jueves, 12 de agosto de 2021

 

RUBICUNDO RESURGIR

En una solitaria y paradisiaca ribera, de caucásicas y melodiosas arenillas, en el borde más septentrional de mi patria; se agiganta con unigénita magnificencia una airosa datilera; que disgrega con esplendor sus suculentas bifurcaciones, procurando calafatear el aristocrático ocaso azafranado. Al divisar este alucinante paisaje, mis vellosidades se encrespan vertiginosamente, generando en mí un deleitoso efecto jubiloso.

Con el pasar de los minutos, deleito mis alocados ocelos, mientras galopo exquisitamente cual jinete, encaramado en mi caprichosa hamaca albina, atisbando como las placidas aguas del aturquesado ponto, reflejan el coqueto paisaje engendrando una sanguínea panorámica, digna de ser disfrutada en una eterna concomitancia.

Segundos antes de la atestada penumbra, inmigró ella, dispuesta a compartir conmigo sus más concupiscentes caprichos. Esa inolvidable noche, fue nuestra más ferviente faena amorosa, postrados en aquella memorable tumbona.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 


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