HISTORIA
# 24
¿VALE
LA PENA SOÑAR?
Enrique, un niño inquieto y
soñador, un día despertó con una pregunta rondando su infantil cabeza. ¿vale la
pena soñar? Cuando su madre entró a su habitación a despertarlo para ir a la
escuela, Enrique, le hizo la pregunta y su madre instintivamente respondió con
un sí que poco creyó el pequeño. Cuando salió del baño y bajó al comedor se
encontró con su padre que muy concentrado leía las noticias en el periódico, lo
saludó y le preguntó:
- Papi, papi, ¿vale la pena
soñar? –
- ¿qué son esas preguntas? - -
no ves que estoy ocupado - - respondió molesto el papá –
Enrique, triste por las
respuestas que le dieron sus progenitores salió rumbo a esperar el autobús que lo
llevaría a la escuela, cuando este se detuvo frente a el,
Enrique, sin esperar a subir le preguntó al conductor:
- don Paco, ¿vale la pena
soñar? –
Paco, sin saber que
responderle movió en silencio su cabeza tratando de decir que sí, Enrique, al
escuchar cada respuesta le inquietaba cada vez mas esa pregunta. Cuando se sentó en el único espacio libre, miró a su lado y estaba Laura, una niña un poco mayor que él,
a la que le preguntó:
- ¿Cómo te llamas? –
- la niña se quitó los
audífonos de una de sus orejas y dijo:
- ¿me dijiste algo? - - ¿Qué necesitas? - - no ves que estoy
escuchando música -
- Tranquila, disculpa no era
mi intención molestarte, solo quería hacerte una pregunta ¿vale la pena soñar?
- ¿soñar? - - No me hagas reír - - eso solo es para los
adultos y para los ricos, para nosotros los niños y los de clase media no es
valido soñar. –
Esa respuesta de Laura
estremeció a Enrique, que prefirió quedarse en silencio hasta llegar a la escuela
para no seguir escuchando respuestas que lo entristecían.
Tan pronto el autobús paró frente
a la entrada de la escuela, Enrique, saltó para tratar de ser el primero en
bajar y llegar al salón de clase a preguntarle a la maestra Sara si vale la
pena soñar. En el camino, el pequeño se encontró con Samuel, el
encargado del aseo en la escuela a quien lo saludó amablemente y le preguntó:
- Samuel, ¿vale le pena soñar?
–
- Samuel, con un gesto de
alegría dijo: - ¡por supuesto que vale la pena soñar mi querido Enrique! Cuando quieras me buscas y te cuento porque
vale la pena soñar. En ese instante sonó la campana que anuncia el inicio de
clases, a Enrique le emocionó la respuesta de Samuel tanto que su tristeza se convirtió
en la esperanza de que pronto escucharía la explicación.
Cuarenta y cinco minutos después, al sonar la campana para el cambio de clase, Enrique, corrió a buscar a Samuel, al no encontrarlo preguntó por él y la respuesta que recibió fue que no estaba en la institución
y volvería tarde, lo cual no desanimó al pequeño porque sabía que hoy recibiría respuesta a su inquietud.
Al terminar la jornada, el
inquieto protagonista de esta historia corrió a buscar a Samuel, con tan mala
suerte que este no había regresado aún a la escuela, y no lo podría esperar
porque la ruta que lo llevaría a su casa estaba a punto de iniciar su
recorrido.
Al llegar a casa, Enrique,
saludó a su madre y subió a su habitación con el objetivo de continuar buscando
respuesta a la pregunta que rondaba en su cabeza; navegó en las redes donde encontró
que cada persona tiene una respuesta diferente según haya sido su vida, las
respuestas alegres y positivas venían de personas con una vida sin muchas dificultades,
las respuestas negativas provenían de seres humanos que la han pasado mal durante
su vida, y hay otro grupo de personas que están en un intermedio.
En la cabeza de Enrique, daban
vueltas las palabras que salieron de la boca de Samuel y decidió dejar de
buscar hasta mañana que pudiera hablar con él en la escuela. Ese resto de tarde
y la noche fueron para Enrique unas horas eternas.
Al llegar a la escuela sin cruzar palabra con nadie, Enrique, buscó a Samuel para que le contara por qué vale la pena soñar, al encontrarse con la persona que le iba a responder su inquietud
el pequeño alistó una pequeña grabadora que había traído para tener la enseñanza
y poderla escuchar las veces que quisiera en un futuro. Samuel, al ver al muchacho
con todo su equipamiento soltó una carcajada que se escuchó en toda la escuela y
dejó atónito a Enrique quien pensó que Samuel se estaba burlando de él como lo hacían
muchos de sus compañeros de clase cuando traía muchas cosas a esta.
Samuel, al darse cuenta del gesto del pequeño de inmediato se disculpó para que el niño reaccionara y pudieran comenzar a hablar sobre el apasionante tema de los sueños.
