lunes, 5 de septiembre de 2022


PLENILUNIO

La delicada caricia compartida entre la enamoradiza luna y la flemática inmensidad del piélago es, la plataforma de lanzamiento, desde donde mis fantasías se levantan en dirección al infinito. Acullá, a la deriva, boyando en mi trilateral velero, en la intimidad de mis quimeras; aterriza un arsenal de axiomas que obnubila mi existencia. El parsimonioso vaivén del oleaje náutico, capitaneó mi embarcación hasta una paradisiaca ribera albina, acicalada por una figura femenina, quien permanecía inmóvil divisando el trasegar del imponente satélite.

En los conductos auditivos de la dama se cuchicheaba Estando yo sentada en la arena de la playa viendo el mar Un hombre guapo, Venía remando en una barca Que venía aproximándose hacia mí El me miró, me sonrió Y yo coquetamente viendo Hice como que no vi … (Canción: La Guirnalda, compositor Juan Gabriel) melodía que cada atardecer le robaba una constelación de sollozos.

Cuando las plantas de mis pies se hundieron en la arenisca, el murmullo incremento tu tono, metamorfoseándose en una exclusiva romanza para mí. En ese periquete, se hizo realidad la letra de la canción que, hasta el día de hoy, continuamos disfrutando ella y yo. Si tú que estás leyendo este texto, no has escuchado ese tema, hazlo y verás el maravilloso idilio que estoy viviendo en el puerto de Vallarta.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

    Monumentos R.A.B. en Medellín En aquel caluroso crepúsculo del último viernes de mayo, cuando Juanito les contó sobre sus tareas de fi...