miércoles, 29 de abril de 2020







HISTORIA # 18


EN EL RINCÓN DE LA ABUELA



Berenice, en la jornada de arreglo de su habitación durante la cuarentena, encontró en el chifonier una bolsa de tela donde había guardado desde que era una niña los retazos en los que aprendió a tejer en el rincón de la abuela Teresa, donde pasaba tardes enteras enredando los hijos, tratando de aprenderle algún arte a la abuela.

Cuando tenia la mitad de los retazos encima de su cama apareció Tania, su hija, que al ver todos esos pedazos de tela en la cama se lanzó como si fuera una piscina haciendo volar por los aires los pedazos de tela. La madre enojada por el desorden que hizo la pequeña, la castigó y le dijo que se fuera para su habitación y se quedara allá hasta nueva orden. La chiquilla salió arrojando por sus ojos unas enormes gotas.

Cuando Berenice terminó de sacar los retazos de la bolsa, sintió remordimiento por el regaño que le dio a su hija, y fue hasta su cuarto para levantarle el castigo y la encontró buscando con desespero algo en su mesita de noche, al verla le preguntó:

- Hijita, ¿qué estás buscando con tanta intensidad? -

- La foto de tu abuela Teresa – contestó rabiosa la niña.

La madre intrigada preguntó nuevamente:

- ¿Para qué quieres ver la foto de la abuela Teresa? –

Es que me acordé que tú me habías contado y mostrado una foto cuando estabas en el rincón de la abuela aprendiendo a tejer.

Que buena memoria tienes mi niña, esa foto es una de mis favoritas y la conservo como un tesoro.

- Mami, mami, ¿qué aprendiste a hacer con la abuela Teresa? -   - preguntó con inquietud la pequeña  Tania. –

Aprendí muchas cosas, entre las cuales están:  el punto de cruz, el crochet, el bordado español, a colocar los botones en las camisas, tejer en malla, hacer cubre lechos en telar manual, macramé y otras muchas otras manualidades.

Sabes mi chiquita que es lo más importante que le aprendí a la abuela Teresa.
- ¿Que fue mami? – preguntó la Tania. 

Que debemos ser honestos siempre, dar gracias a Dios todos los días por las cosas nos da, hablar siempre en positivo, amar la naturaleza, disfrutar cada momento como si fuera el último, comer alimentos sanos, agradecer por la familia, y muchas otras cosas que ya ni recuerdo por que fue hace muchos años.

Mami, ¿te acuerdas como hacer todas esas cosas? Para que me enseñes. – exclamó la niña –

Berenice, con una gran sonrisa en sus labios respondió:

Todas las cosas no las recuerdo, porque esas labores son de práctica y yo hace muchos años deje de hacerlas; sin embargo, estoy segura que lo que bien se aprende jamás se olvida.

Mañana buscamos en el costurero algunos materiales y comenzamos a que tu aprendas los bellos artes de tu bisabuela Teresa.



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lunes, 27 de abril de 2020




HISTORIA # 17

MANJARES DE MI TIERRA

A Margarita la directora de una prestigiosa agencia de viajes colombiana con cobertura internacional, un cliente de la aristocracia de Etiopía que acababa de aterrizar en Colombia en plan de turismo le preguntó:

- Señorita ¿Cuál es el manjar más rico de su país?

Ella, sorprendida con la pregunta, quedó por varios minutos en completo silencio pensando qué responderle al señor; como por arte de magia se le ocurrió decirle que lo invitaba a que él mismo descubriera durante su recorrido por el país cual es el manjar más delicioso.

El señor algo inquieto aceptó, aunque la respuesta de margarita lo dejó pensando en que serian pocos los manjares que disfrutaría durante el viaje.

En su primer destino el aristócrata viajero recorrió la sabana de Bogotá, probando los deliciosos postres de Sopó, las mazorcas en Monserrate, la fritanga en el palacio del colesterol, el ajiaco santafereño y el chocolate con queso en el norte de la sabana.

