Fusionar
mis entristecidos parpados, es explorar lentamente el arrebatador interior de
mi ser; mi esencia sobrevuela un majestuoso ecosistema cubierto por una azulina
y espesa bruma; que encubre con geométrica precisión un esplendoroso valle. En
el meollo de la cuenca, descolla con ímpetu una pedestre ermita con
amarillentos paredones, que sostiene en lo alto un estilizado crucifijo, haciéndole
compañía a un lampiño sapino.
La
cerúlea y espesa neblina, es fracturada por una apretujada floresta enfilada cual
escuadrón militar, orientada en fototropismo positivo. Los picos de una
exuberante cordillera, esconden a sus espaldas un pelirrojo crepúsculo, que
ornamenta con calidez el sublime paisaje.
Abrir
nuevamente mis acaramelados ocelos, es retornar a la inmarcesible realidad que
atiborra de aflicción la inmensidad de mi existir.
Jaime
Eduardo Aristizábal Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario