sábado, 24 de junio de 2023

 


 

Monumentos R.A.B. en Medellín

En aquel caluroso crepúsculo del último viernes de mayo, cuando Juanito les contó sobre sus tareas de fin de semana, los ojos de Jairo y Marta se fusionaron, e inmediatamente de sus bocas salió al unísono: se nos dañó el programa del fin de semana. Juanito, viendo con tristeza los aterrados rostros de sus progenitores dijo:  

- Tranquilos, yo ya he adelantado un poco la tarea, ustedes solo me tendrían que acompañar en un recorrido de observación que debo hacer por el centro de Medellín. La tarea es acerca de la vida de un artista colombiano que tiene muchas obras en ese sector de la ciudad. No les voy a decir el nombre del artista, la idea es que en el recorrido por las calles del centro de la ciudad lo descubramos en familia, ¿se atreven? Jairo y Marta, viendo el entusiasmo de su hijo, aceptaron el reto.

Pasaron las horas y tan pronto los rayos solares se abrieron paso por los ventanales de la casa, Juanito, saltó de su cama rumbo a la ducha para sorprender a sus padres. Cuando el pájaro del reloj Cu cu de la sala salió la octava vez de su nido, la familia entera estaba lista para su gran aventura. Jairo, al darse cuenta que su hijito estaba listo pregunto:

- ¿Qué has investigado acerca del artista que vamos a conocer?

- Muchas cosas papi, les voy contando, nació en una familia campesina en un pueblito del suroeste antioqueño llamado Fredonia en 1919 y murió aquí en Medellín en el año 1995. Fue ayudante de obra para diferentes escultores como el maestro Pedro Nel Gómez; estudió en Bellas Artes en Medellín (1939 - 1941) en 1944 se fue a vivir a México. Fue ministro consejero en la embajada de Colombia en Italia. En 1967 estableció su vivienda en el municipio de Caldas al sur del valle de aburra. En 1975 ganó el premio nacional de artes plásticas. La mayoría de sus obras fueron creadas por encargo. Su arte es figurativo y trabajó con varios materiales como bronce, concreto, madera, yeso, acero. Sus obras son gigantes, melodramáticas y espectaculares. En 1987 fue secuestrado y liberado después de que su familia pagó una fuerte suma de dinero. De esa experiencia del secuestro quedó una serie de dibujos de esa triste experiencia.

Jairo, orgulloso de escuchar a su hijo con tanto entusiasmo dijo:

- Uff Hijo, que es toda esa información tan interesante, tu mamá y yo queremos saber el nombre de ese artista ahora mismo. Bueno, entonces vamos a verlas en vivo y en directo. Perfecto gritó el padre, dime cuál será la primera parada. Con una sonrisa de oreja a oreja Juanito dijo:

- Papi, la primera estación será al frente del museo de Antioquia, donde está Prometeo encadenado (1957). En unos minutos el trio de exploradores estaban felices tomando fotos. ¿Ahora a donde iremos hijo? preguntó la emocionada madre. Vamos al parque de Berrio donde está El desafío a la raza (1980) en la esquina sur oriente del parque en la sede del banco popular. Que emoción conocer estas obras tan bellas exclamó Marta. ¿Ahora, que más nos vas a mostrar hijo? Vamos a ver al Dios Mercurio (1997) en la estación San Antonio del metro. Que bellezas que tenemos en nuestra ciudad y desconocemos dijo encantada Marta.

- Juanito, al ver sus padres tan emocionados dijo:

Ahora vamos al edificio Vicente Uribe Rendón en la Avenida la Playa, cruce con la Avenida Oriental, allí está La Creación (1981- 1983). Qué maravilla de recorrido hijo dijo sonriente Jairo. ¿Qué más falta? Papi. Faltan muchas obras que están en otras ciudades de Colombia y del mundo. Ahora vamos al centro administrativo La Alpujarra donde veremos una espectacular obra El Monumento a la Raza (1988); al estar frente a esta maravillosa obra, los padres sorprendidos se dieron cuenta que se encontraban frente a la gobernación de Antioquia y a la alcandía de Medellín, y muy cerca de la estación del ferrocarril de Antioquia, y también al lado del edificio de los juzgados de Medellín.

Qué maravillosos atractivos turísticos tenemos en Medellín, exclamó encantado Jairo.

- Hijo ¿todavía faltan obras por conocer?

- Si papi, todavía faltan muchas, aunque no las vamos a conocer todas porque están en muchas ciudades del mundo. Ahora vamos al sector de suramericana donde veremos La Vida (tentación del hombre al infinito (1971-1974) estoy maravillada con este recorrido, amor mío, suspiró la madre.

