INEXPLICABLE
DESPERTAR
Helena,
estando todavía somnolienta, sobre la majestuosa cama cubierta coquetamente con
reluciente lencería de encaje y un conjunto de abullonadas almohadas albinas,
incrustado con maestría en el interior de un habitáculo con techumbre de
cristal, enclavado en el ombligo de una exuberante arboleda donde se podía
divisar la totalidad del firmamento. Sintió sobre su virginal rostro la
inoportuna radiación solar, abrió sus ojos acaramelados y vio como la
inoportuna luz se entretejía caprichosamente entre el fantasmagórico ramaje del
espeso soto, creando un ambiente idílico para que los amantes dejen fluir su
concupiscencia, con sublimes teoremas en comitiva con cupido. Al girar
lentamente su cabeza, ella, se dio cuenta que estaba como Dios la trajo al
mundo, y a su lado dormía plácidamente Julián, su amor platónico, con la misma indumentaria
que ella. (¿Qué paso aquí? Yo estaba en la fiesta de despedida de soltera de
Bibiana) Ipso facto, se incorporó buscando alguna explicación a tan bochornosa
escena.
Al
rayar el alba, los faroles colgantes del habitáculo fueron disminuyendo su
fulgor, y la penumbra que sirvió de cómplice a los presuntos amantes, fue dando
paso paso a los intrépidos rayos solares. Helena, curioseaba el lugar con una colosal
resaca pretendiendo encontrar respuestas. Después de unos pocos minutos, se
dejó sorprender por el encantador paraje donde se encontraba; dejándose
hipnotizar por el colorido de los árboles en florescencia, y las melodiosas
tonadas interpretadas por un cardumen de aves al cuidado de sus nidos. Llamó la
atención de Helena, que la unigénita entrada al paradisiaco sector, consistía
en un tembloroso puente pendiente de rústicos y aullantes cordeles de fique, que
dejaba fluir bajo su sombra un naciente manantial hídrico complementando con
exquisitez lo idílico del lugar.
Entre tanto
Julián, estiraba su corpulenta humanidad con movimientos felinos mientras despertaba,
(¿Qué paso aquí? Yo estaba en la fiesta de despedida de soltera de Bibiana) emitiendo
susurrantes gimoteos que alertaron a Helena; quien todavía no se explicaba lo
que pudo haber pasado esa noche. Cuando Julián, volvió en sí, miró con ojos de sorpresa
a su compañera. El: ¿tú qué haces aquí Helena? Ella: eso mismo me pregunto yo,
EL: ¿recuerdas que pasó? Ella: No, y no quisiera saberlo, El; ¿tan malo fue?
Ella: eso es lo que me preocupa, que no sé si fue malo o bueno, El: ja, ja, ja
si no lo recordamos es que fue bueno ja, ja, ja, Ella: ¿cuantas botellas nos
tomamos? El: ni idea, lo que importa es saber por qué terminamos aquí, Ella: lo
que alcanzo a recordar es que ese morapio estaba delicioso, El: ¿Dónde estamos?
Ella: estamos en el bosque de la casa de Bibiana, y parece que la fiesta ya
termino, El: todavía no lo puedo creer, que tú y yo… Ella: tú y yo nada,
salgamos de aquí, El: aprovechemos ahora que estamos solos en esta deliciosa
cama para hacer lo que siempre hemos querido.
Esa
mañana, Helena y Julián dieron rienda suelta a sus más placenteros y
libidinosos deseos, dejando a un lado su prolongada amistad, para darle paso a
una prospera relación amorosa, que sigue gestando las mejores faenas en ese
tálamo donde sus cuerpos se fundieron de pasión en la despedida de soltera de
Bibiana.
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