domingo, 24 de mayo de 2020



HISTORIA # 27

EL AMOR ALIMENTA

En estos días de cuidado voluntario de la salud recordé con nostalgia a una familia, “si a eso se le podía llamar familia”, de campesinos que marcaron mi vida universitaria cuando hacíamos aquellas excursiones por las veredas de nuestro país llevando la buena noticia con un grupo de laicos misioneros. Esa familia que impactó mi vida, estaba conformada por una anciana y enferma abuela, dos pequeños niños que su apariencia dejaba ver un alto grado de desnutrición, ellos habitaban una casucha sucia, con el techo a punto de caerse y los pocos muebles ya estaban a punto de desbaratarse y ni para que decir como estaba la alacena. Esta familia llamó mi atención porque en las actividades que hacíamos con los misioneros eran los primeros en llegar y los últimos en irse a su casa sin importar la hora en que termináramos.

Un día, antes de la reunión con la comunidad, quise hablar con la abuela y sus bisnietos para compartir mi refrigerio con ellos. La abuela un poco reacia a hablar conmigo guardó silencio dejando que los niños comieran de lo que yo les estaba compartiendo. A unos de los pequeños se le aguaron los ojitos al morder ese sanduche frío que yo le regalé, el otro disimuladamente guardó en su bolsillo roto un pedazo que me imagino que era para dárselo a la anciana. Al ver esta escena mi corazón de estremeció al punto de hacer brotar un llanto que no pude controlar.

Cuando los niños terminaron de comer, con una sonrisa que dejaba ver sus tiernos dientes, en coro dijeron: - mil gracias por esta deliciosa comida, hace varios días no comíamos tanto y tan rico. - Dios le pague. –

Esas palabras taladraron mi corazón y mi mente dejándome completamente mudo. Unos minutos después reaccioné preguntándoles cómo eran sus nombres, el mas pequeño dijo que se llamaba Paco y que su hermano era Pepe. Ya sabiendo sus nombres quise saber mas de ellos y pregunté:

- ¿ustedes viven solo con su abuela? –

El mas pequeño respondió:

- sí, nosotros vivimos con ella que es nuestra bisabuela. –

- y ¿el resto de la familia? – pregunté –

Pepe, en voz baja y triste dijo:

- nosotros no conocemos a nadie más de nuestra familia, sólo a nuestra tita que nos cuida con todo su amor. ella, dice que todos se fueron a buscar fortuna a la ciudad y nunca han vuelto por aquí. Mi curiosidad crecía con cada respuesta de los niños y hacía que mi mente volara pensando en la manera de poder ayudarlos; la ternura y la sabiduría que reflejaban los ojos de los integrantes de esa familia, llenaron mi vida de motivos para agradecer por todo lo que tenía, porque muchas veces mi ego equivocadamente hacía que mis respuestas fueran las de un hombre que piensa que todo lo merece.

En una actividad en grupos pequeños me correspondió estar donde estaban Paco y Pepe, quienes me dieron a mi y creo que a todos los que los escuchamos la mas bonita enseñanza que hubiéramos escuchado en nuestras vidas.

La actividad consistía en compartir los motivos por los cuales nosotros damos gracias. Cada uno de los participantes hablamos con palabras que salían del fondo de nuestros corazones. Paco y Pepe, dejaron que todos habláramos con tranquilidad y cuando llegó su turno Paco comenzó diciendo:

- nosotros cada noche antes de dormir en compañía de nuestra bisabuela, hacemos una oración dándole gracias a Dios por los pocos o muchos alimentos que pudimos comer ese día, preparados con tanto amor por nuestra tita; por nuestra ropa que aunque ya un poco desgastada la mantenemos limpia para cubrirnos del frío, por el ranchito donde vivimos los tres que nos protege de la lluvia y del frío. Agradecemos por nuestra única cama que nos calienta a los tres y nos deja descansar calienticos.  

Después de un silencio estremecedor Pepe continúo diciendo:

- En nuestras oraciones agradecemos también por las personas que nos donan el kit de útiles escolares que compartimos mi hermano y yo durante todo el año, gracias a ellos podemos ir a la escuela.

Mientras Pepe hablaba, los demás grupos se fueron acercando a escuchar lo que el niño contaba dejándonos a todos maravillados por la sabiduría de sus palabras, antes de terminar nos invitó a soñar en grande diciendo:

- sueñen en grande porque Dios nunca abandona a los que le dan gracias. -  

A cada uno de los que escuchamos a ese par de niños hablar nos quedó una pregunta: ¿Cómo les podemos ayudar?

Ignacio, el mayor en edad y sabiduría de los misioneros dijo:

- propongo que hagamos una colecta de dinero para arreglarles un poco la casita evitando que se siga deteriorando; Esa propuesta movilizó los corazones de todos y al día siguiente ya estábamos arreglando el techo de la casa, pintando sus paredes, clavando la tubería para el poso séptico, arreglando el fogón de leña, en conclusión haciendo habitable el lugar. fue tanta la acogida que tuvo la propuesta que una familia adinerada que tenia finca cerca a la vereda donó todos los muebles que tenían en la casa del mayordomo para que Pepe, Paco y su bisabuela mejoraran su calidad de vida.

El grupo de misioneros hasta el día de hoy continua en contacto con los líderes que se formaron en aquella época. Hace poco me encontré con Gerardo uno de ellos que me contó que muchos de ellos tomaron la decisión de seguir la vida consagrada y se ordenaron sacerdotes. Que él y Oscar se habían casado con unas maravillosas mujeres que conocieron en esas jornadas de misión.

Cuando le pregunté a Gerardo por Paco y Pepe me dijo que su bisabuela había muerto pocos meses después la remodelación de la casita, y los dos chicos gracias a los programas de la alcaldía habían sido adoptados por la misma familia que les había donado los muebles aquella vez. Y en la actualidad Pepe es veterinario y Paco es ingeniero agrónomo, cada uno conformó una bella familia con una bella pareja de hijos.

Esas dos familias gracias a Dios ya sin  dificultades económicas, están replicando con exactitud las buenas costumbres que Paco y Pepe aprendieron de su anciana bisabuela.

                                                              Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez -  Colombia

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5 comentarios:

  1. Debemos ser agradecidos no sólo con lo que tenemos sino agradecidos en compartir. Ahí es donde está la esencia de la vida. Gracias Jaime por tu mensaje.

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  2. Dar gracias siempre por bueno y por lo que nos da experiencia, esa es la clave del éxito!
    Gracias Jaime, hoy como en otras ocasiones estás palabras llegaron en el momento exacto 🌻

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  3. Gracias Jaime! Estas Historias nos hacen ver y analizar lo egoístas que somos, tenemos tanto, tenemos todo y muchas veces no recordamos que hay tantas bocas hambrientas necesitadas de amor, de guía, de consejos, de alimentos. ... .

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  4. Gracias mi amigo, hermoso mensaje

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  5. Me gustó mucho la historia,nos enseña a ser agradecidos de a no perder la fe y a no darnos por vencidos....gracias Jaime

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