PAISAJE
Avistando
la ribera del ensordecedor afluente diáfano, se atisba el galano galopar del Peque
Peque, batiéndose como un titán, para evitar naufragar en la peligrosa
tranquilidad del cauce; que sin piedad despedaza la inmensidad de la selva;
convirtiendo la espesura arbórea en un colosal laberinto acuático.
La
intrépida embarcación propulsada por un escandaloso rotor, acarrea en su
rectilíneo y vigoroso espinazo, una terna de bronceados y encolerizados pobladores
hambrientos, y con deseos de entregar a su parentela, el fruto de la extenuante
pesca en las paradisiacas aguas del río amazonas, asegurando así su sustento
básico.
La
otra orilla, es testigo del encantador declive del rechoncho astro solitario, que
se esconde lentamente mezclándose con un maremágnum de albinos cirrostratos,
atiborrados picaronamente creando un estrambótico deleite para mis ocelos
desprevenidos, que quisieran permanecer inmóviles disfrutando el majestuoso y
encantador marco natural.
*Jaime
Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*
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