Colombia, enero de 2150.
Después de transitar por varias anualidades, sin rumbo fijo por la
inmensidad del espacio, en una diminuta y ya obsoleta nave espacial, las ondas
electromagnéticas del radar detectaron unas extrañas señales, emitidas desde un
microscópico punto a lo lejos, nosotros ya con los ánimos por el suelo y
esperando lo peor para nuestras vidas, dirigimos la nave hacia ese punto. Luego
de varios años de recorrido, por la ventanilla de la nave logramos divisar un
pequeño planeta que nos llenó de esperanzas, poco a poco nos fuimos acercando a
este cuerpo celeste, y para nuestra alegría, reconocimos que era la tierra,
aquel lugar de donde habíamos salido en busca de nuevas formas de vida.
Cuando la nave atravesó la atmosfera terrestre, el deteriorado radar
estalló; y para nuestro beneficio el sistema de aterrizaje se activó en ese
mismo instante, facilitando el aterrizaje con la tripulación a salvo. Al abrir
la escotilla de la nave, sentimos una ráfaga de aire puro que pudimos respirar tranquilamente
sin utilizar las caretas de oxigeno; nuestras miradas se conectaron dejando
brotar algunas cristalinas gotas que fueron absorbidas por nuestros trajes.
Antes de bajar y tocar nuevamente tierra, decidimos unánimemente, hacer una
oración de agradecimiento por estar con vida. Luego, dejamos al azar el
privilegio de ser el primero de pisar tierra, la suerte me permitió ser el
ganador. Luego de una profunda exhalación, mis pies tocaron tierra y mis
piernas comenzaron a sentir un delicioso cosquilleo que recorrió todo mi
cuerpo; mis ojos aguados y sin saber a dónde enfocar, vieron a lo lejos, un
cristalino y caudaloso riachuelo, que impulso a mis agotadas piernas a correr
hacia ella. Nuestros trajes volaron por los aires mientras corríamos hacia
encantador cause. No lo podíamos creer, agua pura.
Después de varios minutos sumergidos en el reconfortante fluido, por iniciativa
propia salí y comencé a caminar tratando de recordar cómo era el planeta antes
de nuestra salida; después de varias horas de recorrido, comencé a ver ruinas
de famosas edificaciones que aun recordaba como iconos de nuestra civilización.
Estando aun tratando de recordar, sentí una extraña voz que estaba seguro que
no era de alguno de mis compañeros de viaje, giré lentamente mi cabeza para ver
quien había emitido esas palabras, cuando mis ojos se cruzaron con la
estilizada figura del emisor, de mis cuerdas vocales brotó un ¿Quién eres tú?
Ese amistoso ser abrió sus largos y delgados brazos acercándose tratando de abrazarme.
Mi cuerpo paralizado sintió como esos delicados brazos sin emitir sonido alguno
me daban cariñosamente la bienvenida. Pasados unos instantes, Yo: ¿Quién eres
tú? El: soy uno de los descendientes de
los sobrevivientes a la catástrofe que hace algunas décadas ocasionaron los
hombres. Yo: ¿Cómo hicieron sobrevivir? El: nuestra comunidad trabajaba por el
cuidado del medio ambiente, con anticipación lograron crear un ecosistema
subterráneo donde pudieron sobrevivir y yo soy de la tercera generación. Yo:
nosotros somos los descendientes de las personas que salieron del planeta antes
de la hecatombe. El: ¿cómo sobrevivieron? ¿Si lograron encontrar vida en otros
planetas? Yo: logramos sobrevivir gracias a la tecnología, sin embargo, los
ecosistemas no aguantaron tanta presión. El: nuestro planeta logró resurgir de
las cenizas gracias a mis abuelos que volvieron a repoblar la tierra. Yo: que
bendición, para nosotros es una bendición poder conocer nuestros orígenes. El: bienvenido,
llama a tus amigos y te presentare en comunidad.
Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez
En YouTube:
https://www.youtube.com/channel/UCvRwYFBcm0qqbvgNV5dTsQw?view_as=subscriber
Nada raro que ese sea nuestro futuro. Ojalá tomáramos conciencia, gracias por recordarnos lo que puede pasar si no hay un cambio
ResponderEliminar