En el segundo destino llegó a Bucaramanga, probando la pepitoria, las hormigas culonas, el cabrito asado, el mute, la carne oreada, y el bocadillo veleño; quedando gratamente sorprendido con este ultimo.

Luego, voló a Cartagena de Indias donde degustó el arroz con coco, el sancocho de pescado, la arepa de huevo y las cocadas de las palenqueras.

Días después aterrizó en Medellín donde degustó la famosa bandeja paisa, el mondongo, la arepa con quesito, el chorizo, los buñuelos de sabaneta y las arepas con todo.  

Pasó luego a la ciudad de Cali degustando el champús, el pandebono, el cholado, el manjar blanco, las empanadas vallunas y el arroz atollado.

Rumbo a la ciudad de Neiva, se detuvo en el municipio del Espinal Tolima donde le ofrecieron el quesito envuelto en hoja de viao quedando como loco por la delicia de ese producto.

Después voló a la ciudad de Pasto donde comió cuy, frito pastuso, empañadas de añejo, el helado de paila y trucha.

Al volver a la capital, Margarita lo estaba esperando con la misma pregunta que el viajero le había hecho a su arribo a Colombia.

Mi Señor, después de recorrer las principales regiones de mi país ya me puede responder con su experiencia ¿Cuál es el manjar más rico de Colombia?

¡Por supuesto! este país es maravilloso y tiene una gastronomía deliciosa, aunque me faltaron muchas regiones por visitar, le cuento que para mi gusto personal, el más delicioso manjar de este país es el quesillo del municipio del Espinal Tolima, acompañado con un bocadillo de Vélez Santander. 

Este fue un excelente viaje que recomendaré a mis coterráneos para que vengan a visitar este bello país, y que degusten su gastronomía, la cual  puede competir con la de cualquier país del mundo

A partir de ese día, en  la agencia de Margarita aumentaron las cotizaciones  de planes para el tour gastronómico de viajeros del país africano.




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HISTORIA # 16


EMOCIÓN EXTREMA 



Frente al televisor viendo su canal favorito de deportes, Pachito, le pregunta a su papá:

- Papi, en tu época de niño, ¿cuál era tu deporte extremo?

Gabriel, el padre, en unos minutos de silencio recordó sus aventuras de infancia, y le respondió a su inquieto hijo, contándole:

En mis años de infancia éramos unos niños muy felices, que jugábamos en la calle después de hacer las tareas de la escuela, nos reuníamos frente a la tienda de doña Gladys en donde comprábamos gaseosas y papitas fritas, y después hacíamos con tiza de colores rayuelas, con las canicas jugábamos cuadro, y por los bordes de la acera apostábamos carreras con los carritos de colección de esquina a esquina.

- Papi. ¿eso era lo más extremo que hacían? Preguntó burlándose el niño. –
- No te burles de mí. dijo sonriente Gabriel. -  

Espera yo me acuerdo de otras cositas que hacíamos.

Ya me acorde de algo extremo que hacíamos en esa época. Imagínate que con mis amigos de cuadra le dábamos la vuelta al barrio tocando los timbres de las casas agachados para que no nos vieran y poder salir a toda velocidad hasta llegar al punto de partida donde ganaba el primero que llegara.

- Papi, ¿eso era todo? Preguntó el burletero niño. -

-  Déjame terminar - - dijo Gabriel.-

De las ultimas veces que hicimos esa travesura me quedó el más grande recuerdo del regaño y el castigo que me dio tu abuelo.

- ¿Qué hiciste? -  - intrigado preguntó el niño.

Cuando mis amiguitos propusieron jugar con los timbres, a mí se me ocurrió que en vez timbrar con los dedos, timbráramos con una piedra para ver como quedaban los timbres.

- Uy papi, eso sí estuvo mal hecho, con razón te castigaron. -  - Interrumpió Pachito. –

Si hijo eso estuvo mal hecho, y para mi desgracia la señora de la casa donde timbré con la piedra era conocida de mi hermana y estaban asomada a la ventana y me vio correr, ya te podrás imaginar que paso después.

