y su bisabuela mejoraran su calidad de vida.

El grupo de misioneros hasta el día de hoy continua en contacto con los líderes que se formaron en aquella época. Hace poco me encontré con Gerardo uno de ellos que me contó que muchos de ellos tomaron la decisión de seguir la vida consagrada y se ordenaron sacerdotes. Que él y Oscar se habían casado con unas maravillosas mujeres que conocieron en esas jornadas de misión.

Cuando le pregunté a Gerardo por Paco y Pepe me dijo que su bisabuela había muerto pocos meses después la remodelación de la casita, y los dos chicos gracias a los programas de la alcaldía habían sido adoptados por la misma familia que les había donado los muebles aquella vez. Y en la actualidad Pepe es veterinario y Paco es ingeniero agrónomo, cada uno conformó una bella familia con una bella pareja de hijos.

Esas dos familias gracias a Dios ya sin  dificultades económicas, están replicando con exactitud las buenas costumbres que Paco y Pepe aprendieron de su anciana bisabuela.

                                                              Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez -  Colombia

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miércoles, 20 de mayo de 2020







HISTORIA # 26


VENTANA AL MUNDO


Los recuerdos de mi estancia en la casa de la abuela los he guardado en mi corazón como un tesoro a lo largo de mi vida, las comidas deliciosas, las jugarretas con los primos, las navidades llenas de regalos, los castigos cuando hacíamos algo malo, los pellizcos que dolían hasta el alma, las idas a la finca a ver ordeñar las vacas, las bajadas al sótano escuchando historias de terror, la molida del maíz para hacer las arepas, las jugadas de golosa, la armada de carros de rodillos, en fin. Aquí me podría quedar llenando páginas y páginas de recuerdos.

En este momento les contaré una de las historias que mas recuerdo la cual compartí con el gato misifu, no se rían así se llamaba el gato criollo que llegó a la casa de la abuela después de un aguacero un tres de mayo, ya ni recuerdo de que año, lo que si recuerdo es que ese gato y yo nos volvimos compinches de muchas aventuras infantiles.

Misufu y yo, corríamos por todos los rincones de la casa, algunas veces sin culpa hacíamos pequeños daños en algún lugar de esta que se convertían en castigos dolorosos y nos alejaban por algunos días, a mí me dejaban encerrado sin juguetes y a él lo encerraban al lado de la perrera en el sótano.

En uno de esos días en que Misifu y yo teníamos el espíritu descubridor y conquistador alborotado, encontramos en el rincón mas alejado de la casa un hueco en la pared que dejaba ver lo que pasaba en la calle sin que nadie se diera cuenta, ese día fue para mi muy especial porque por ese agujero aprendí muchas cosas que aun dan vueltas en mi mente.

Mi amigo gatuno y yo, teníamos horarios definidos para abrir nuestra ventana al mundo: La primera vista era a eso de las siete treinta de la mañana después del desayuno, a esa hora veíamos como todos corrían como locos tratando de llegar temprano al trabajo, además podíamos ver el desfile de las empleadas del servicio hacia la tienda de don Tiberio a comprar el revuelto para el almuerzo y los sábados en la mañana veíamos pasar a muchos hombres caminando pegados a la pared como si se fueran a caer y gritando que yo la quiero mucho, mi amigo y yo no entendíamos nada de lo que decían esos hombres. Los domingos veíamos a las abuelitas y abuelitos en peregrinación hacia la iglesia para escuchar la santa misa de ocho de la mañana.

La segunda visita a la ventana era al medio día, donde podíamos ver a muchas mujeres desfilar de un lado para el otro trayendo y llevando a sus hijos y así poder llegar a tiempo al trabajo. También veíamos como las jovencitas de los colegios femeninos caminaban como modelos en pasarela por las aceras del pueblo esperando un piropo de los chicos del colegio masculino que las miraban con picardía y con ganas de recibir un sí de ellas.

