viernes, 26 de marzo de 2021

 


“HELADO ENCUENTRO”

    A lo largo de un invernal crepúsculo ensangrentado, se atisbaba cómo el azafranado astro decrecía dejando oscuras huellas en el desprevenido y congelado soto conífero, permitiendo ver su obesa figura en las transparentes aguas del cuasi congelado afluente, que descomponía un postrado y degradado madero. Mientras acontecía este bucólico episodio natural, nosotros transitábamos por allí en busca de albergue para nuestras gélidas humanidades; Cuando las tinieblas conquistaron la espesura de la alameda, encendimos el unigénito hachón para clarificar la senda que nos llevaría a la enamoradiza barraca donde pernoctaríamos aquella noche; a escasos pasos del aterido riachuelo encontramos el tan anhelado chalet que descubrió sus candorosas aberturas dándonos la bienvenida. Minutos más tarde, con los troncos de la chimenea ardiendo, y con el trasegar de las manecillas del cronógrafo nuestros cuerpos recuperaron la normotermia, y paso a paso derretimos nuestras apasionadas contexturas bajo los cuadriculados hilos de la frazada desparramada sobre la embriagante litera, unas horas después, escuchamos la destemplada tonada de un jactancioso espécimen alado que nos desadormeció  justo al iniciar el día.

 Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 

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