HISTORIA
# 19
REGRESO
Hace más de 40 años, cuando
Humberto, tocó el suelo de aquel lejano pueblo que desde niño soñó conocer, y
donde cumplió años más tarde todos sus más grandes deseos, se encontró en medio
del camino una hoja con un color y una forma que llamaron poderosamente su
atención, la tomó en sus manos y quedando admirado por su suave textura y su
aroma exquisito quiso conservarla como amuleto de buena suerte a la llegada de
su nueva vida.
Con el pasar de los años,
Humberto, en el otoño de su exitosa carrera profesional, sentado en su viejo y
ruñido sofá, el cual es iluminado día
a día por el naciente sol que entra por las gigantescas ventanas de su casa
campestre, y le regala una hermosa panorámica de su propiedad rodeada de
arboles de maple.
Ese rincón es para Humberto el
sitio predilecto para descansar ya que le permite ver la migración de las aves
y la lenta caída de las hojas de los árboles que dejan un indescriptible tapete
de colores a lo largo del camino que conduce a su casa, y por donde quien sabe
cuándo volverá a ver caminar alguna persona.
Una mañana de otoño, Humberto salió a caminar por las montañas que lo vieron crecer como persona y como
profesional, cosa que no hacía desde que su familia decidió partir sin decir
adiós; al dar su primer paso en el camino volvió a encontrarse con una hoja de la
misma especie de árbol con la que se encontró cuando llegó al pueblo hace un poco
más de catorce mil seiscientos días atrás.
Como en aquel lejano día, se inclinó
a recoger la hoja que le trajo a la mente los más bellos recuerdos de cuando
sin nada en los bolsillos, descalzo, y con sólo una tula llena de ropa vieja,
llegó a esas fértiles tierras donde consiguió cumplir sus deseos de infancia.
Humberto, jamás olvidó esa
mañana de otoño, porque al enderezar su encorvado cuerpo teniendo la hoja de maple
en su temblorosa mano, reconoció al final del túnel verde cerca de la portada
de su propiedad el caminado de una mujer que le recordó a su esposa, unos
minutos más tarde, esa mujer dijo:
- Humberto, mi amor, ¿cómo
estás?
Esas palabras retumbaron en la
cabeza de Humberto, y le hicieron palpitar el corazón hasta producirle un
desmayo que lo dejó tendido en la mitad del camino rodeado de hojas multicolores.
Inmediatamente la mujer le dio los primeros auxilios y logró despertarlo entre
sus brazos temblorosos.
Humberto, al volver en si abrió
los ajos y reconoció a la mujer que lo había abandonado sin decir adiós varios
quinquenios atrás.
Cuando Humberto se puso en pie
preguntó:
- ¿Qué haces tú aquí? –
Ella bajando su rostro respondió:
- vengo a recuperar al hombre
que siempre he amado –
- ¿Que siempre has amado? - replicó
Humberto –
- Sí, siempre te he amado, Humberto-
- respondió ella –
- Si me hubieras amado nunca me
hubieras dejado solo – respondió Humberto –
Esa mujer que se fue, era una persona
que no sabía lo que hacía, ni lo que quería y se dejó llevar por la ambición y
la codicia de su hija natural, quien le pintó pajaritos en el aire y la hizo
cometer el peor error de su vida.
Humberto, mirándola seriamente
a los ojos dijo:
- han pasado muchos años y ¿hasta
ahora te atreves a volver?
- si no me quieres creer estás
en todo tu derecho – dijo ella secándose las lágrimas.
Deja que te cuente como ha sido
mi vida desde aquel día en que salí por este camino engañada por mi hija.
Humberto, aún con el corazón palpitando
la invitó a entrar a la casa para que se tomaran un café y le contara la historia.
Pasadas varias horas de
dialogo, ella terminó diciendo:
- me atreví a volver porque al
recibir el cuerpo desmembrado de mi hija después de que el hombre con quien vivía,
la mandó a asesinar de la manera más sanguinaria posible para quitarle todas las
pertenencias que habían conseguido con sus negocios aparentemente legales.
Estando en el cementerio, viendo
como mi hija quedaba cubierta por la tierra, decidí cambiar de vida; y lo único cierto
que tenía era el amor que siento por ti, por eso aquí estoy.
Humberto paralizado al escuchar
semejante historia dijo:
- déjame pensar – por que esta
historia no es tan fácil de asimilar.
Humberto, con la voz
entrecortada dijo:
- Que pesar que la niña que
con tanto amor crié como mi hija, haya terminado su vida de semejante manera.
- Quédate unos días aquí, y
que Dios, el tiempo y el amor que aun sentimos nos haga definir cómo será nuestra
vida de ahora en adelante.
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Uy fuerte historia
ResponderEliminarSe puede perdonar? Quizá por necesidad o por amor, un alma grande perdona, la necesidad de compañía en la madurez del ser humano, comienza de nuevo y hace de su vida una oportunidad para ser feliz.
ResponderEliminarEl amor verdadero solo se vive una vez en esta vida. Linda la historia de Humberto.
ResponderEliminarCuando el amor es sincero mo se apaga tan fácilmente y donde hubo fuego cenizas quedan
EliminarEl amor todo lo perdona
ResponderEliminarLa historia de Humberto. es muy fuerte y real. Solo trabajando estas dos pareede la mano de Dios, podrán siradelante.
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