HISTORIA
# 8
SORPRESA
Después
de 20 años de ausencia de su pueblo natal, Germán, llegó un miércoles en la
noche con el único deseo de saludar a su vieja que ya estaba postrada en la
cama del hospital.
De
camino a cumplir con su objetivo, pasó por la esquina de la escuela y llegaron
a su cabeza los mejores recuerdos de su niñez, siguió su recorrido mirando
detalladamente cada lugar y dándose cuenta que su pueblo se había detenido en
el tiempo y continuaba tal cual lo había dejado a su partida.
Faltándole
solo una cuadra para llegar a visitar a su madre, Germán, se detuvo al inicio de
las escaleras del puente que comunica las dos orillas del río que separa en varios
sectores el pueblo, y mantiene la región como la más fértil del departamento.
En ese
preciso momento, a su mente aterrizó el más hermoso recuerdo que tenía de su
niñez, y que además le traía a su pensamiento a María, su amor platónico con quien
había enterrado un cofre con las semillas de sus frutas favoritas debajo de esa
enorme piedra donde pasaban las tardes leyendo los libros que les prestaba doña
Encarnación, la bibliotecaria de la escuela.
Viendo
el hospital a unos pasos, Germán no tuvo otra opción que terminar su recorrido
y entrar a visitar a su progenitora, dejando para más tarde la búsqueda del
tesoro.
Pasada
la jornada de visitas en el hospital, Germán, se despidió de su madre con un gran
abrazo, unas palabras de animo y una promesa de que volvería todos los días a
visitarla mientras estuviera en el pueblo.
Al
salir del centro médico, Germancho, como le decían los amigos del pueblo, salió
en búsqueda de aquella piedra para recuperar el añorado tesoro, a unos pocos metros
de la piedra se escuchó un grito que asustó a Germán, quien giró su cuerpo temblando para ver quién había ocasionado semejante grito, dándose cuenta que era ella, María,
a quien le habían pasado los años por un ladito, aunque con unos kilos de más, seguía
igual de hermosa como la recordaba.
Al ver
a María, después de 20 años igual de hermosa, Germán, sintió un escalofrío que
le recorrió toda su humanidad, después de unos minutos
se acercó a María extendiéndole sus brazos fundiéndose en un gran abrazo con el
amor de su niñez.
Unos minutos
después, volviendo a la realidad, los dos soltaron una gran sonrisa y comenzaron
a recordar aquellos días donde eran tan felices con tan poco. Parados en la
esquina de donde se veía la piedra donde estaba enterrado el cofre, hablaron por
varias horas de cómo les habían pasado los años.
Ella
tristemente le contó que estaba soltera porque nunca había podido olvidar esos
momentos junto a él, y los pretendientes que había tenido solo querían su cuerpo
para exhibirlo como un trofeo, por lo que prefirió conservar su cuerpo original
y pulcro.
El, escuchando
semejante declaración de amor, no tuvo otra opción de contarle que hasta hace
poco había estado felizmente casado con una mujer extraordinaria, que la vida
le quitó hace un par de meses después de vivir una larga y penosa enfermedad.
Cuando
comenzó a oscurecer, María y Germán, recordaron el momento en que habían enterrado
aquel cofrecito con sus semillas favoritas, y se dieron cuenta que habían estado
toda la tarde frente a ese lugar, y para su sorpresa encontraron un enorme árbol
que había partido la piedra en dos grandes pedazos.
El amor
de Germán y María, como las semillas del pequeño cofre germinó y está dando
frutos en ese pequeño pueblo junto a sus seres queridos.

Super
ResponderEliminarBonita historia donde vemos que a la hora de la verdad, la mujer si puede ser fiel, en la literatura; los hombres no,se consiguen el reemplazo, llevando del bulto y después regresano a casa todos arrepentidos... hasta encuentran el amor y el perdón.
ResponderEliminarMe encantan estas historias de amor♥️
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