jueves, 26 de enero de 2023

 


INOPORTUNO CAOS NOCTURNAL

La altanera y bulliciosa oscuridad de mis reminiscencias es, la ambrosia que gluglutea a la par por mis hipérboles encefálicas colmando de disyuntivas mi existencia. El energúmeno y frígido itinerario de las saetas del cronógrafo es, la infusión analgésica nocturna que mantiene sereno mi sistema neuronal, que es bombardeado por una manada de coléricos apotegmas. El ácido pasar de las horas, embriagándome con un cardumen de astros titilantes es, la confirmación del diagnóstico que sustenta mi permanencia en esta sombría prisión.  La forajida *noche* sepulcral que cacarea en mi entorno es, el ponzoñoso dardo lanzado por los libidinosos suvenires de su epidermis. Entre el espeso y tiznado soto, navegan cacareando un centenar de reminiscencias de los instantes donde deje bullir mis más concupiscentes deseos junto a ella. El ciclópeo e irascible *bosque* de mis dudas es, el debilucho fundamento que rebuzna entre mi liliputiense juicio *de persona solitaria* en busca de amparo. La delgada línea que me separa de la *luz en el horizonte* es la meta que cada *noche* me reta a permanecer en castidad. En la ribera del zigzagueante y lóbrego sendero, aterriza una piara de haces luminosos que se entremezclan creando una indisoluble impronta en mis apostemadas entrañas. Mi desgarrado corazón gelatinoso es, la diana donde cupido inserta sus enamoradizas ballestas generando en mi un caótico deleite. Mi holgazana expectativa por volver a recorrer su longilínea figura es, ese veneno que grazna por mi serpenteante sistema arterial, haciéndome implosionar de murria. El extemporáneo enjambre luminotécnico, perturbó el caudaloso fluir de las horas, engendrando instantes después, una irreverente alborada. La azulada e insípida sombra del enjambre de mis libidinosas fantasías es, el desafío que asumo cada crepúsculo para lograr que ella, en la alborada, ronroneé erógenos fonemas cerca a mis hambrientos pabellones auditivos.

*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*

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