martes, 19 de julio de 2022

 FÉRVIDA Y TEMPESTUOSA CONFLUENCIA AL ATARDECER

Habían pasado ya tres quinquenios de íntegro destierro, en aquel inexpresivo y glacial ocaso sideral; sin ni siquiera haberlo soñado, mientras vagabundeaba sin rumbo por la arista más caótica del ombligo de la metrópoli, con su pantalón renegrido, su barba bien perfilada, su camisa albina de manga corta, su cabello azabache recién cortado, unos cíclopes deseos de vivir y volverla a ver (¡¡¡Que delicia!!! volver a caminar por estas calles en las que nos amamos tanto ella y yo) a lo lejos, con una ojeada desinteresada, captó la escandalosa silueta de una seductora chica que, ipso facto, hurtó el enfoque de sus grisáceos ocelos; la enloquecedora cadencia de su andar, ornamentada por un elegante y diminuto atuendo escarlata, que dejaba a la vista las torneadas piernas color miel, su frondosa y rubia cabellera suelta, volando por los aires y sus vivarachos ojos celeste mirando al frente, congeló el archipiélago de sus neuronas impidiendo su esperada reacción varonil. Ella, al verle, recibió el aterrizaje de emergencia de una marejada de recuerdos, que paralizó su armonioso pasear (…Regresa a mi … quiéreme otra vez …borra el dolor que al irte me dio …cuando te separaste de mi …dime que si …ya no quiero llorar. (canción: regresa a mí. Compositor: Warren Diane Eve)

La oscuridad cacareaba por los predios de Eolo, y amalgamándose con el cardumen de podagras que se estrellaban con los incautos transeúntes, crearon un folletinesco ambiente que los despertó; luego de unas escasas zancadas sus miradas de fusionaron. El: ¡¡¡imposible!!! ¡No lo puedo creer! ¿eres tú? ELLA: sí, soy yo, amore mío (huyó despavorida por miedo al compromiso) EL: ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Cuándo llegaste? ELLA: llegué hace unos días, te estaba buscando sin saber dónde… justo ahora ¡aquí estas! Pellízcame para saber si estoy despierta, EL: cuéntame que has hecho todos estos años, ELLA: te cuento, pero acompañada de un trago, ¿aceptas? EL: eso, lo deseaba con locura, soy todo tuyo, ¿A dónde quieres ir? ELLA: recuerdas ese sitio secreto donde… EL: no lo digas, desde ese momento he anhelado volver a ese lugar, ELLA: ¿todavía existe? EL: no lo sé, sin embargo, vamos, ELLA: estas igual, poco has cambiado físicamente, EL: Gracias, en cambio tu estas más bella que nunca, mírate. [18 de febrero de 2022, el reloj marca las 22:45 de una noche fría sobre el valle de aburra, sentado cómodamente en mi inédita escribanía, mirando por el ventanal de mi aposento del noveno piso, veo como coquetean el viento y las ramas altas del bosque de bambú frente a mis ojos.]

Recorridas algunas manzanas de la urbe, en medio de la pegajosa lluvia y del canceroso frio, arribaron emparamados a la indomable arista de la plazoleta donde encontraron el negocio que buscaban y recordaban. EL: ¡mira! esta igual a como lo recuerdo, parece que estuviera congelado en el tiempo, ELLA: ¡¡¡Que impresión!!! está como la última vez, EL: ¡¡¡increíble!!! que todavía suene la vieja vitrola, de donde salían nuestras melodías favoritas, ELLA: quiero escuchar esa canción, ¿recuerdas cuál es? EL: Recuerdo cada palabra de nuestro himno. Con unos deseos titánicos de continuar dialogando, él, se dirigió al octogenario fonógrafo para introducir la moneda y elegir el número del acetato predilecto, que al iniciar su iracundo girar saturó de emoción a los dos. …tanto tiempo disfrutamos de este amor …nuestras almas se acercaron, tanto así …que yo guardo tu sabor …pero tu llevas también sabor a mi … (canción Sabor a mí, autor Álvaro Carrillo)

ELLA: cada día suena mejor ese tema, ¿Qué vamos a tomar? Yo quiero para comenzar un coctel ¿y tú? EL: ¿Recuerdas cómo se llamaba lo que tomábamos? ELLA: recuerdo que nos gustaba mucho, y en su compañía pasamos muy buenos momentos, MESERO: buenas noches, me llamo Darío, y seré quien los atienda esta noche, EL: ni se imagina la emoción que tenemos de estar aquí, nos encontramos después de más de quince años de no vernos, MESERO: en esa época, mi padre era quien atendía el bar y con su memoria ha escrito varios textos con las historias vividas desde su barra de licores, ELLA: esto me esta emocionando aún más, el rostro de Don Julián lo recuerdo con gran aprecio, ¿así es el nombre de tu padre cierto?  MESERO: El mismo que canta y baila, todavía. EL: ¿Don Julián todavía vive? MESERO: ¡Claro! es más, mírenlo allá, en la barra compartiendo con los clientes, EL: ¡¡¡Hijo de puta!!! esta igualito ELLA: ¿podemos ir a saludarlo? MESERO: para él sería un gusto hablar con ustedes, vamos. Tan pronto los entusiasmados clientes estuvieron frente al anciano, el silencio inundó el lugar, generando una monstruosa expectativa en los alegres consumidores sobre la reacción del viejo; pasada una terna de minutos, el órgano fonador de Don Julián desembuchó con inmensa alegría los nombres completos y su apodo, quedando ellos atónitos por la inmejorable memoria. ELLA: Don Julián buenas noches, que alegría verlo todavía por estos lugares, ANCIANO: como olvidarse de la pareja más recordada de mi vida y a la cual estaba buscando con demencial deseo, EL: ¿para qué nos estaba buscando con tanto deseo? ANCIANO: porque ustedes son la única pareja de la cual no he podido escribir nada y en mi próximo libro me falta una bella historia ¿me supongo que será una bonita historia? ELLA: ¿Qué le podemos decir Don Julián? Es una historia para no creer, ANCIANO: vamos a mi oficina y me cuentan, yo invito a un vino que tengo añejando desde hace más de tres quinquenios, EL: es increíble lo que estamos viviendo, es precisamente ese tiempo (quince años) lo que dejamos de vernos, y para nuestra sorpresa nos encontramos hoy en la esquina de arriba del parque, ANCIANO: ¿Cómo así que su amor nunca se consumó? ¡No lo puedo creer! ¿Qué pasó? ELLA: Es una larga historia que no vale la pena contar ahora. EL: lo importante es que hoy, aquí y ahora estamos juntos ¿es verdad? ELLA: así es, eso es lo más importante.

Cayeron un centenar de hojas del calendario y don Julián por fin terminó de escribir la última historia de su postrera obra, que salió al mercado justo el mismo día de sus exequias, convirtiéndose en un bestseller. Ella y él se despidieron nuevamente y para siempre, al pasar por la última puerta acompañando a su amigo rumbo a la eternidad. Hoy cada uno en su solitario lecho, sueña con otro feliz encuentro que los recargue nuevamente de deseos de vivir.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia

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