miércoles, 29 de abril de 2020
lunes, 27 de abril de 2020
A partir de ese día, en la agencia de Margarita aumentaron las cotizaciones de planes para el tour gastronómico de viajeros del país africano.
domingo, 26 de abril de 2020
El último día de la semana, borrascoso y frio, mientras la
gordiflona estrella solar ocultaba su figura tras el cordón montañoso, ellos aguardaban impacientemente de
pie, la llegada del autobús del sistema integrado de transporte más cercana a sus
empleos; cuando las saetas del cronógrafo marcaban
las dieciocho treinta horas, los dos percibieron su presencia. Aun siendo
completamente inéditos entrecruzaron algunos vocablos, despellejando del mal
servicio del sistema, y un centenar de picarescas ojeadas a la humanidad del
otro. Luego de varios minutos, él, haciendo sonar su
gruesa y melodiosa voz, con un pausado ritmo que reflejaba su galantería,
El: ¿Dónde trabajas? Atropellándolo con una indiferente mirada de sus penetrantes ojos negros, Ella: en el séptimo
piso del edificio central, en un laboratorio clínico. (que
tipo tan insistente, aunque mirándolo bien
está bien parecido, y tiene muy bonita voz ¿estará libre?) El: ¿En el
edificio central? me parece increíble que no nos hallamos encontrado antes, Ella:
¿por qué tendríamos que habernos encontrado? La ciudad es muy grande, (que mujer tan brava, ¿así será siempre? Aunque también está
muy linda, ¿tendrá pareja?) El: Tranquila, no hay problema, no quiero
incomodarle, solo quería hacer la espera más amena, disculpe, Ella: Oh, no, no
hay problema, discúlpeme usted a mí, la respuesta tan brusca, es que, he tenido
experiencias poco agradables y ya no confío en nadie, sin embargo, su rostro me
genera confianza. (la verdad, lo que me produces es
deseos de conocerte tus zonas ocultas) ¿Usted donde trabaja?, El: trabajo en el piso trece del mismo edificio,
en una oficina de arrendamientos, Ella: sí es increíble, que estando en el
mismo edificio y esperando el mismo sistema de transporte, nunca nos hayamos
cruzado, (que desperdicio, mira esa sonrisa, ese
cabello, uff esta como para dejarse querer) El: La vida nos pone en el
sitio exacto, a la hora exacta, para conocer a alguien especial, y hoy me tocó
a mí, el estupendo regalo de conocerla a usted. Con el
rostro sonrojado que resaltaba su constelación de fantasiosos lunares, lo
miró sonriendo, (y es hasta filosofo ja,ja,ja, que
rico fuera que estuviera soltero, para hacerlo caer en tentación) Ella: lo mismo digo, es una fortuna
conocer gente amable en estos desesperantes momentos de espera.
La insaciable y microscópica llovizna aún se precipitaba
sobre la totalidad de la metrópoli, haciendo la espera más insoportable.
