CREPÚSCULO
AZAFRANADO
Cuando
sus descarados ocelos verdolagas, dejaron entrar la incandescencia de los
iracundos tentáculos emanados por la estrella mayor. Su psiquis se preñó con un
cardumen de apotegmas, que permitieron a su delirante imaginación, surcar
imperturbable por el cítrico ocaso. Ya con sus cinco sentidos despabilados, se
percató del suave singlar de un ingenuo velero, que a su paso heredaba al
paradisiaco entorno unas tranquilas y delineadas ondas, abocetando con
antonomasia un atrevido pentagrama, donde los intrépidos arroaces glosaban con
extrema sapiencia, la universalidad de sus tonadas.
En
el infinito y silencioso paisaje vespertino, las serenas aguas del melindroso mar
reflejaban con opaca nitidez, un inimaginable espectáculo autóctono, donde los
irreverentes altostratus acompañaban afectuosamente el decadente itinerario de
la calurosa estrella; suscitando unas fantasmagóricas umbrías frente a los
decadentes arrecifes que expiran en el augusto piélago.
Estando
cloroformizada por tan espeluznante ángelus, su atezada epidermis manifestaba
un escalofrío extrovertido. Poco después, al percatarse de la agreste carantoña
de su bienquisto, su ensoñación cesó.
*Jaime
Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*
Maravilloso escrito, las figuras literarias lo hacen un rica y armónica obra de gran estética. Felicidades Jaime.
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