En tono sarcástico exclamó Pachito:  

- Uy papi, yo creía que tu habías sido juicioso como yo, pero hora veo que no fue así. –

- Y entonces ¿de aventura extremas no te acuerdas? – preguntó el niño.

Déjame yo pienso, es que a mi edad la memoria me falla por momentos.
Ya, ahora sí, espero que esta si te convenza. -dijo Gabriel.

Mi barrio quedaba en la parte baja de una gran montaña, de donde nos tirábamos por sus empinadas calles en unos carros de madera que hacíamos con las tablas de las cajas donde nuestros padres traían las frutas de la plaza de marcado, para las ruedas conseguíamos en la ferretería del barrio unas balineras metálicas que sonaban y chispeaban al tener contacto con el pavimento.

Para que te hagas una idea de como eran los improvisados carros, el próximo sábado cuando llegue al barrio Pepe el reciclador te fijas como es el carro en donde almacena y transporta el material.

- Papi, papi. ¿qué velocidad alcanzaban? -    -preguntó emocionado Pachito
Con una fuerte carcajada Gabriel respondió:

- No te podría responder con exactitud por que en esa época no teníamos nada de tecnología para hacerlo.

-Ah, qué pesar -   - exclamó con tristeza Pachito-

El padre continuó diciendo: lo que si te puedo decir es que alcanzábamos mucha velocidad y corríamos mucho peligro, por que la vía por donde bajábamos era una calle muy transitada, y nos tocaba entre todos avisar cuando no venían carros para poder bajar y disfrutar la sensación y sentir la adrenalina que se generaba al bajar.

- ¿Alguien salió herido alguna vez? Preguntó Pachito inquieto.

- Gracias a Dios, nadie salió herido de gravedad, respondió Gabriel. –

- Y te cuento algo más. -  - dijo Gabriel. -  desde esa época, en una ciudad que se llama Manizales en el eje cafetero de Colombia, cada año en las ferias que se celebran en el mes de enero, se lleva a cabo un campeonato nacional de estos carros de rodillos por sus empinadas calles.

- Hijo, me acabo de acordar que la mama de un amigo que era artista, alguna vez nos pintó en una técnica toda rara con la que ella hacia sus obras, a los cuatro más amigos montados en un carro bajando por la calle, mañana me ayudas a buscar la fotografía en el baúl de los recuerdos.

- Listo papa, mañana buscamos la fotografía del deporte extremo de tu época.-  - Respondió Pachito - levantándose del sofá rumbo a la cocina en busca de comida para continuar viendo su canal de deportes favorito.



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domingo, 26 de abril de 2020




