jueves, 22 de octubre de 2020

 


“MÁXIMA LIBERTAD”

Aun hoy, varios años después, recuerdo aquel martes de abril, cuando por sugerencia tuya anduvimos divisando la exuberante planicie de la metrópoli, desde la cúspide más prominente de la cordillera, justo allí, donde se divisaba la majestuosa inmensidad de la urbe, y a lo lejos titilantes luces trinaban delirantes creando un coqueto y zodiacal espectro;  tu y yo, esa deslumbrante noche, teniendo como testigo ocular  la rojiza redondez del astro nocturno y a tres tristes y pequeñas estrellas como mirones ocasionales, permanecimos juntos incontables horas, protegidos tan solo por un pequeño entoldado plástico, estuvimos recorriendo con raciones de irreverencia nuestras azuladas curvaturas, dejando fluir pinceladas de espontaneidad procurando llegar al éxtasis sin caer en el abismo. La efervescencia del champán desbordó la yacija donde fundíamos nuestras almas.

Al rayar el alba, sintiendo la máxima libertad quise inmortalizar la ocasión, transfiriéndote la sortija que sellaba el pacto con el que nos juramos amor eterno.  


Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez 


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