PUNTO
DE QUIEBRE
Los
albinos e interrumpidos trazos divisorios de la rectilínea arteria
automovilística, motivan los apasionados deseos de los conductores de culminar
su perturbadora travesía y aguijonean sus entrañas con la cicuta de la soledad.
El enfilado pelotón de árboles colorados acicala con esbeltez los confines de la
bien pavimentada carretera internacional. Recuerdo con claridad el caer de la
tarde de ese miércoles trascendental que revolucionó por siempre mi existir.
Conducía yo, mi atortugado vehículo modelo 1970, a mi lado viajaba ella (la doncella que emancipó mi corazón e insufló jubilo a mis
amargosas entrañas) íbamos rompiendo la monotonía disfrutando de nuestra
más inolvidable melodía, ♫…♪…Mi amiga, mi buena amiga
♫…♪… Mi amante niña, mi
compañera ♫…♪… quisiera contarle al mundo♫…♪…lo que es tenerte, ♫…♪… la noche entera ♫…♪… y recorrer tus caminos ♫…♪… tu vientre fino, ♫…♪… tu piel de seda ♫…♪… y el paisaje de tu pelo ♫…♪… Sobre mi almohada y tu
boca fresca♫…♪… (compositores: Néstor Horac Bernis y Ricardo Ber
Rodríguez) que
hacía aterrizar en mi cocorota un enjambre de reminiscencias que, permitieron
no percibir el iracundo paso del tiempo. Habían pasado ya doce somnolientas
horas de viaje, y frente a nuestros candorosos ojos se desperezaba un gigante
de piedra que peleaba enfurecido con la artillería de los pintoreteados cúmulos
que le rodeaban. De repente, sin avisar brotó frente a nuestros amodorrados
ojos, una resplandeciente claridad, que encegueció por completo la panorámica
de la vía.
Luego
del exorbitante impacto, mi coche fue encontrado estripado cual uva pasa, al
borde de un policromático vergel; mi cuerpo flotaba en el verdor del césped en
el ombligo de una encantadora arboleda. Cuando desperté atontado, quise saber
dónde estaba ella, hice una observación minuciosa por todo el lugar sin lograr hallarla;
Intenté comenzar a caminar dándome cuenta que mis extremidades tenían un
sinnúmero de fracturas que me impedían caminar. (¡¡¡hijo
de puta!!! ¡no puede ser! Imposible que este fracturado en medio de la selva
¿ahora qué pasará conmigo? me comerán las fieras ¡no puede ser!) Tras un
par de desesperadas horas, las estridentes licuadoras de la policía alentaron a
mis cuerdas vocales a bramar pidiendo ser rescatado (¡Auxilio!,
¡socorro!, aquí estoy, por favor miren para este lado) El momento en que
los entrenados caninos del cuerpo de bomberos me hallaron, fue el más jubiloso
de mi vida. Fui trasladado al centro asistencial más cercano, donde pasé unas
aburridas vacaciones de casi un mes. Ella, nunca fue encontrada, los estamentos
de rescate la dieron inicialmente por desaparecida y luego por fallecida. Los
moradores de la zona contaron que, en ese mismo lugar, la tierra se había
tragado a miles de personas, y que sus cuerpos nunca han sido hallados.
Han
pasado varias anualidades y precisamente hoy, mis vellosidades se izaron al
recordar ese funesto acontecimiento. Mi vida se fracturó en aquel viaje y sus
cicatrices aún continúan doliendo y recordándome ese momento crítico para mi
bienestar Psico-afectivo.
*Jaime
Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*
No hay comentarios:
Publicar un comentario