FRIA MIRADA
La noche se congeló en tu mirada mientras percibía el archipiélago quejumbroso de tus pensamientos inundando a borbotones mi forajido corazón cincuentero.
El insípido atardecer rebuzna de
tristeza al contemplar el ominoso y despiadado horizonte atiborrado de
cirrostratos que ocultan pícaramente los haces luminosos del astro
rey. Mis humildes pisadas dejan delgadas marcas en la alameda de cristales
playeros que se divierten con el mentiroso vaivén de las olas. La
oscuridad invade el temporal cacareando en los manglares de mi alma hasta hacer
que tus fríos ojos congelen mis caramelizadas pupilas.
Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez
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