SUEÑOS FEMENINOS
Aquella mañana, las pubescentes, estilizadas y bronceadas curvas de Lorena, sedientas de caricias y detenidas algunos instantes entre las suaves frazadas de su colosal lecho; se estiraron hasta regresar a la posición bípeda, avanzó paso a paso, divisándose tal y como llegó a este mundo en el espejo de pared que reflejaba sus exquisiteces, rumbo a la coqueta bañera que la esperaba con un transparente y helado fluido, que le devolvería la energía pérdida en las horas pasadas.
Estando sumergida en el gélido fluido, sus falanges comenzaron un recorrido por cada centímetro de su humanidad, entre las fibras de su rubia cabellera, se deslizaron generando tímidas ondas que la adormeció unos instantes; Pasado ese micro sueño, continuaron deslizándose por su rostro acariciándose con ternura, al llegar a sus apetitosos labios su lengua se activó y chupó con lujuria sus falanges durante varios minutos.
Al caer a su estilizado cuello, para su sorpresa, sintió unos diminutos hematomas como resultado de la faena de las horas anteriores. Sin darle mucha importancia a este hallazgo, prosiguió su recorrido hasta ascender a sus voluptuosos pechos y estimular sus aureolas y sus erectos pezones, con la punta de sus dedos, esa estimulación le generó un cosquilleo que hizo que sus ciento ochenta centímetros se estremecieran moviendo abruptamente las entumecedoras aguas donde permanecía.
El intempestivo oleaje hizo que el líquido se desbordara creando un quilométrico charco en las ajedrezadas baldosas del populoso baño. Cuando las aguas retornaron a la calma, las manos de Lorena prosiguieron el itinerario, se deslizaron por las suculentas laderas de sus mamas, dejándolas rodar por su vientre hasta que llegaron al calidoso cáliz de su ombligo, dónde fantaseo unos segundos tomando impulso para conquistar la cima del deforestado monte de Venus.
Luego, con infantil
curiosidad fue aperturando sus labios, auto estimulándose con el roce de sus
dedos, que le permitió adentrar sus falanges hasta el fondo de su matriz, que
eyaculó el preciado néctar que desembocó en el afluente dónde flotaba
Lorena.
Algunos minutos
después, un poco más relajada, Lorena, salió del nido acuoso dónde pasa sus
mejores momentos de intimidad, para regresar a la inclemente realidad, dónde
continua aún idealizando a ese ser que la haga sentir mujer.

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