EXCUSAS  PARA EL AMOR

El último día de la semana, borrascoso y frio, mientras la gordiflona estrella solar ocultaba su figura tras el cordón montañoso, ellos aguardaban impacientemente de pie, la llegada del autobús del sistema integrado de transporte más cercana a sus empleos; cuando las saetas del cronógrafo marcaban las dieciocho treinta horas, los dos percibieron su presencia. Aun siendo completamente inéditos entrecruzaron algunos vocablos, despellejando del mal servicio del sistema, y un centenar de picarescas ojeadas a la humanidad del otro. Luego de varios minutos, él, haciendo sonar su gruesa y melodiosa voz, con un pausado ritmo que reflejaba su galantería, El: ¿Dónde trabajas? Atropellándolo con una indiferente mirada de sus penetrantes ojos negros, Ella: en el séptimo piso del edificio central, en un laboratorio clínico. (que tipo tan insistente, aunque mirándolo bien está bien parecido, y tiene muy bonita voz ¿estará libre?) El: ¿En el edificio central? me parece increíble que no nos hallamos encontrado antes, Ella: ¿por qué tendríamos que habernos encontrado? La ciudad es muy grande, (que mujer tan brava, ¿así será siempre? Aunque también está muy linda, ¿tendrá pareja?) El: Tranquila, no hay problema, no quiero incomodarle, solo quería hacer la espera más amena, disculpe, Ella: Oh, no, no hay problema, discúlpeme usted a mí, la respuesta tan brusca, es que, he tenido experiencias poco agradables y ya no confío en nadie, sin embargo, su rostro me genera confianza. (la verdad, lo que me produces es deseos de conocerte tus zonas ocultas) ¿Usted donde trabaja?, El: trabajo en el piso trece del mismo edificio, en una oficina de arrendamientos, Ella: sí es increíble, que estando en el mismo edificio y esperando el mismo sistema de transporte, nunca nos hayamos cruzado, (que desperdicio, mira esa sonrisa, ese cabello, uff esta como para dejarse querer) El: La vida nos pone en el sitio exacto, a la hora exacta, para conocer a alguien especial, y hoy me tocó a mí, el estupendo regalo de conocerla a usted. Con el rostro sonrojado que resaltaba su constelación de fantasiosos lunares, lo miró sonriendo, (y es hasta filosofo ja,ja,ja, que rico fuera que estuviera soltero, para hacerlo caer en tentación)  Ella: lo mismo digo, es una fortuna conocer gente amable en estos desesperantes momentos de espera.

           La insaciable y microscópica llovizna aún se precipitaba sobre la totalidad de la metrópoli, haciendo la espera más insoportable. La menuda y bien formada humanidad de ella tiritaba de frio, por estar sólo cubierta con un blusón celeste tejido con finos hilos de seda, que cubría su torso y sus bien formados remos, y de una diminuta basquiña bermellón, que dejaban al aire sus torneados y bronceados muslos. además, portaba unos largos borceguís de cabritilla azabaches. él enderezando su mediana contextura corporal y estirando sus brazos fortachones, haciendo alarde de ser un galán principesco, para capturar su total atención, se despojó de su gabán plomizo y cubrió por completo el cuerpo de la agradecida mujer (con este detalle sí caerá redondita a mis brazos), que le estaba robando toda su atención allí parado en la fría noche capitalina. Ella tímidamente aceptó el abrigo y de inmediato su cuerpo recuperó la temperatura de confort. (este es mi hombre, detallista, de buena conformación, de mi estatura, faltará conocerlo mejor para dejarme querer y quererlo como nos lo merecemos)

           Después de unos inmisericordes y helados cincuenta minutos de espera y sin ninguna probabilidad de que llegase el autobús, él dejando ver a la vista de todos, su caballerosidad volteó a mirarla. El: La noche está que congela, el sistema de transporte colapsado, nosotros con deseos de un exquisito trago de alguna bebida caliente, para salir de la hipotermia. la invito a que nos tomemos un cafecito, en el local de café que hay en el primer piso del edificio central, y luego si a usted no le molesta y me lo permite la acompaño hasta su casa en un taxi. (que diga que sí, que diga que sí) Ella deslumbrada por tanta caballerosidad, aceptó encantada la invitación. (definitivamente este hombre vale la pena, me dejaré atender a ver hasta dónde llega) Entonces caminaron junticos arropándose con el emparamado y oloroso abrigo hasta el dichoso local, donde se tomarían el tan anhelado brebaje caliente. Al llegar al lugar, se percataron que la única mesa disponible estaba justo al lado de la chispeante y ardiente chimenea, que generaba el ambiente propicio para combatir el penetrante e insoportable frio, y compartir una inolvidable velada con una excelente compañía. Ellos sin reparo alguno, ocuparon la mesa y ordenaron para comenzar, dos exquisitos café Moka.