Y la ultima asomada por nuestra ventana secreta era cuando el sol ya se había ocultado y nuestras miradas eran iluminadas por las lámparas de los postes de la esquina, a esas horas veíamos a muchas mujeres con ropas brillantes y maquillaje llamativo recostadas en la pared atentas a la parada de algún vehículo frente a ellas, muchas se subían a los carros y se iban sin rumbo fijo, otras permanecían paradas en la esquina echando humo con un olor penetrante por unos tubitos todos raros. En la noche también se escuchaban a lo lejos canciones como para bailar que salían de la discoteca de la calle del pecado, así era como llamaban en el pueblo la zona donde estaban todos los bailaderos.

También veíamos pasar a hombres y mujeres con ropas harapientas halando una carreta y recogiendo la basura que habían dejado durante todo el día las personas que habían pasado, de esas ultimas personas me sorprendía que siempre las veía cantando y sonriendo sin importarles si el clima estaba bueno o no.

Cuando terminé el colegio fue la última vez que fui a la casa de la abuela, esa temporada fue la última que pasé con Misifu y que usamos la ventana al mundo, después de algunos años mi tío Sergio me contó que a Misifu lo habían encontrado muerto en el rincón mas alejado de la casa cerca a un hueco que al otro lado dejaba ver la calle.

Muchos años más tarde volví al pueblo por motivos de trabajo y quise saber si la casa de la abuela aún existía, porque el pueblo estaba creciendo y muchas de las casas antiguas están siendo demolidas para construir edificios de varios pisos; Para mi sorpresa la casa de la abuela estaba intacta como si el tiempo se hubiera detenido, mis ojos no aguantaron y dejaron salir unas gotas que rodaron por mis mejillas hasta caer al suelo.

Al ver como la casa estaba perfectamente conservada a pesar del paso de los años, llegaron a mi mente miles de recuerdos donde el protagonista era Misifu e inmediatamente corrí a la parte de atrás de la casa donde quería ver si aún estaba nuestra ventana al mundo, ustedes ni se imaginan  cual fue mi sorpresa al encontrar esa significativa perforación exactamente igual a como la habíamos dejado mi amigo gatuno y yo.

Ver mi ventana al mundo igual a como la recordaba me impulsó a buscar la manera de volver a entrar a la casa, y ver quien estaba disfrutando de ella, la alegría que sentía me llevó a tocar a la puerta y solicitar permiso para entrar y recodar esos bellos recuerdos.

Cual fue mi sorpresa cuando la gran puerta de abrió y dejó ver la silueta de doña Gladys, la vecina de toda la vida y muy amiga de mi mamá quien preguntó casi gritando:

- ¿Quién toca la puerta? –

- tímidamente conteste: soy yo doña Gladys,¿recuerda quien soy?-

La anciana además de estar un poco sorda, sus ojos se veían casi blancos por las cataratas que los cubría, como era de esperase no recordaba quien era yo.

- ¿quién eres tú? - - preguntó la anciana –

- soy el hijo de doña Sandra su vecina. –

- ¿el hijo de doña Clara? - - imposible porque Clara no podía tener hijos. Me dijo la bella anciana. –

Al ver que ella no sabia ni lo que decía, toqué la segunda puerta para ver si alguien más salía para concederme el permiso de entrar,  pasados unos segundos se abrió la puerta del zaguán y  salió una mujer que en un principio no reconocí y me pregunto:

- ¿a quién necesita el señor? –

Al escuchar su voz supe que era Luisa, la nieta de doña Gladys a quien recordaba con aprecio.

- soy yo Eduardo, el hijo de doña Sandra. ¿me recuerdas? –

Ella, con algo de duda pensó y dijo.

- ¡Claro! como no recordarte, tu fuiste quien descubrió la “ventana al mundo” que hemos disfrutado muchos de los miembros de mi familia y ahora la estoy disfrutando yo.

- Que maravillosa noticia me acabas de dar - - dije saltando de la alegría –

- ¿me podrías dejar entrar para recordar mi niñez? - - pregunté animado –

- Por supuesto. - dijo Luisa. - entra y aprovecho para preguntarte algo de la historia de esa ventana.

