viernes, 17 de diciembre de 2021


 BOCADO SATELITAL

En una de esas estaciones difíciles, que todo ser salvaje pasa en alguna etapa de la vida, Lucrecia, la jirafa mayor de la manada, en un desespero por conseguir alimento en la sabana, mordisqueaba arriba, en el medio y arriba de los escasos arbustos que encontraba a su paso. Lulú: mami, mami, tengo mucha hambre. gritaba la última en llegar a este mundo. Lucrecia: tranquila mi hijita, por que pronto estarás comiendo un apetitoso alimento, Lulú: no aguanto más, voy a morir de hambre, Lucrecia: si confías, y pides al creador, puedes estar segura que hoy comeremos algo delicioso. Así pasaban las horas y la manada de hambrientos y estilizados artiodáctilos caminaban por la planicie sin encontrar alimento suficiente para calmar su voraz apetito.

Unos minutos antes del ángelus, la intrépida líder de manada, divisó como la máxima redondez del astro nocturno se abría paso entre los escasos nubarrones. Lucrecia: ¡cómo está de hermosa la reina de la noche!, además de bella se ve muy apetitosa, que rico sería poderla morder, Lulú: mami, mami, mira como esta de gorda la luna, parece un gran bizcocho, Lucrecia: es cierto mi hijita, a mí se me hace agua la boca viéndola, Lulú: está tan hermosa y enorme que sólo con un mordisco yo quedaría repleta, Lucrecia: vamos a ver si la alcanzamos a morder, Lulú: eso sería lo máximo mami.

En los últimos instantes de la tarde, ya con la oscuridad dominando la planicie, Lucrecia, con su sistema digestivo completamente vacío y un desespero creciente al ver a su manada hambrienta, zumbó y estiro al máximo su esbelto cuello, logrando mordisquear varias porciones con la extrema habilidad de su labio superior prensil y los corpulentos molares la redondez del luminoso cuerpo celeste; quedo extasiada con la delicia que estaba degustando, además, calmó satisfactoriamente la agonía de su impaciente torre. (manada de jirafas)

Lulú: ¡que delicia esta comida mami!, tenías razón cuando dijiste que comeríamos algo delicioso hoy, Lucrecia: te diste cuenta que, si confiamos en el creador, El, nunca nos abandona y siempre nos provee de alimento, Lulú: así es mamá, gracias por enseñarme a creer.

Esa noche, la manada descansó plácidamente con su sistema digestivo haciendo su trabajo. A partir de ese momento, todos los integrantes de la manada confiaron en la dirección de Lucrecia y agradecían cada mordisco que daban a sus alimentos.

 

MORALEJA: el agradecimiento trae buenos dividendos a quienes tienen la costumbre de hacerlo.

 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez - Colombia 

2 comentarios:

  1. Mil gracias Jaime por tan lindo mensaje. Por recordarnos lo valioso de dar gracias al Todo Poderoso. Dar gracias por lo bueno y lo malo que nos pase. ya que lo malo es una enseñanza mas de vida y lo bueno es ese regalo de nuestro creador.

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  2. Muchas gracias don Jaime a Elizabeth mi nieta de 3 años le gusto mucho la historia y le da gracias a papito Dios por los alimentos de todos

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