          Minutos después, ya habiendo recuperado su temperatura corporal, ambos sintieron como sus solitarias entrañas fueron atravesadas por las carismáticas saetas de Cupido, que los hizo navegar por los aires de aquel fantástico lugar. El: ¿deseas tomar algo más? Ella: pues, por mi encantada, aunque no sé qué tengas que hacer tu más tarde, El: tranquila, este ambiente idílico y la placentera compañía me despertaron el instinto conquistador, ahora iré tras el espléndido amor de mi doncella, Ella: entonces saca todo el arsenal y sorpréndeme, El: pidamos algo más fuerte, ¿tinto o blanco? Ella: tinto. 

          Al calor de la absorbente y abrazadora fogata y del exquisito morapio, pasaron las horas sin que ellos se dieran cuenta, de que el intrépido cronómetro estaba a punto de marcar la media noche, y el acicalado establecimiento estaba clausurando sus placenteras prestaciones por ese día. Cuando el mesero les trajo la cuenta, El: Yo pago, porque, como dice mi abuelo, “Donde hay hombres las mujeres no sufren”. Es por eso que te llevaré a la puerta de tu casa como si fueras una princesa, aunque este príncipe no tenga carruaje propio. Ella: La princesa encontró en esta friolenta e imborrable velada, a su príncipe azul, y se dio cuenta que los pequeños detalles y la buena compañía, son más importantes para conquistar su corazón, que tener un carruaje lujoso. Estando a las afuera del antojadizo local, sobre la congelada y solitaria acera en una céntrica arista, él con un insospechado ademan detuvo un taxi.

         Desde esa friolenta y fantástica noche, ellos continúan esperando juntos el autobús en el mismo lugar. Cada viernes cumplen su fervoroso encuentro con Eros, para ingerir en ese estimulante y afrodisiaco cáliz la porción exacta del exquisito vino tinto que seguirá alimentando sus idílicos encuentros, al calor de aquella chimenea que encendió su romance.

 

*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*





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sábado, 25 de abril de 2020






HISTORIA # 14

EXCURSIÓN A UN NUEVO MUNDO 


 A Tiama, la princesa del reino de la madera, en su día de cumpleaños número 15, su padre le prometió cumplir el deseo más grande que tuviera en su corazón, la niña después de pensarlo varios minutos le dijo:

- Padre, mi deseo es conocer el mundo de los humanos –

El padre sorprendido por la petición de su hija quinceañera le preguntó:

- Mi niña ¿estás segura de tu deseo? –

La quinceañera con sus ojos brillantes dio un si con la cabeza; El padre cumpliendo su promesa comenzó a organizar la excursión de su hija al mundo de los humanos, y al día siguiente estando con la niña de sus ojos en su lugar de trabajo le mostró una ventana mágica que la llevaría al mundo de los humanos.

La jovencita con mucha alegría quiso lanzarse de una vez por la ventana, su padre la tomó del brazo y le advirtió que se encontraría con un mundo desconocido, y que tenía que ir con mucha paciencia descubriendo aquel mundo donde vería cosas que sus tiernos ojos no habían visto jamás.

Después de un gran suspiro, la adolescente se preparó para abrir con mucho cuidado y curiosidad la ventana mágica que la llevaría a ese mundo del que había escuchado tantas cosas interesantes para sus 15 años. 

Lentamente se fue abriendo la ventana y una luz brillante ocupó todo el espacio, haciendo que los ojos de la joven quedaran sin ver nada, minutos más tarde recobró la vista y sacó la cabeza por la ventana y comenzó a descubrir las maravillas del mundo humano.

Al salir por la ventana, Tiama, quedó parada en un frondoso bosque en el centro de un parque de una gran ciudad, comenzó a caminar por el césped, respirando profundamente y agradeciendo a su padre por estar cumpliendo su sueño.

Después de dar algunos pasos por el bosque citadino, la inquieta jovencita quiso salir rápidamente de este lugar para descubrir el sorprendente mundo con el que cumpliría su sueño.

Terminaron sus pasos por el bosque, Tiama, se encontró de pie en una esquina de un semáforo con la luz roja, que mantenía detenido un río de automóviles que hacían sonar sus bocinas generando un ruido ensordecedor para la visitante. Cuando la luz verde se abrió campo el torrente de automotores fluyó dejando una nube de polución que hizo estornudar a Tiama.