- Hijo ¿Sabes en que otras ciudades tienen obras de este artista?

- Si, mamá, en la ciudad de Pereira, en su plaza principal está un Bolívar desnudo (1956- 1962) montado en su caballo; en Paipa Boyacá están Los lanceros del pantano de Vargas (1968- 1971); Aquí cerca, en el parque principal de Rionegro está el Homenaje a José María Córdova (1957- 1964). En la ciudad de México en la facultad de ciencias exactas se encuentra Prometeo (y Quetzalcóatl 1951-1952), En el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá se divisa La oración al proscrito (1957), también en la ciudad de Pereira podríamos ver Prometeo (monumento a los fundadores) (1965)

Cuando el astro rey comenzó su descenso hacia el ocaso, la terna de turistas se dirigió al campus universitario de la universidad de Antioquia, donde en el patio central del bloque 16 encontraron el Cristo cayendo (cristo Prometeo) (1965- 1968) y en la plazoleta central del Alma Mater está El Hombre creador de energía (Prometeo) (1968-1970)

Mientras el sol se escondía entre las montañas de Medellín, el trio de exhaustos exploradores retornó a casa, con la alegría del deber cumplido y de haber reconocido las obras del maestro Rodrigo Arenas Betancur a lo largo de la ciudad, quedando comprometidos a convertirse en promotores de las maravillosas obras de arte callejeras de la ciudad.

 

Autor: Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez.

lunes, 30 de enero de 2023

 



INGRIMA ESPERA AL ATARDECER

La malosa frescura que cabalga por el abrasador litoral mediterráneo es, el preludio de la galopante saturación de los sueños. El resbaladizo crepúsculo primaveral es, el punto de partida donde rebuzna el arsenal de creencias que nutre mi existir. El insípido verdor de la grama naciente, rebuzna con sutileza anhelando entremezclarse con las ambarinas chispas del astro.  El liliputiense arrecife, parece susurrarle al oído del azulado piélago, una alameda de compases generándole una colosal modorra. El agotado césped que relincha durante el crepúsculo es, el inmarcesible masaje que amamanta la constelación de mis exhaustos músculos. La incomoda banqueta, es testigo silencioso de un maremágnum de citas sentimentaloides ocurridas en su endurecido lomo cada atardecer. La humilde ardentía de la madera, donde sestean mis agotadas ancas es, la malosa afta que estimula el avispero de mis deseos.  El amarillento follaje, del añejo ejemplar, escrito por ese anónimo autor, inundó de júbilo mis células nerviosas, pariendo una iracunda jaqueca. Mi apetitosa concomitancia con un compendio literario es, la irreverente levadura que hincha mi paulatino ánimo de evolución. Un esquizofrénico islote, cacarea ostentando poderío frente al furioso oleaje, procreando sin querer, un enjambre de policromáticas podagras que a lo lejos parece una jauría de lepidópteros. El bullicioso transitar de las cuchillas solares sobre el arenal costero es, el péndulo que gluglutea por mis gelatinosas entrañas. Los escasos cirrostratos que galopaban en el azafranado anochecer con una perspicaz artimaña se robaron por unos instantes toda mi atención. Ese ermitaño y debilucho arbusto deja que la excitante brisa acaricie su escuálido ramaje concibiendo una piara de susurros apetitosos a mi oído. Ojear un enjambre de grafemas de un texto, en compañía de un pícaro y seductor cáliz, atiborrado de extracto de moca es, la ambrosia que grazna reanimando el pentágono de mis sentidos. El incontenible y seductor aroma del elixir azabache, invade con un descomunal berrido los dominios de Eolo.

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia

 


PAISAJE

Avistando la ribera del ensordecedor afluente diáfano, se atisba el galano galopar del Peque Peque, batiéndose como un titán, para evitar naufragar en la peligrosa tranquilidad del cauce; que sin piedad despedaza la inmensidad de la selva; convirtiendo la espesura arbórea en un colosal laberinto acuático.  

La intrépida embarcación propulsada por un escandaloso rotor, acarrea en su rectilíneo y vigoroso espinazo, una terna de bronceados y encolerizados pobladores hambrientos, y con deseos de entregar a su parentela, el fruto de la extenuante pesca en las paradisiacas aguas del río amazonas, asegurando así su sustento básico.

La otra orilla, es testigo del encantador declive del rechoncho astro solitario, que se esconde lentamente mezclándose con un maremágnum de albinos cirrostratos, atiborrados picaronamente creando un estrambótico deleite para mis ocelos desprevenidos, que quisieran permanecer inmóviles disfrutando el majestuoso y encantador marco natural.