Para comenzar Samuel preguntó
a Enrique: - ¿Cuál es tu sueño en este momento? –
- En este momento mi mayor sueño
es saber si vale la pena soñar – respondió apresuradamente el pequeño. –
- ¡Excelente! - - que bueno que tengas sueños dijo casi
gritando Samuel –
- Te voy a contar un sueño que
yo tenía cuando estaba tu edad que se hizo realidad y todavía estoy disfrutando
del resultado. – exclamó Samuel –
- imagínate que uno de mis
sueños cuando era niño fue tener una silla en un árbol para poder ver el sol y
las estrellas desde lo más alto. –
- ¿Una silla en un árbol? – - eso suena muy loco y a la vez divertido – - dijo
Enrique –
- y ¿Cómo se hizo realidad? – - preguntó con mucha curiosidad Enrique. –
- Fue con la ayuda de mi tío
Jaime, que era aficionado a la jardinería y me enseñó a hacer injertos en los árboles.
- - respondió suspirando Samuel. –
- ¿Qué es un injerto? - - Preguntó
sorprendido Enrique. –
- es una técnica que
utilizan los jardineros para aprovechar los troncos de algunos arboles para
unirlos con plantas más débiles y así obtener frutos de una mejor calidad. - - respondió
Samuel dándose cuenta que el niño no había entendido nada de la explicación. –
- Samuel continuó narrando - -
yo elegí un viejo tronco que había en el jardín de mi casa y con la ayuda de mi
tío Jaime, fuimos a la laguna donde crecían unas plantas con tallos delgados,
fuertes y flexibles de donde cortamos unos troncos pequeños para hacer el injerto
y para nuestra sorpresa comenzaron a salir unas ramas delgadas y fuertes que se
dejaban doblar sin quebrarse, que con el paso del tiempo se convirtieron en mi silla de árbol. - y de ese experimento resulto que mi sueño se
hizo realidad.
- Y ¿por qué dices que todavía estás
disfrutando ese sueño?. - - preguntó Enrique.
- Te cuento mi querido Enrique,
que ese árbol silla aún está en el jardín de la casa de mis padres y cada vez
que voy a visitarlos disfruto de ver el sol y las estrellas como soñaba cuando
era niño como tú. - - es más creo que por aquí en alguna parte de mi maletín
tengo una foto donde podrás ver como es.
- Samuel continuó diciendo- - Tu
dirás que con todo este cuento no te he respondido tu pregunta, solo quiero
decirte, que sí vale la pena soñar porque si creemos en nosotros mismos y somos
ordenados, creativos, atrevidos, disciplinados, estudiosos y otras tantas
cualidades que podemos desarrollar a medida que crecemos, podremos lograr que cada
sueño por pequeño y tonto que parezca se haga una realidad haciendo que podamos
alcanzar la felicidad que tanto anhelamos.
- Y ahora tu Enrique, ¿Cuál es
tu sueño? - - preguntó alegremente Samuel. - - vamos a comenzar ahora mismo a hacer
realidad ese sueño. –
- mi sueño es… - - dijo en voz
baja el niño - - ser un gran escritor para escuchar historias como la tuya y
volverlas cuentos que ayuden a las personas a que su imaginación vuele y lleguen
a cumplir sus sueños. –
- ¡Excelente! - - gritó Samuel
– próximamente tendremos un maravilloso narrador de historias en nuestro
colegio que si se atreve a soñar en grande se convertirá en un futuro cercano
en premio nobel de literatura.
- Así será. - - dijo Enrique
con sus ojos brillando como dos luceros en una noche oscura cada sueño que
entre en mi cabeza será tratado como un huésped ilustre y le daré todas las
herramientas para que se vuelvan una realidad.
Enrique se convirtió en un
joven creativo que por medio de las letras cumplía cada uno de sus sueños. Se presentó
a la facultad de literatura y letras de la universidad de su ciudad y continua
soñando en grande y apoyando a nuevos soñadores como le enseñó Samuel.
Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez - Colombia
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Vale la pena soñar. Tu estas cumpliendo tu sueño. Mil gracias
ResponderEliminarMe encantó gracias 🥰 🥰 🥰 🥰 vale la pena soñar
ResponderEliminarGenial, un cuento digno de ser contado, muchas gracias Jaime
ResponderEliminar"Los sueños son una promesa que nos hacemos a mismos"
ResponderEliminarGran historia Jaime!
Soñar es de todos y de genios, todos sueñan esperando sentados que éstos háganse realidad. Los Genios, sueñan, videando resultados, luchando con paciencia y perseverancia hasta lograrlos. Ellos hacen la riqueza de ser felices.
ResponderEliminarSí, vale la pena soñar, todos debemos hacerlo.
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