Con mi corazón latiendo a mil, con cada paso que daba por los corredores de la vieja casa llegaban a mi mente los hermosos momentos que viví con mi amigo Misifu.

Cuando estuvimos frente a la ventana, Luisa, señalando una cruz que había a un costado con mucha inquietud me preguntó:

- ¿Sabes que significa esa cruz? –

- Ni idea. - - respondí sin prestarle mucha atención. –

Ella dijo: - creo que ahí debe haber un cuerpo de un animal por que yo he escuchado unos maullidos en las noches.

Esas palabras entraron por mis oídos como dulce melodía y de inmediato recordé que mi tío había enterrado a Misifu en ese sitio.

- ya se quien está debajo de esa cruz. – dije con alegría.

- ¿Quién? -  - preguntó Luisa-

- Misifu mi gato. – quien era mi compañero a la hora de mirar por la ventana. –

- y ¿por qué está ahí enterrado? - - Preguntó Luisa. –

Con lágrimas en mis ojos y mi corazón arrugado respondí:

- mi tío Sergio, me contó que lo habían encontrado muerto tratando de mirar por la ventana y como su cuerpo ya estaba un poco descompuesto, decidieron enterrarlo en ese lugar. –

Cuando vi el reloj me di cuenta de todo el tiempo que había pasado, y reaccioné diciendo:

- Luisa, ya es hora de ver el mundo por nuestra ventana. –

Corrimos a mover la piedra que permitía ver hacia la calle y durante varias horas estuvimos compartiendo las historias que han pasado frente a nuestros ojos gracias a la ventana al mundo, dándonos cuenta que aunque pase el tiempo la humanidad sigue viviendo de la misma manera.

Jaime Eduardo Aristizabal Álvarez - Colombia 




martes, 19 de mayo de 2020






HISTORIA # 25


SUEÑOS ROSADOS


Un domingo estando de paseo con su familia por el río, Edison, un pescador experimentado decidió llevar a sus dos pequeñas hijas a un sitio especial que  había descubierto en una de tantas jornadas de pesca, donde un enorme árbol llamó su atención por lo frondoso de su tronco, al llegar al sitio después de muchos minutos de recorrido, Edison, Melissa y Tania quedaron boquiabiertos al ver un enorme árbol de color rosado que se divisaba a lo lejos sobresaliendo entre los árboles de la selva y su reflejo en el río hacía de ese lugar un sitio mágico. El padre y las dos niñas al ver semejante sitio tan hermoso decidieron ir hasta la base del árbol y parar la barca por unos momentos para dejarse contagiar de la belleza del lugar.

Los tres despertaron del ensueño en que se encontraban cuando los rayos del sol tocaron sus rostros. Edison, al volver en sí y mirar su reloj vio que el reloj marcaba las diecisiete treinta, inmediatamente prendió el motor de la embarcación para alcanzar a llegar de día al puerto y regresar a casa antes de que cayera la noche.

Melissa y Tania, antes de bajar de la embarcación agradecieron con un fuerte abrazo a su padre por el maravilloso paseo que les había regalado esa tarde.

Melissa dijo:

- Papi, este paseo quedará grabado en mi corazón para siempre y se lo contaré a todos mis amigos para que les digan a sus papás que los lleven a ver el árbol rosado.

- que bueno mis niñas, que les haya gustado el paseo. -  - dijo Edison con una tierna sonrisa en sus labios. –

Las emocionadas niñas antes de entrar a la casa comenzaron a gritar para que Alejandra su madre saliera, y le pudieran contar que conocieron un enorme árbol rosado en medio de la selva a la orilla del río. Alejandra, al escuchar semejante escándalo de las niñas abrió la puerta para que entraran y se callaran.

Melissa y Tania, cuando estuvieron cerca de su madre se lanzaron a su cuello entrelazando sus brazos tan fuerte que hicieron tambalear a Alejandra que dando unos pasos para atrás logró mantener el equilibrio.

