viernes, 13 de agosto de 2021



INCONCLUSA SINFONIA BERBELLON

Durante el alocado y ensangrentado crepúsculo, del postrero dominical, en el séptimo mes del año; un cardumen de talentosos seres alados, interpretan su estentórea sinfonía vespertina, sostenidos en el pentagrama del encuerdado electico. Mientras tanto, El, dejándose seducir por la excelsa tonada natural, se inspira y anexa una constelación de desafinados compases, que hace brotar de su deteriorado requinto. Ella, ensimismada por la magnificencia de la ocasión, danza en la techumbre de la furgoneta, haciendo volar los pliegues de su diminuta pollera, por los predios de Eolo.

Con cada giro de las saetas del cronógrafo, la salvaje escolanía disminuye gradualmente el volumen del recital, hasta un segundo antes de la completa penumbra. En ese momento el par de seres mortales, aún extasiados por el esplendoroso concierto, desmontan de la cubierta del vehículo, intentando deshacerse de las estorbosas vestimentas, para así, amalgamar la totalidad de sus complexiones, en un ardiente enredo que perdurase hasta la aurora.

Esta dupla de trotamundos, está recolectando en los más recónditos rincones del mundo, la mayor cantidad de acordes naturales, mientras empalman libidinosamente sus bronceados cuerpos, durante los afelpados atardeceres.

                                                                                     Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez


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