“AVENTURERO”
Varios días
después que el audaz gameto masculino ganase la fecunda maratón entre la
encolerizada maraña de células germinales que navegaban en los conductos del progenitor
para fusionarse con el prodigioso huevo, se generó un pipiolo embrión que a los
pocos días quebró intencionalmente el cascaron eclosionando en primer lugar
para ganarse la primogenitura, a los pocos días el nidal se metamorfoseó en un
campo de hostilidades en contra del vástago mayor, quien al verse amedrantado
por sus consanguíneos, quiso dirigirse a conocer esos inverosímiles andurriales
que atisbaba desde la orilla del nido.
En una
lúgubre y frígida mañana hibernal este intrépido ser habiendo transitado la
lúgubre senda del vilipendio, con gran osadía desertó del nido anhelando un
sobresaliente horizonte venidero, embaló sus ínfimos feudos en un arcaico y aceitunado
lienzo amarrado a un débil chamizo, partiendo sin boato consolidado dejando sus
palmípedas huellas marcadas en el pantanoso sendero, luego de varios días, con
un hambre atroz, temblando de frio se encontró frontis a un cristalino espejo
de agua que lo ínsito a zambullirse y como por arte de magia aprendió a boyar
elegantemente hasta convertirse en pocos septenarios en la envidia de los
ánades de la región.
Pasaron
varias mensualidades, y esta ambiciosa y aventurera creatura halló en el rincón
más apartado de la laguna, una fascinante y dispuesta hembra que le despertó la
libido haciéndole compartir su material genético, varias semanas después en un
paradisiaco lugar eclosionaron sus primeros descendientes.
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