jueves, 26 de enero de 2023

 

MI INTRÍNSECO LIENZO BLANQUINEGRO

Cuando el sediento paralelogramo impoluto, se congela frente a mis empalagosos ocelos, una jauría de esquemas aterriza en mi lóbulo frontal, dando a luz una metáfora de mi interior. El caprichoso y albino recuadro donde plasmo mis frutos estéticos es, el hechicero firmamento por donde navegan mis sempiternas extravagancias. El follaje del aguafiestas almanaque, cae inevitablemente escamoteando mis cicateros instantes de inspiración, embriagando el rebaño de mis dilemas creativos. Paso a paso, los prietos mamarrachos esquematizan el lacustre ecosistema donde mis posaderas se apoyaban en una *banca solitaria* a la espera de su anacoreta aparición.  La taumatúrgica mixtura del lechoso telón, con el bruno torrente del grafito donjuán es, el inverosímil zambombazo que amamanta mi evolutiva creatividad. Cuando los ingenuos trazos de apertura, fecundan la blancura del intrépido paño, en la profundidad de mi capacidad intelectual navega una constelación de postulados creadores. La pitonisa palidez del inmaculado lino es, la matriz donde ronronean los inocentes cigotos de mi inventiva, antes de ser alumbrados. Un conglomerado de *árboles marchitos* ya no recibe el ejercito de seres alados, haciendo que el bullicioso silencio se refleje en el atolondrado espejo de agua. Cada cazcarria engendrada en el albuginoso tejido por el azabache pigmento es, el génesis de mi numen de mi desabrida inspiración. La enamoradiza *neblina* acaricia con saña la ribera septentrional del *lago* donde germinó nuestro licencioso affaire. Esa apetitosa y silenciosa franela virgen es, la mimosa cementera donde propago los embriones de mi imaginación. Las enclenques ramificaciones huérfanas, gimotean con desespero a Eolo, para urbanizar los nidales vacantes y así hermosear con melodiosas tonadas del descolorido habitad. Los exigentes ocelos que atisban el inacabado recuadro, excitan el sistema neuronal de sus poseedores, permitiendo una diáspora de críticas. Ese postrero recodo sin fecundar por el tizón, es la inescrutable guarida donde zambuco mis paradigmas innovadores. La exuberante simplicidad de la pintura, atrae a los desprevenidos forasteros aguijoneando sus entrañas, incitándolos a navegar en sus reminiscencias. 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia. 

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