Perdida en el espacio sin saber para donde caminar, la princesa de madera miró a su alrededor con la intensión de preguntarle a alguien donde se encontraba, a lo lejos vio venir hacia ella a un joven apuesto que robó su mirada y espero que estuviera más cerca para preguntarle su ubicación.

El joven se detuvo justo al lado de Tiama, mirándola con algo de picardía en su voz, se presentó diciendo:

- Hola soy Óscar, y tu ¿quién eres? –

La jovencita inexperta sonrió y dijo:

- Hola, mucho gusto, yo soy Tiama. –

¿Tiama? Que clase de nombre es ese. Dijo en medio de una carcajada el apuesto joven.

Es mi nombre, y es un nombre de princesa en mi mundo en honor de una fina madera.

- ¿De qué mundo me hablas? – preguntó en tono irónico Oscar. –

- Del mundo de la madera – contestó la ingenua jovencita.

- Debes estar loca - diciendo que eres del mundo de la madera, mírate eres de carne y hueso.

En ese momento llegó a la esquina donde estaba la princesa con el joven un niño harapiento con un recipiente de plástico diciendo:

- Por favor me regala una monedita para llevarle a mi mama. -    
  
Tiama, al ver al pequeño pidiendo monedas, esculcó sus bolsillos y no encontró nada que darle al menor. Volteo a mirar a su nuevo amigo y ya no lo encontró.

A lo lejos se escuchaba una gritería que decía:

- Cójanlo, cójanlo, es un ladrón –

Tiama, volteo a mirar hacia donde se escuchaba los gritos y vio venir a un jovencito con un objeto en sus manos que no logró identificar y detrás venían corriendo unos señores vestidos de verde abriéndose paso entre las personas que caminaban por la acera.

La joven inexperta no entendía que estaba pasando y se quedó paralizada hasta que pasara el joven y toda esa gente que lo perseguía.

Ella, no entendía el por qué en tan pocos minutos le habían pasado tantas cosas raras que en su mundo jamás había visto. Pensando en regresar a su mundo, se volteo para regresar al bosque y como un huracán vio pasar a una chica que le arrebato la cadena que colgaba de su cuello y que casi la hace caer al suelo.

Atemorizada por todo lo que vivió en tan poco tiempo, Tiama, Como una gacela avanzó por el bosque buscando el árbol donde estaba la ventana que su padre había abierto para cumplir su sueño.

Pasados unos minutos, muy asustada por no encontrar ese dichoso árbol que la llevaría de nuevo a su tranquilo mundo de madera, Tiama se acostó sobre las raíces de un enorme árbol a llorar por sentirse perdida en un mundo que no era el de ella. Las lagrimas de la joven penetraron la corteza del viejo árbol e inmediatamente este tomó forma humana y le dijo:

- tranquila princesa Tiama - no está perdida, ya me comuniqué con tu padre y ya está abriendo la ventana para que regrese a nuestro mundo.

La ventana se abrió mágicamente en el arbolito que estaba creciendo junto al gigante y con agilidad felina la princesa corrió a los brazos de su padre y juró que no volvería a pedir un deseo para salir de su reino.




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jueves, 23 de abril de 2020






HISTORIA # 13


RECUERDOS DE MI ABUELO


Buscando actividades para hacer durante la cuarentena, Matilde, abrió el escaparate de la habitación de su mamá, donde tenía guardados todos los recuerdos de la familia, encontró en la parte alta del mueble los álbumes de papel negro donde estaban delicadamente pegadas y en orden cronológico las fotografías de sus abuelos, al ver este tesoro tan bien conservado comenzó a pasar una a una las hojas queriendo identificar quienes eras las personas que aparecían en cada foto.