La menuda y bien formada humanidad de ella tiritaba de
frio, por estar sólo cubierta con un blusón celeste tejido con finos hilos de
seda, que cubría su torso y sus bien formados remos, y de una diminuta basquiña
bermellón, que dejaban al aire sus torneados y bronceados muslos. además,
portaba unos largos borceguís de cabritilla azabaches. él enderezando su mediana contextura corporal y estirando sus
brazos fortachones, haciendo alarde de ser un galán principesco, para
capturar su total atención, se despojó de su gabán plomizo y cubrió por
completo el cuerpo de la agradecida mujer (con este
detalle sí caerá redondita a mis brazos), que le estaba robando toda su
atención allí parado en la fría noche capitalina. Ella tímidamente aceptó el
abrigo y de inmediato su cuerpo recuperó la temperatura de confort. (este es mi hombre, detallista, de buena conformación, de
mi estatura, faltará conocerlo mejor para dejarme querer y quererlo como nos lo
merecemos)
Después de unos inmisericordes y helados cincuenta minutos de espera y
sin ninguna probabilidad de que llegase el autobús, él dejando ver a la vista de todos, su caballerosidad volteó
a mirarla. El: La noche está que congela, el sistema de transporte
colapsado, nosotros con deseos de un exquisito trago de alguna bebida caliente,
para salir de la hipotermia. la invito a que nos tomemos un cafecito, en el
local de café que hay en el primer piso del edificio central, y luego si a usted
no le molesta y me lo permite la acompaño hasta su casa en un taxi. (que diga que sí, que diga que sí) Ella deslumbrada
por tanta caballerosidad, aceptó encantada la invitación. (definitivamente este hombre vale la pena, me dejaré
atender a ver hasta dónde llega) Entonces caminaron junticos arropándose
con el emparamado y oloroso abrigo hasta el dichoso local, donde se tomarían el
tan anhelado brebaje caliente. Al llegar al lugar, se percataron que la única
mesa disponible estaba justo al lado de la chispeante y ardiente chimenea, que
generaba el ambiente propicio para combatir el penetrante e insoportable frio,
y compartir una inolvidable velada con una excelente compañía. Ellos sin reparo
alguno, ocuparon la mesa y ordenaron para comenzar, dos exquisitos café Moka.
Minutos después, ya
habiendo recuperado su temperatura corporal, ambos sintieron como sus
solitarias entrañas fueron atravesadas por las carismáticas saetas de Cupido,
que los hizo navegar por los aires de aquel fantástico lugar. El: ¿deseas tomar
algo más? Ella: pues, por mi encantada, aunque no sé qué tengas que hacer tu
más tarde, El: tranquila, este ambiente idílico y la placentera compañía me
despertaron el instinto conquistador, ahora iré tras el espléndido amor de mi
doncella, Ella: entonces saca todo el arsenal y sorpréndeme, El: pidamos algo
más fuerte, ¿tinto o blanco? Ella: tinto.
Al
calor de la absorbente y abrazadora fogata y del exquisito morapio, pasaron las
horas sin que ellos se dieran cuenta, de que el intrépido cronómetro estaba a
punto de marcar la media noche, y el acicalado establecimiento estaba
clausurando sus placenteras prestaciones por ese día. Cuando el mesero les
trajo la cuenta, El: Yo pago, porque, como dice mi abuelo, “Donde hay hombres
las mujeres no sufren”. Es por eso que te llevaré a la puerta de tu casa como
si fueras una princesa, aunque este príncipe no tenga carruaje propio. Ella: La
princesa encontró en esta friolenta e imborrable velada, a su príncipe azul, y
se dio cuenta que los pequeños detalles y la buena compañía, son más
importantes para conquistar su corazón, que tener un carruaje lujoso. Estando a las afuera del antojadizo local, sobre la
congelada y solitaria acera en una céntrica arista, él con un
insospechado ademan detuvo un taxi.
Desde esa
friolenta y fantástica noche, ellos continúan esperando juntos el autobús en el
mismo lugar. Cada viernes cumplen su fervoroso encuentro con Eros, para ingerir
en ese estimulante y afrodisiaco cáliz la porción exacta del exquisito vino
tinto que seguirá alimentando sus idílicos encuentros, al calor de aquella
chimenea que encendió su romance.
*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*
sábado, 25 de abril de 2020
EXCURSIÓN A UN NUEVO MUNDO
jueves, 23 de abril de 2020
¿y nunca se supo de la familia del abuelo? - preguntó Matilde -
Nunca, respondió con una sonrisa la madre.
Monumentos R.A.B. en Medellín En aquel caluroso crepúsculo del último viernes de mayo, cuando Juanito les contó sobre sus tareas de fi...
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DELEITE FELINO En un amoratado y perspicaz ángelus sabatino, desde la energúmena cristalera cuadrilátera, atisbaban los fisgones mininos...
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SIN DIRECCIÓN El enloquecedor vaivén de las olas, era el semillero donde germinó la almendra de nuestro idilio, y a pesar de su ausencia...