*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*

jueves, 26 de enero de 2023

 

DESÉRTICO PARAJE ESPECTRAL

En un desteñido y roído ejemplar de una gaceta que data del día veinte, del mes de julio, del año 1970, Fabián, un intrépido varón, de tres décadas de existencia, amante de la noche, con ojos esmeraldados y una figura atractiva al sexo opuesto, descifraba a paso de quelonio, la primicia que conmemoraba el primer aniversario del aterrizaje del hombre en el satélite terrestre. (¡¡¡QUE CHIMBA!!!! ¿Cómo fue posible que un ser humano pisara la tierra? Eso es de gente muy inteligente) dobló el añoso diario y encaramó su mirada en el ronrroneante satélite que cabalgaba en un lóbrego y solitario elíseo; se acomodó en su iracundo y fragoroso escaño mecedor, y avivó la agonizante lumbre de un habano, que lo escoltó hasta que sus tímpanos vibraron con la docena de campanadas que brotaban de la ermita cercana.

En un santiamén, cuando expiró el estruendo de la espadaña, las cuerdas vocales de Fabián comenzaron a tremolar Fumar es un placer Genial, sensual. Fumando espero Al hombre a quien yo quiero, Tras los cristales
De alegres ventanales.
Mientras fumo Mi vida no consumoPorque flotando el humoMe suelo adormecer... (Canción: Fumando espero Compositores: Juan Viladomat Masan / Antonio José Gaya Gardus) (Fabián ¿Qué te pasa? ¿Por qué lo estas recordando? ¿Todavía tu corazón no ha sanado? ¿Por qué entoné esa melodía?)

Antes de rayar el alba, el estepario andurrial, se vio saturado de un arsenal de correveidile, deseando atisbar el cuerpo inerte; para alimentar su sed de chisme. Desde esa madrugada los desalmados insomnes de la villa, aseveran ver y escuchar entre las tinieblas el espectro de Fabián, fumando su añejo habano.

*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*

 


ECOSISTEMA CREADOR

Aquella agraciada e imborrable aurora dominical de la menstruación de abril del 2015, es la máxima alhaja que sus entrañas rememoran de sus anualidades mozas. Justo ese amanecer fue la primera aparición en su entorno de la garza blanca. Acullá, en la ribera del estanque frente a su célibe aposento, inmóvil, emanando guapeza sin referentes, permanecía inalterable, atisbando el pausado navegar de una manada de patos negros, que con su pataleo decoran con estilizadas ondas las cristalinas y bonancibles aguas del afluente. Gloria, una pubescente fémina con fluidez para las artes, cabellera dorada, piel canela, ojos esmeraldados, con natural coquetería, y ciento sesenta centímetros de creatividad; después de una larga noche de insomnio, permanecía frente a su empañada cristalera, ensimismada rumiando axiomas sobre la felicidad. [Nueve de agosto de 2022, sentado en mi escribanía frente a mi ventanal del noveno piso, mi mirada descansa viendo el vaivén de los guaduales al ser acariciados por la ventolina vespertina, cayendo de bruces a mi mente las notas de una melodía colombiana. Lloran, lloran los guaduales Porque también tienen alma y los he visto llorando y los he visto llorando Cuando en las tardes Los estremece el viento en los valles… (canción Los guaduales. Autor Jorge Villamil)]

Al contemplar el embrujador ritual del ave. Gloria, (será posible qué tanta belleza se concentre en tan poco espacio) levantó su mirada para ver si era verdad lo que sus hechiceros ojos veían. Al lado opuesto de la alberca, su mirada fue abrazada por una colorida y enigmática arboleda, que la hizo aterrizar de emergencia a la realidad. Cuando sus engreídas pupilas enfocaron nuevamente al estilizado ser alado, sus habilidosas neuronas musicales hicieron sinapsis y brotaron los primeros compases de una bella canción Vestida de garza blanca La brisa de la mañana trajo en el arpa viajera para celebrar contigo el día de tu cumpleaños Mi muchachita llanera      Y como no te traje nada Más digno de tu belleza Que regalarte mi amor Para que vivas conmigo En las alas del romance Muchachita de mi vida Te dejo mi inspiración … (canción: Vestida de garza blanca. Autor: Gustavo García Ramírez)

Desde aquella aurora, Gloria y su cómplice ave albina, susurran aquella melodía para el deleite de los desprevenidos transeúntes de ese fecundo hábitat artístico.

 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia. 

