“MÁXIMA
LIBERTAD”
Aun
hoy, varios años después, recuerdo aquel martes de abril, cuando por sugerencia
tuya anduvimos divisando la exuberante planicie de la metrópoli, desde la cúspide
más prominente de la cordillera, justo allí, donde se divisaba la majestuosa
inmensidad de la urbe, y a lo lejos titilantes luces trinaban delirantes creando
un coqueto y zodiacal espectro; tu y yo,
esa deslumbrante noche, teniendo como testigo ocular la rojiza redondez del astro nocturno y a tres
tristes y pequeñas estrellas como mirones ocasionales, permanecimos juntos incontables
horas, protegidos tan solo por un pequeño entoldado plástico, estuvimos
recorriendo con raciones de irreverencia nuestras azuladas curvaturas, dejando
fluir pinceladas de espontaneidad procurando llegar al éxtasis sin caer en el
abismo. La efervescencia del champán desbordó
la yacija donde fundíamos nuestras almas.
Al rayar el alba, sintiendo la máxima libertad quise inmortalizar la
ocasión, transfiriéndote la sortija que sellaba el pacto con el que nos juramos
amor eterno.
Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez
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