domingo, 19 de abril de 2020



HISTORIA # 8

SORPRESA

Después de 20 años de ausencia de su pueblo natal, Germán, llegó un miércoles en la noche con el único deseo de saludar a su vieja que ya estaba postrada en la cama del hospital.

De camino a cumplir con su objetivo, pasó por la esquina de la escuela y llegaron a su cabeza los mejores recuerdos de su niñez, siguió su recorrido mirando detalladamente cada lugar y dándose cuenta que su pueblo se había detenido en el tiempo y continuaba tal cual lo había dejado a su partida.

Faltándole solo una cuadra para llegar a visitar a su madre, Germán, se detuvo al inicio de las escaleras del puente que comunica las dos orillas del río que separa en varios sectores el pueblo, y mantiene la región como la más fértil del departamento.

En ese preciso momento, a su mente aterrizó el más hermoso recuerdo que tenía de su niñez, y que además le traía a su pensamiento a María, su amor platónico con quien había enterrado un cofre con las semillas de sus frutas favoritas debajo de esa enorme piedra donde pasaban las tardes leyendo los libros que les prestaba doña Encarnación, la bibliotecaria de la escuela.

Viendo el hospital a unos pasos, Germán no tuvo otra opción que terminar su recorrido y entrar a visitar a su progenitora, dejando para más tarde la búsqueda del tesoro.

Pasada la jornada de visitas en el hospital, Germán, se despidió de su madre con un gran abrazo, unas palabras de animo y una promesa de que volvería todos los días a visitarla mientras estuviera en el pueblo.

Al salir del centro médico, Germancho, como le decían los amigos del pueblo, salió en búsqueda de aquella piedra para recuperar el añorado tesoro, a unos pocos metros de la piedra se escuchó un grito que asustó a Germán, quien giró su cuerpo temblando para ver quién había ocasionado semejante grito, dándose cuenta que era ella, María, a quien le habían pasado los años por un ladito, aunque con unos kilos de más, seguía igual de hermosa como la recordaba.  

Al ver a María, después de 20 años igual de hermosa, Germán, sintió un escalofrío que le recorrió toda su humanidad, después de unos minutos se acercó a María extendiéndole sus brazos fundiéndose en un gran abrazo con el amor de su niñez.

Unos minutos después, volviendo a la realidad, los dos soltaron una gran sonrisa y comenzaron a recordar aquellos días donde eran tan felices con tan poco. Parados en la esquina de donde se veía la piedra donde estaba enterrado el cofre, hablaron por varias horas de cómo les habían pasado los años.

Ella tristemente le contó que estaba soltera porque nunca había podido olvidar esos momentos junto a él, y los pretendientes que había tenido solo querían su cuerpo para exhibirlo como un trofeo, por lo que prefirió conservar su cuerpo original y pulcro.

El, escuchando semejante declaración de amor, no tuvo otra opción de contarle que hasta hace poco había estado felizmente casado con una mujer extraordinaria, que la vida le quitó hace un par de meses después de vivir una larga y penosa enfermedad.

Cuando comenzó a oscurecer, María y Germán, recordaron el momento en que habían enterrado aquel cofrecito con sus semillas favoritas, y se dieron cuenta que habían estado toda la tarde frente a ese lugar, y para su sorpresa encontraron un enorme árbol que había partido la piedra en dos grandes pedazos.

El amor de Germán y María, como las semillas del pequeño cofre germinó y está dando frutos en ese pequeño pueblo junto a sus seres queridos. 










3 comentarios:

  1. Bonita historia donde vemos que a la hora de la verdad, la mujer si puede ser fiel, en la literatura; los hombres no,se consiguen el reemplazo, llevando del bulto y después regresano a casa todos arrepentidos... hasta encuentran el amor y el perdón.

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  2. Me encantan estas historias de amor♥️

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