Alejandra, al ver tanta alegría en sus hijas pregunto:

- ¿Qué es este escándalo? ¿Qué les pasó que vienen tan contentas? –

- Melissa, todavía respirando fuerte contestó:

- Este paseo fue maravilloso y creo que nunca lo olvidaré. –

Tania, con una gran emoción dijo:

- Uff este paseo fue fantástico. –

Alejandra, aterrada al ver tanta emoción en sus hijas le preguntó a su esposo:
- mi amor ¿A dónde las llevaste que vienen tan emocionadas?

- Edison, sin creer la alegría que estaba viendo en sus hijas respondió. –

- si ellas vienen emocionadas, yo vengo aún más sorprendido del regalo que nos dio el río hoy, fue increíble para mi ver que ese enorme árbol que yo admiraba cada vez que pasaba a su lado, se hubiera convertido en un majestuoso árbol que dejaba ver a la distancia un espectacular follaje color rosado intenso; si para mi fue especial me imagino como habrá sido para las chiquitas.

- ¡Increíble! - - dijo sonriendo Alejandra. - - ahora necesito que se den un baño para que me ayuden a servir la comida que ya casi está lista-

- Listo mami - - gritaron al unísono las niñas – corriendo rumbo al baño - - respuesta que dejó anonadada a Alejandra por no haber tenido que repetir una y otra vez la orden.

A la mañana siguiente, Melissa, mientras desayunaba les contó a sus familiares que había soñado con ese árbol hermoso que habían conocido ayer.

- Edison, la interrumpió preguntando:

- ¿qué soñaste mi niña? –  

Ella, con la mayor alegría que sus padres le hubiesen conocido antes respondió:

- soñé, que volvía a ese lugar y al detenerme frente a su tronco se abrió un caminito de pétalos multicolores que me llevó a estar frente a su rugoso tronco, en ese momento sentí una refrescante brisa que caía desde lo más alto del árbol y un viento cálido que levantó la hojarasca dejando al descubierto una tabla que tenía unas letras talladas que no entendí.

Cuando traté de leer lo que la tabla decía escuché una voz que decía:

- Melissa, tú fuiste elegida para que lleves un mensaje de amor a todas las personas que están a tu alrededor-

- ¿Quién eres? Interrumpí aterrada.- 

- tranquila, fuiste elegida por Dios para que seas su mensajera. - - me respondió la voz –

- yo sin dejarlo terminar volví a preguntar. -  

- ¿por qué Dios me trajo hasta aquí para darme ese mensaje, si él sabe que voy todos los domingos a la misa? Podría haberme dicho todo esto en la misa.

La voz me contestó:

- sí, es verdad que Dios sabe que eres una niña juiciosa que asiste a misa todos los domingos, sin embargo, Él quería que compartieras con tu papá y tu hermana ese momento en el que me conociste para que cuando me volvieras a ver en tus sueños no te asustaras.

- y ¿qué tengo que hacer? -  pregunté algo inquieta. –

-  la voz dijo: -

- tienes que estar atenta a las pequeñas cosas que pasan en tu vida, porque a través de ellas entenderás lo que tienes que hacer.

- Está bien. dije. -  - estaré atenta a las pequeñas cosas que pasen alrededor de mi familia, pero ¿cómo y cuándo sabré lo que tengo que hace?- 

- Calma, calma mi pequeña niña - - dijo la voz. - - el Espíritu Santo te irá dando las herramientas para que sepas cómo y cuándo actuar.

- ¿El Espíritu Santo? - - pregunté nuevamente.- 

- tú, en tus oraciones de cada mañana podrás invocarlo tan solo diciendo tres palabras “Espíritu Santo ven” y Él se presentará de varias maneras que poco a poco iras reconociendo.

- En ese momento me desperté quedando muy confusa de lo que escuché. -

- Ahora necesito de su ayuda para poner en práctica todo lo que me enseñó Dios por medio de ese hermoso árbol.

Edison, Alejandra, Melissa y Tania a partir de ese día comenzaron a invocar la presencia del Espíritu Santo y siguen estando dispuestos a dejarse sorprender por los regalos de Dios.



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