 


INOPORTUNO CAOS NOCTURNAL

La altanera y bulliciosa oscuridad de mis reminiscencias es, la ambrosia que gluglutea a la par por mis hipérboles encefálicas colmando de disyuntivas mi existencia. El energúmeno y frígido itinerario de las saetas del cronógrafo es, la infusión analgésica nocturna que mantiene sereno mi sistema neuronal, que es bombardeado por una manada de coléricos apotegmas. El ácido pasar de las horas, embriagándome con un cardumen de astros titilantes es, la confirmación del diagnóstico que sustenta mi permanencia en esta sombría prisión.  La forajida *noche* sepulcral que cacarea en mi entorno es, el ponzoñoso dardo lanzado por los libidinosos suvenires de su epidermis. Entre el espeso y tiznado soto, navegan cacareando un centenar de reminiscencias de los instantes donde deje bullir mis más concupiscentes deseos junto a ella. El ciclópeo e irascible *bosque* de mis dudas es, el debilucho fundamento que rebuzna entre mi liliputiense juicio *de persona solitaria* en busca de amparo. La delgada línea que me separa de la *luz en el horizonte* es la meta que cada *noche* me reta a permanecer en castidad. En la ribera del zigzagueante y lóbrego sendero, aterriza una piara de haces luminosos que se entremezclan creando una indisoluble impronta en mis apostemadas entrañas. Mi desgarrado corazón gelatinoso es, la diana donde cupido inserta sus enamoradizas ballestas generando en mi un caótico deleite. Mi holgazana expectativa por volver a recorrer su longilínea figura es, ese veneno que grazna por mi serpenteante sistema arterial, haciéndome implosionar de murria. El extemporáneo enjambre luminotécnico, perturbó el caudaloso fluir de las horas, engendrando instantes después, una irreverente alborada. La azulada e insípida sombra del enjambre de mis libidinosas fantasías es, el desafío que asumo cada crepúsculo para lograr que ella, en la alborada, ronroneé erógenos fonemas cerca a mis hambrientos pabellones auditivos.

*Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia*

 

MI INTRÍNSECO LIENZO BLANQUINEGRO

Cuando el sediento paralelogramo impoluto, se congela frente a mis empalagosos ocelos, una jauría de esquemas aterriza en mi lóbulo frontal, dando a luz una metáfora de mi interior. El caprichoso y albino recuadro donde plasmo mis frutos estéticos es, el hechicero firmamento por donde navegan mis sempiternas extravagancias. El follaje del aguafiestas almanaque, cae inevitablemente escamoteando mis cicateros instantes de inspiración, embriagando el rebaño de mis dilemas creativos. Paso a paso, los prietos mamarrachos esquematizan el lacustre ecosistema donde mis posaderas se apoyaban en una *banca solitaria* a la espera de su anacoreta aparición.  La taumatúrgica mixtura del lechoso telón, con el bruno torrente del grafito donjuán es, el inverosímil zambombazo que amamanta mi evolutiva creatividad. Cuando los ingenuos trazos de apertura, fecundan la blancura del intrépido paño, en la profundidad de mi capacidad intelectual navega una constelación de postulados creadores. La pitonisa palidez del inmaculado lino es, la matriz donde ronronean los inocentes cigotos de mi inventiva, antes de ser alumbrados. Un conglomerado de *árboles marchitos* ya no recibe el ejercito de seres alados, haciendo que el bullicioso silencio se refleje en el atolondrado espejo de agua. Cada cazcarria engendrada en el albuginoso tejido por el azabache pigmento es, el génesis de mi numen de mi desabrida inspiración. La enamoradiza *neblina* acaricia con saña la ribera septentrional del *lago* donde germinó nuestro licencioso affaire. Esa apetitosa y silenciosa franela virgen es, la mimosa cementera donde propago los embriones de mi imaginación. Las enclenques ramificaciones huérfanas, gimotean con desespero a Eolo, para urbanizar los nidales vacantes y así hermosear con melodiosas tonadas del descolorido habitad. Los exigentes ocelos que atisban el inacabado recuadro, excitan el sistema neuronal de sus poseedores, permitiendo una diáspora de críticas. Ese postrero recodo sin fecundar por el tizón, es la inescrutable guarida donde zambuco mis paradigmas innovadores. La exuberante simplicidad de la pintura, atrae a los desprevenidos forasteros aguijoneando sus entrañas, incitándolos a navegar en sus reminiscencias. 

Jaime Eduardo Aristizábal Álvarez – Colombia. 

    Monumentos R.A.B. en Medellín En aquel caluroso crepúsculo del último viernes de mayo, cuando Juanito les contó sobre sus tareas de fi...