Al pasar a la tercera hoja, cayó al piso una fotografía que en su revés tenía una nota que decía:

- abril 23 de 1935. - este fue el día que me perdí en la plaza de mercado, cuando acompañaba a mi abuelo Luis a mercar –

Matilde, al leer la antigua nota quiso saber algo más acerca de ese día de aventura, e inmediatamente soltó el álbum y fue a mostrarle la fotografía a su madre que estaba tomando el sol en el patio trasero de la casa, al llegar al solar, Matilde, vio como su madre dormía plácidamente en su silla y no quiso despertarla.

A los pocos minutos, la inquieta investigadora escuchó la voz de su madre quien la llamaba desde el patio, rápidamente Matilde fue a atender a su madre y le preguntó que si ella recordaba alguna historia del bisabuelo Ernesto.

A la anciana Laura, se le subieron los colores al rostro y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo:

- Del bisabuelo Ernesto hay muchas historias que contar, pero él siempre contaba con mucha tristeza el día en que se perdió en la plaza de mercado. –

¿De ese día hay algún recuerdo visual?  - Preguntó Matilde –

¡Claro!, - contestó Laura. -  en el viejo álbum de hojas negras que está en la parte de arriba del escaparate café de mi habitación está la fotografía.

Matilde, aterrada por la memoria tan precisa de su madre, sacó del bolsillo de su delantal la foto, y se la mostró a su madre que inmediatamente comenzó a recordar a su abuelo con mucha alegría.

- Tu bisabuelo Ernesto, contaba con mucha tristeza la historia de esta foto, porque fue el día en que su vida cambió por completo.

¿Y cómo le cambió la vida? - preguntó inquieta Matilde –

- Ese miércoles de mercado, poco después de bajar del camión escalera que los trajo de la vereda, él, en su inocencia se soltó de la mano de su abuelo y en unos minutos estaba totalmente perdido en medio de la gigantesca plaza, rodeado de personas desconocidas; al verse perdido lloró desconsolado hasta que en las horas de la tarde encontró un policía a quien le preguntó:

 - Señor, ¿usted sabe dónde está mi abuelo? –

El policía con mucha paciencia y ternura escuchó al niño y le preguntó:

- ¿Cómo se llama tu abuelo? – a lo que el menor dijo Luis.

El agente después de escuchar el nombre del señor reportó a la estación la pérdida del menor, la estación de policía comenzó la búsqueda del abuelo por todos los alrededores de la plaza sin tener ningún resultado al terminar la tarde.

Ya habiendo oscurecido sin tener ninguna noticia del anciano, el capitán calmó al menor dándole su lonchera con la comida que le había preparado su esposa para que pasara la noche de turno. Luego de que el niño se comiera la deliciosa comida, el agente lo llevó a la habitación de la estación para que el niño se durmiera.  

Al amanecer, llegó la noticia a la estación que habían encontrado muerto a un anciano en una de las mesas de la cantina de doña Inés, el agente rápidamente salió a realizar el levantamiento del cadáver y con la duda de que pudiera ser don Luis, el abuelo del niño.

Efectivamente el cuerpo encontrado en la mesa del bar, era el de don Luis, lo que entristeció al policía pensando en cómo le diría al niño lo sucedido.

Para no hacer más larga esta historia, mi querida Matilde, te cuento que el niño fue adoptado por una pareja de esposos que pertenecía a la familia más adinerada del pueblo vecino y no habían podido tener hijos; esto sucedió después de varios meses porque el cuerpo del anciano nunca fue reclamado por nadie y fue sepultado en una fosa compartida del cementerio del pueblo.

La vida del niño cambió de una manera drástica y gracias a esa pareja es que nuestra generación ha podido tener las bendiciones económicas que nos permitieron estudiar y disfrutar de unas comodidades, también nos ha ayudado a pasar las épocas de crisis que ha vivido nuestro país desde aquel entonces. 

¿y nunca se supo de la familia del abuelo? - preguntó Matilde -

Nunca,  respondió con una sonrisa la madre.  




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